EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ! RETOS LITERARIOS 2022
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Para el punto “una novela con un número superior a diez en el título” del Reto literario 2022 hemos escogido una historia que trata sobre encontrar una calle. No parece algo demasiado complicado de lograr: puedes preguntar a un transeúnte o al dueño de un comercio, pedir ayuda a un policía, subirte a un taxi (o en el caso de nuestro protagonista, Peter Munro, a un carruaje) y darle la dirección, o comprar un mapa de la ciudad. El problema al que se enfrenta Peter, es que la calle que busca no existe, a pesar que ha estado en ella.
Recién llegado a París, nuestro protagonista decide empaparse del ambiente de la ciudad buscando lo que durante muchos años fue lo más famoso y representativo de esta: las prostitutas. En su primera noche, ya bastante borracho, vaga por un callejón con una escotada y achispada dama enganchada a cada brazo, y antes de darse cuenta se halla solo y perdido en una ciudad que no conoce. Mira la placa de la calle en la que se encuentra: Rue Morgue. ¡Extraño nombre!
Tratando de orientarse o encontrar a alguien que le pueda indicar como volver a su hotel, recorre la calle hasta vislumbrar a una mujer envuelta en una capa de seda roja, que le dedica una enigmática mirada antes de alejarse. Intrigado, Peter la sigue, pero la pierde de vista rápidamente, adentrándose aun más en la calle.
Agotado por el alcohol y la trasnochada, se acerca como una polilla a la única luz encendida de la calle, que resulta ser el escaparate de una funeraria. En el piso superior del mismo edificio se anuncia una pensión, y Peter entra en ella con intención de dormir la mona y buscar su hotel al día siguiente.
Toma una habitación en la pensión, pero la suya no va ser una noche de descanso. Él es el único ser vivo de la pensión, pero aún no lo sabe. La dama de la capa roja se hospeda allí también, y se le presenta como Suzanne du Marier. Su piel es fría y marmórea, y dice estar allí para cuidar de su marido enfermo. Peter tiene ocasión de conocer también al marido, pero este parece un cadáver en avanzado estado de putrefacción, que aún se agita y gime de dolor en la cama.
Durante la madrugada, una serie de extraños cánticos le atraen hasta una sala donde contempla un espectáculo grotesco. Varias parejas de ajados cadáveres danzan en una especie de ceremonia. Entre ellas están Suzanne y su marido, quien parece dirigir el aquelarre. Peter es descubierto y los muertos se abalanzan sobre él. Todos quieren convertirlo en uno de ellos, un muerto viviente condenado a una existencia de dolor y putrefacción atrapado por siempre en la pensión sobre la funeraria. Solo Suzanne sale en su defensa, dándole una oportunidad de huir de aquella locura. Peter salta por una ventana rompiendo cristales y postigos, y estrellándose contra el empedrado de adoquines de la calle un piso más abajo. Corre en busca de ayuda. Encuentra un gendarme, le acompaña a la comisaría… pero nadie ha oído hablar de ninguna calle Morgue, más allá de la que inventó Poe para su relato.
Peter trata de encontrar de nuevo la calle Morgue, obsesionado con la idea de regresar a la pensión para sacar de allí a Suzanne. No sabe si ella es también un cadáver viviente, un fantasma, o está en espera de convertirse en uno. No sabe si podrá rescatarla, pero está decidido a intentarlo. Pero la calle Morgue simplemente no existe. Con el paso de los meses, las magulladuras sufridas se curan y los recuerdos van enturbiándose, y Peter llega a dudar de haber estado allí. No puede concentrarse en trabajar, sus ahorros se agotan, y va pasando de una pensión a otra, cada vez más modesta, hasta convertirse en un indigente.
Un año después es ya tan miserable que los dueños de un bar le dan unas monedas para que vaya a comer algo. Sale tambaleándose del bar y, tras llenarse el estómago de pan, sopa y guiso baratos en una fonda, decide que ya ha tenido bastante. Que todo debió ser necesariamente una pesadilla. Que va a olvidarse de todo ese asunto y centrarse de nuevo en encauzar su vida.
Somnoliento por el ágape y el mal dormir, y perdido en sus cavilaciones, no se da cuenta de por dónde va. Cuando quiere orientarse para volver al viejo almacén en el que ahora duerme, busca la placa de la calle en la que se encuentra: Rue Morgue.
