EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Hace muchos años, una amiga a la que le gustaba organizar sesiones de tabla Oui-ja me comentó que iba a dejarlo, y que se arrepentía de haber estado una temporada liada con eso. Cuando le pregunté la razón, su respuesta fue simplemente que cualquier idiota era capaz de llamar a un espíritu con la Oui-ja, pero hacía falta un verdadero experto para conseguir que luego se fuera.
Esta es una anécdota real, pero la historia
del bolsilibro que vamos a comentar hoy no, así que leedla sin aprensión.
Nuestra protagonista en esta ocasión será
Nadia, una jovencita que acaba de ser dada de alta en una clínica psiquiátrica.
Ha estado dos meses ingresada por varios traumas y puntuales ataques de
histeria relacionados con algo ocurrido durante su infancia de lo que solo guarda recuerdos fragmentarios. A pesar de ello su
doctor considera que ha llegado a un punto en que la mejor terapia posible es retomar
su vida normal.
Nadia se esfuerza en hacer esto. Trabaja en
el departamento de informática de una empresa, pero durante su ausencia su
plaza ha sido ocupada por otra persona, y la colocan en un departamento
diferente. En un intento de integrarse lo antes posible con sus nuevos
compañeros, acepta una invitación de estos a un fin de semana en ruta, vagando en moto de un lado a otro solo por el placer de viajar e ir
buscando sobre la marcha sitios en los que descansar y dormir, sin tener nada planeado. Cosas de moteros.
Los traumas de Nadia se deben a que su
hermano murió ahogado en la piscina de una casita de veraneo de sus padres. Esa
es la parte que recuerda, pero sabe que hay otra que le escapa. Propone al
grupo usar esa casa como refugio durante el fin de semana, y todos aceptan. La intención
de Nadia es aprovechar la ocasión para pasar algo de tiempo en la casita de veraneo,
a la que nunca se le permitió volver después del incidente, por si eso le refresca
la memoria.
Así pues, cuatro chicos y dos chicas, además
de Nadia, repartidos entre cuatro motos, se dirigen a la casita. Es importante
aclarar que esta se encuentra excelentemente situada: cerca de un lugar en el
que se asesinó y descabelló a un grupo de pioneros, en una zona que en esa
época del año recibe intensas nevadas, y en la que abundan las manadas de
perros salvajes. Una de las chicas, además, lleva en su mochila una tabla
Oui-ja plegable, para pasar el rato. Como suele decirse en estos casos… ¿qué podría
malir sal?
El grupo llega a la casita y se instalan allí,
descubriendo entonces que la electricidad está cortada y no pueden conectar los
equipos de música. Encuentran unas velas, y la tabla de Oui-ja se convierte en
el elemento más atractivo con el que cuentan. Nadia no cree en nada relacionado
con el espiritismo, pero piensa que si añade al hecho de estar en la casa la mezcla de intimidad y tensión que se crea con las sesiones de Oui-ja, a la luz de las velas, le
será más fácil recordar todo lo ocurrido.
El problema llega cuando realmente invocan a
un espíritu, que se presenta a sí mismo como Asesino. Esto hace recordar a
Nadia que en su momento oyó comentar a sus padres que la muerte de su hermano
podría no haber sido accidental, y que a la muerte de este siguieron las de dos
amigas suyas, decapitadas en esa misma casita.
Lo normal, llegados a este punto, sería que
todos se fueran de allí, pero para eso nos han puesto en antecedentes sobre las
nevadas y los perros. Esos elementos están ahí precisamente para cortarles la
retirada. La casita queda rodeada de nieve y perros hambrientos, y tenemos a
las primeras víctimas. Los supervivientes se atrincheran en la casa, pero al
estar la luz cortada no hay nada de comer en los refrigeradores. Y lo que es peor,
sí hay alcohol, y mucho, en la bodega. A falta de nada mejor que hacer, deciden
beber y hacer otra sesión de Oui-ja para tratar de averiguar algo más sobre
Asesino. Este les revela ahora un nuevo detalle: es el espíritu del padre de Nadia.
Nadia no puede creerlo, porque para empezar
su padre aún está vivo y se encontraba inmerso en una emocionante partida de cartas con unos amigos cuando las muertes de su hermano y las dos niñas se produjeron. A no ser, naturalmente,
que el marido de su madre, al que Nadia siempre ha considerado su padre, no lo
sea en realidad.
La historia está muy bien hasta aquí, pero llegados a este punto casi nos hemos quedado sin páginas, y el final es demasiado precipitado, un defecto muy habitual en los bolsilibros. Nadia y el chico que le gusta logran salvarse casi por casualidad, el resto del reparto muere de forma innecesaria (esa era su función en la historia, después de todo), y la tabla Oui-ja es quemada en la chimenea, sin haber antes cerrado la sesión de forma adecuada. Si esto fuera una película moderna habría secuela, pero en los bolsilibros de terror eso no se estilaba.
Muy entretenido y muy bien escrito, en la línea habitual de Barby.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Oui-ja para recordar. 1985. Ralph Barby [Rafael Barberán]. Selección Terror nº 609. Editorial Bruguera S.A.
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