EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Hola, amigos cinéfagos!
Si ya se os ha pasado el repelús por todas las cosas horribles que vimos la última vez, vamos con la siguiente película. ¡Otra de científico loco! A la próxima, les haremos su propia etiqueta para poder repasarlas todas juntas. No ponemos foto del DVD porque es el mismo de ayer.
El Dr. Bulfinch, biólogo, es requerido por un colega de profesión al que solo conoce por su trabajo, el Dr. Thorkel. Este le pide que se reúna con él para ayudarle en una investigación que está llevando a cabo. Bulfinch accede, emocionado por la posibilidad de una colaboración. El principal problema es que el Dr. Thorkel se encuentra en una zona aislada de la selva peruana a la que solo se puede llegar después de un largo e incómodo trayecto en mula.
Bulfinch reúne a un pequeño equipo formado por la Dra. Robinson y el Dr. Stockton y viajan a Perú. Allí el hombre que les alquila las mulas (un minero llamado Baker) insiste en acompañarlos para cuidar de los animales. Cuando los cuatro llegan a la modesta villa de Thorkel, edificada junto a unas ruinas incas, este les recibe con cordialidad. Les hace un par de preguntas referentes a puntos muy concretos de su investigación (que no les revela en que consiste) y a continuación les dice que ya se pueden marchar. Esto indigna al Dr. Bulfinch, que creía que iba a participar de pleno en la investigación y se encuentra con que ha tenido que aplazar su propio trabajo y recorrer 15.000 kilómetros solo para aclararle un par de detalles a Thorkel. Cuando expresa su disconformidad, Thorkel se burla de él por su pretensión de querer compartir el mérito de su trabajo.
Entretanto, Baker, el minero, recoge unas muestras de roca que Thorkel extrae de un pozo. Cuando el grupo las examina comprueban que se trata de pechblenda, el mineral del que se obtiene el radio. En la época en la que se filmó esta película, hablar de pechblenda era como hablar de uranio hoy en día.
Viendo que sus “invitados” han descubierto su mina de radio (cuyo precio por gramo es superior al del oro) y se niegan a marcharse por las buenas, Thorkel les hace creer que los acepta como socios de su investigación, y los invita a pasar a su laboratorio. Con ellos hace entrar también a Pedro, su propio criado, porque no quiere testigos de lo que va a ocurrir. Cuando todos se encuentran en un cámara de plomo donde se vierten las radiaciones de la pechblenda, Thorkel los encierra en ella y activa sus máquinas, sometiéndolos a altas dosis de radiación.
Los experimentos de Thorkel versan sobre la miniaturización de seres vivos. Cuando desactiva la máquina y abre la cámara, se encuentra con cinco personas de unos treinta centímetros de altura. Al principio Thorkel está satisfecho con los resultados, pero pronto descubre que la miniaturización no es permanente. A medida que el organismo de los afectados va deshaciéndose de la radiación, estos van recuperando poco a poco su tamaño habitual. Thorkel resuelve entonces matarlos para que no vuelvan a darle problemas cuando crezcan, y empieza por Bulfinch.
El resto de la película son los intentos de los otros por escapar del ahora (para ellos) gigantesco Thorkel y su no menos gigantesca morada, siempre limitados por su escasa altura. Abrir una puerta girando la manilla se convierte en un reto imposible, y Satanás, el gato negro doméstico de Thorkel, en una bestia mortífera.
Estos comparan su situación con la de Ulises, atrapado en la cueva de Polifemo el cíclope, y de ahí viene el Dr. Cyclops (Doctor cíclope) que da título a la película. De hecho, inspirándose en esa leyenda, según la cual Ulises logró escapar tras cegar al cíclope, deciden romper todas las gafas del Dr. Thorkel. La vista del doctor está muy degradada y depende por completo de sus gafas para sus quehaceres diarios. Logran romperlas todas menos una a la que solo le quiebran una de las lentes, limitando la visión de Thorkel a un solo ojo, en un nuevo paralelismo con el mito del cíclope.
Finalmente, tres de ellos logran acabar con su captor, sobrevivir el tiempo suficiente para recuperar su altura normal y volver a la civilización… como dueños de una enorme explotación de pechblenda, lo cual no está nada mal como compensación por lo sufrido.
La película se caracteriza por tener unos efectos especiales bastante avanzados para su época y presupuesto. Las escenas de las personas reducidas de tamaño, que hoy en día se hacen por ordenador, se lograron mediante una combinación innovadora de trucos de cámara, juegos de perspectiva y decorados gigantes.
Se fabricaron sillas y mesas de diez metros de altura, y todo tipo de objetos comunes desproporcionadamente grandes, para que cuando los actores se subieran a ellos parecieran minúsculos en comparación. De todo esto se encargó Farciot Edouart, un especialista en retropoyección que ya había supervisando las escenas de interacción entre personajes y entornos a distintas escalas en Alice in Wonderland (1933).
La parte en la que los personajes están reducidos de tamaño está muy bien llevada en el apartado técnico, pero tratada con excesivo humor. Eso hace que sea difícil tomársela en serio a pesar de lo convincentes que resultan los efectos especiales. Además, inicia como una película de terror, con música lúgubre y una escena en la que Thorkel mata a un ayudante haciendo circular radiación por su cabeza hasta que la carne del rostro se le transparenta y vemos su cráneo, como en una radiografía. Pero luego pierde ese ambiente de terror y se convierte en una película de aventuras ligera.
Aun así, es perfectamente disfrutable. Yo al menos la disfruto como una enana… si me permitís el chiste malo.
Dr. Cyclops. 1940. Tom Kilpatrick, Malcom Stuart Boylan (guion) Ernest B. Schoedsack (director). Albert Dekker, Thomas Coley (actores principales) Janice Logan (actriz principal) Paramount Pictures. Editada en DVD en 2008 por Látelier 13 Pictures.
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