Ha vuelto a la calle, precisamente en el momento en que ha dejado de buscarla conscientemente. Se plantea el echar a correr, alejarse de ella, pero sabe que quizá jamás la vuelva a encontrar. En esta ocasión la calle parece más viva… por decirlo de algún modo, ya que todos sus habitantes son cadáveres, que existen en una triste imitación de vida en la que tratan de engañarse a si mismos. Peter conversa con el dueño de la funeraria bajo la pensión, y con el dueño de una tienda de empeños. Les pregunta por Suzanne du Marier, pero uno de ellos le dice que murió hace más de diez años, y el otro que murió hace más de veinte. Pero él estuvo en esa calle y conoció a Suzanne hace solo un año ¿Cómo funciona el tiempo en la esquiva calle Morgue?
La pensión en la que conoció a Suzanne está abandonada. Es una ruina a cargo de un vigilante que, curiosamente, está vivo y le habla de los muertos que habitan el lugar como si se tratara de una leyenda de fantasmas ¿Cuántas épocas y realidades coexisten en ese enclave? De nuevo en la calle, un grito desgarrador lo atrae a la funeraria. En uno de los ataúdes encuentra encerrada a Suzanne… pero no es la que conoció, si no que parece una versión más joven de ella. Se trata de su hija. Una hija que tuvo hace veinte años, pero al mismo tiempo, después de conocer a Peter un año atrás.
Peter saca a la joven, llamada Suzanne Furneaux, del ataúd e intenta llevársela de esa calle enloquecida. Pero el marido de Suzanne du Marier sigue pululando por el lugar. Fue él quien atrajo a la hija ilegítima de su esposa a la calle Morgue esa misma noche para convertirla en parte de su mundo de muertos vivientes.
Peter y la señorita Furneaux logran escapar de él y de la funeraria, y corren hasta la entrada de la calle. Tan pronto como se vuelven, es otra calle la que ven. La Rue Morgue ha vuelto a quedar perdida en su propia realidad. A la mañana siguiente, ambos van a una iglesia y pagan una misa por el descanso del alma de Suzanne du Marier, y siguen pagando misas por ella en cada una de las iglesias de París. Y si tenéis una cierta experiencia con esto de los bolsilibros, sabréis como terminan un hombre y una mujer que van de iglesia en iglesia.
En resumen, otra gran historia de Juan Gallardo. En esta, más que la historia en sí, lo que trabaja es la atmósfera. Las descripciones que hace de la propia calle, de los edificios, y de la ruina moral en la que se sume Peter durante su año de búsqueda frenética e infructuosa, es magnífica. La forma en la que juega con la mezcla de tiempos y realidades me ha gustado mucho también, así como algunos pequeños detalles en torno a toda esa trama de vida más allá de la vida.
Uno de ellos, por ejemplo, es la mujer de la capa de seda roja que encuentra al inicio de la historia y luego pierde de vista. En su segunda visita a la calle Morgue, esa capa está entre los objetos del anticuario, y Peter se da cuenta tiene grabadas las iniciales SF. Estas iniciales se corresponden a Suzanne Furneaux, no a Suzanne du Marier
¿Cómo interpretamos esto? ¿Qué al entrar en la calle por primera vez, lo que vio fue a la hija en el momento en que, un año más tarde, se adentraba ella en la calle? ¿O fue la capa una pista que la madre pretendió dejarle a Peter queriendo hacerle saber que la hija que aún no había tenido necesitaría ser salvada pasados veinte años?
Quizá sea mejor no pensar demasiado en ello, porque podríamos sentir la tentación de tratar de llegar hasta la Rue Morgue para averiguarlo.
Para continuar nuestro reto literario, nos alejaremos cuanto más mejor de esta sórdida calle, en un viaje A ras del mar de la mano de Milagros López López.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Rue Morgue 13. 1976. Curtis Garland [Juan Gallardo Muñoz] (texto) Miguel García (portada). Selección Terror nº 192. Editorial Bruguera S.A.
Pues éste ha estado muy bien, suena muy interesante 🙂, me ha gustado.
ResponderEliminarGarland raras veces decepciona 😊
EliminarInteresante, aunque creí que la figura de Suzanne hacia referencia al relato de la máscara de la Muerte Roja. También hay un relato de Poe en que una mujer tiene una hija que es igual que ella, creí que la hija de Suzanne hacia referencia a ese relato.
ResponderEliminarDe todas formas un bolsilibro que apunto para futura lectura
Puede ser que tuviera esas referencias en mente cuando lo escribió. Varios de los bolsilibros de Garland comienzan con una cita de Poe o Lovecraft, que parecían estar entre sus autores preferidos.
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