EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ! RETOS LITERARIOS 2022
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Comenzamos nuestro reto literario de este año con “un libro que transcurra durante una fiesta o celebración”. Hemos escogido a tal fin uno de los bolsilibros de Juan Gallardo Muñoz, bajo su seudónimo habitual de Curtis Garland. Es un bolsilibro por tamaño de página, no por extensión, ya que pertenece a la colección Selección Terror Extra. Son 191 páginas de letra minúscula y apretada, que pasada a un formato más convencional podría dejarnos fácilmente con un libro de unas 300 o 350 páginas.
Con este título volvemos al tema preferido de Juan Gallardo, Jack el Destripador. En realidad, el asesino es otro, salido por completo de la imaginación del autor, pero tiene muchos aspectos en común con el caso de Jack: acecha en las neblinosas calles de Londres, ataca con una precisión quirúrgica, y tras matar se lleva una parte del cuerpo como trofeo. La policía también recibe cartas anónimas relacionadas con los crímenes, pero no para reivindicarlos, si no para anunciarlos. Un extraño personaje que firma sus misivas como Un vidente anuncia a la policía cuando y aproximadamente donde se producirá el siguiente crimen, y les suplica que hagan lo posible por evitarlo.
Los hechos tienen lugar en el año 1887, durante el Jubileo de Diamantes de la reina Victoria. He buscado en que consisten exactamente los jubileos, y al parecer eran fiestas religiosas de origen hebreo adoptadas por el cristianismo, durante las cuales, a modo de buena acción, se animaba a los participantes a perdonar deudas económicas contraídas con ellos o poner en libertad a alguno de sus esclavos.
La reina celebra sus sesenta años en el trono, y los periódicos no tienen más titular que ese. Se quiere crear para la ocasión una sensación general de triunfalismo, y los periódicos no se hacen eco de ningún tema sórdido o deprimente.
Amparado por esto, un misterioso asesino comienza a actuar. Mata mujeres, siempre alrededor de las doce la noche, siempre decapitándolas de un solo golpe, y llevándose la cabeza con él. No se limita a prostitutas, como Jack, si no que estas pueden pertenecer a cualquier condición y clase social. La prensa no alerta a la población de este asesino para no ensombrecer la celebración del jubileo.
El protagonista es Talbot, un marinero americano que aprovecha una parada en puerto de su barco para ir a visitar a Maggie, su cuñada. Esta le explicó por carta, varios meses atrás, que su marido (y hermano de Talbot) había muerto en un accidente. Cuando trata de localizarla se entera por Molly (una amiga de esta) que ha sido la segunda víctima del asesino. La joven le explica que, al quedarse viuda, Maggie tuvo que buscarse un trabajo para vivir y terminó de corista en un club nocturno, profesión a la que también se dedica Molly.
Acude a Scotland Yard para informarse de primera mano sobre lo ocurrido, pero lo único que logra es convertirse en sospechoso. Su llegada a puerto se produjo solo un día antes del asesinato de su cuñada, y el inspector a cargo del caso considera que pudiera ser una trama de celos familiares.
Talbot descubre también que Maggie había comenzado ya una nueva relación con un muchacho llamado Archie, pero la policía lo ha descartado inmediatamente como posible culpable porque pertenece a una familia adinerada y su padre es ministro. Nosotros podemos descártalo también porque poco después de la muerte de Maggie, Archie sufre una parálisis cerebral sifilítica y queda reducido casi a un vegetal, a pesar de lo cual los asesinatos continúan. Su padre, James, clama al cielo que habría que exterminar a todas las prostitutas y coristas de la ciudad por lo que le han hecho a su hijo. ¿Quizá demasiado evidente para ser un candidato serio a culpable? No lo descartemos por el momento y veamos quien más hay en nuestra lista de sospechosos.
Hartman, el dueño del cabaret donde trabajaba Maggie (que es también donde trabaja Molly, de eso se conocían), es al parecer un pervertido que suele acosar a sus chicas, amenazándolas continuamente con despedirlas si no son amables con él. Como Talbot acaba de llegar a Londres y Molly es la única persona con la que ha trabado amistad, se acostumbra a ir a esperarla a la salida del trabajo para acompañarla hasta casa. En una de esas ocasiones se encuentran con Hartman, que parecía estar esperando a Molly para hacerse el encontradizo en plena noche, y no puede reprimir una mirada de odio al verla acompañada. Lo pondremos en la lista.
Una de la victimas es una enfermera de un hospicio de beneficencia. Virginia, la directora del centro, es una mujer alta, seria, de fuerte carácter, que lamenta la pérdida de su compañera pero no parece especialmente impresionada. Tiene conocimientos de cirugía y a todas partes le sigue un extraño y taciturno hombretón de escasa inteligencia, obediente hasta el servilismo, y con una musculatura a considerar. Son una pareja extraña que nos hacen pensar en un doctor Frankenstein y su Igor, por lo que vamos a añadir a la cirujana y su goriláceo sirviente a la lista, también.
El misterioso vidente que presiente los crímenes resulta ser un hombre enfermizo llamado Carruthers. Sufre lagunas de memoria de varias horas, precedidas por una serie de visiones fragmentarias en las que ocasionalmente reconoce alguna calle o persona, pero nada muy concreto. Tras cada una de estas visiones escribe una apresurada nota a Scotland Yard y paga unas monedas a algún mozuelo de la calle para que la lleve corriendo y la entregue en mano. Cuando se descubre su identidad, tanto la policía como Talbot lo interrogan por su cuenta. No logran sacar nada en claro, pero no descartemos a nadie por el momento.
Talbot se va implicando cada vez más en la investigación, al principio para disgusto del inspector, que lo considera un entrometido, pero luego comienza a darse cuenta que sus razonamientos y su interpretación de los hechos y las pistas no son nada malos. Llega un momento en que incluso le hace participe de las novedades del caso a medida que estas llegan hasta él.
Es así como conoce a Clifford, el forense encargado de hacer las autopsias a los cuerpos, que deja caer que va a pedir un aumento de sueldo debido a que los asesinatos le suponen una carga de trabajo superior a la habitual. Me recuerda a aquella noticia (real) del bombero que provocaba incendios creyendo que así le aumentarían el sueldo por considerarlo más necesario.
También nos enteramos que el forense tiene una amante de alquiler a tiempo completo desde hace un par años (quizá por eso necesita un aumento de sueldo, el pillastre). Pero va a despedirla porque tras dos años de convalecencia en un hospital por problemas cardíacos, su esposa ha sido dada de alta y regresa a casa, y una sobrina de ella va a llegar a la ciudad para cuidarla. Esto es uno de esos secretos a voces del que está al tanto incluso su mujer, y de hecho Clifford nunca ha hecho nada por ocultarlo. Quizá deberíamos anotarlo también en la lista, aunque sea por el asunto económico.
Pues bien, una vez elaborada la lista de sospechosos, pasamos a los descartes. El joven Archie acaba demasiado perjudicado por su enfermedad como para ser un peligro para nadie salvo para sí mismo. Virginia queda descartada también cuando pasa de ser sospechosa a una más de las víctimas. Esto descarta automáticamente a su Igor, que vemos que es como un niño pequeño y que sin ella para guiarlo no tiene iniciativa ninguna. Con cada vez menos gente a la que vigilar, Talbot va estrechando el cerco en torno al asesino y cuando este aparece para matar a Molly, lo reduce tras una breve pelea… ¡y resulta ser James, el padre de Archie!
¡Caso resuelto!… pero... pero... vamos por la página 127 y el libro tiene 191. ¡Es demasiado pronto para terminar! Además, el arma que empuñaba James es un pequeño estilete, nada con lo que se pueda decapitar a una persona, y menos de un solo golpe. Todo apunta a que el padre de Archie simplemente trataba de matar a una mujer de clase baja al azar, ofuscado por la enfermedad de su hijo, y que el verdadero asesino sigue libre.
Las muertes prosiguen, pero el asesino se muestra ahora mucho más descuidado. Algo ha cambiado en su patrón de actuación y a pesar que Carruthers, desde que fue interrogado por la policía no ha tenido más visiones, en sus dos siguientes crímenes el asesino está a punto de ser capturado, y logra huir precipitadamente.
Talbot, guiándose por un comentario de Carruthers, localiza un pequeño local clausurado que antaño fue la tienda de un taxidermista. Allí, entre instrumental y frascos cubiertos de polvo y telarañas, encuentra las cabezas recientemente disecadas de las cuatro primeras víctimas, y también al verdadero asesino, que no es otro que el propio Carruthers. El supuesto vidente no era más que un esquizofrénico. Lo que él interpretaba como visiones del futuro, en las que veía a una joven siendo asesinada en un barrio de la ciudad, eran en realidad los planes que él mismo elaboraba de forma inconsciente para interceptar a su victima ya escogida, cuyos horarios y rutas se había aprendido, y acabar con ella. El asesino al que intentaba detener con los anónimos que enviaba a la policía era él mismo, actuando sin ser consciente de ello durante sus lagunas de memoria.
Carruthers recibe varios disparos de Talbot cuando se abalanza sobre él machete en mano, y en su agonía tiene una fase de lucidez en la que, viéndose a las puertas de la muerte, confiesa ser el asesino de las cuatro mujeres. De las cuatro… aunque se nos ha descrito la muerte de seis. ¿Hay por tanto un tercer criminal? Pues si estáis preparados para el gran spoiler final, seguid leyendo.
Las dos últimas víctimas, una vez identificadas, resultan ser la amante del forense y una estudiante francesa recién llegada a Londres. Siguiendo esa ley del Pulp según la cual el protagonista, sea cual sea su profesión, siempre está un paso por delante de la policía, nuestro marinero descubre que la esposa del forense es francesa, que la última víctima (la estudiante francesa) era la sobrina que acudía para cuidarla, y que, en realidad, la pobre chiquilla y la amante del forense fueron ambas asesinadas por este.
Clifford ha sido el responsable de las dos últimas muertes, que Carruthers no predijo simplemente porque no las planeó. ¿Pero si todo el mundo sabía y hasta su esposa aceptaba que Clifford tuviera una amante en su ausencia ¿Por qué matarla? ¿Y por que matar también a la sobrina? Pues porque Clifford y la amante decidieron matar a la esposa para seguir juntos. Aprovechando que el asesino hacia desaparecer las cabezas, hicieron pasar el cadáver decapitado de la esposa por el de la amante, poniéndole las ropas de esta, y caracterizaron a la amante como la esposa para que se quedara “legítimamente” en la casa. El acabar con la chiquilla francesa, que es la pista que finalmente lleva a Talbot a su conclusión final, fue simplemente por miedo a que la joven, aunque no veía a su tía desde niña, se diera cuenta que la mujer de la que cuidaba no era ella.
Si algo tienen de malo las historias de Juan Gallardo, es que para lo breves que son, están tan detalladas y enrevesadas y tienen tanto personaje que se tarda casi lo mismo en explicarlas que en leerlas. Este autor, de haber nacido hace treinta o cuarenta años, probablemente tendría reconocimiento internacional y sería conocido como “El Stephen King español” o algo así. Pero nació hace noventa años y le toco escribir la mayor parte de sus obras bajo seudónimo y en una situación social en la que incluso leerlas estaba mal visto, y había que comprarlas casi a escondidas en los kioscos y llevártelas a casa envueltas en el periódico.
Uno de los motivos por los que compro libros casi exclusivamente en mercadillos y tiendas de segunda mano, es (además de por el reducido precio) por el bagaje que muchas veces traen estos libros viejos y manoseados. En ocasiones te encuentras con el nombre o la firma de uno o más de los antiguos dueños. Un sello, foto o postal olvidado en su interior a modo de improvisado marcapáginas. Una aplastada flor puesta a secar entre el papel. Un tiquet del tren o autobús en el que viajaban mientras lo leian. Pasajes subrayados que nos permiten saber que frase les llamó especialmente la atención. O alguna apresurada anotación en las cubiertas interiores, desde sumas y restas a listas de la compra.
En este me encontré algo bastante curioso: dos notas de amor.
La de la portada dice (corrigiendo las faltas de ortografía y puntuación) “Cariño, he estado aquí. Te quiero. Carlos”. La de la contraportada, más interesante, dice “Maribel, te pido por favor que dejes a tu marido. Ven conmigo. Siempre tu enamorado. Carlos”. ¡Resulta que tenemos una segunda historia de posibles infidelidades (y quien sabe si hasta de crimen pasional) plasmada en las cubiertas del libro!😱
Hagamos un poco el papel de detective y deduzcamos cosas. “He estado aquí” anotado en un libro que pertenecía o se tenía la seguridad de que iba a ser encontrado por la destinataria del mensaje indica que “aquí” puede ser la propia casa de la tal Maribel o su lugar de trabajo, donde se había dejado el libro. Y parece una jugada muy arriesgada a no ser que el marido de Maribel fuera tan poco aficionado a la lectura que bajo ninguna circunstancia se le ocurriera, si quiera por curiosidad, hojearlo.
¿Eran Carlos y Maribel amantes? ¿Era Carlos un acosador obsesionado con una mujer felizmente casada? ¿Las dos notas las escribió la propia Maribel como una fantasía en la que se refugiaba en sus horas de soledad, convirtiéndose a sí misma en la protagonista de su propio bolsilibro romántico? Quizá nunca lo sepamos… o quizá encontremos más notas similares en otros bolsilibros.
Bueno, pues esta ha sido nuestra primera lectura del año del reto conjunto Retópata & Quelibroleo 2022 y... ¡Hey! ¡Que casi se me olvida! Talbot y Molly se casan, por supuesto, que si eso de que todos los marineros tienen una novia en cada puerto fuera cierto, el 80% de los hombres estarían embarcados.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Jubileo Macabro. 1982. Curtis Garland [Juan Gallardo Muñoz] (texto) Sampere (portada). Selección Terror Extra nº 5. Editorial Bruguera S.A.
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