EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Eeeeh! ¿Estamos en el Dia del Libro y no tenemos ningún comentario sobre un libro preparado? ¡Un error terrible por nuestra parte! En nuestra defensa diré que llevamos un par de días atareados con otros asuntos y en realidad estamos publicando artículos que teníamos ya escritos y en reserva. A ver si para mañana podemos preparar algo más literario.
Y hablando de errores, lo que veremos hoy es una película que… ¡uf! ¿Cómo decirlo? Parece uno de esos antiguos pasatiempos de las revistas tipo “Busca los siete errores en esta ilustración” … solo que en lugar de una ilustración es una película, y hay muchos más que siete.
Seamos serios. Grabar una película es muy caro. Cada día de rodaje representa un gasto enorme, y muchas veces hay películas que se comercializan con errores: micrófonos en el encuadre, cowboys del salvaje oeste que han olvidado quitarse el reloj digital de la muñeca, aviones sobrevolando un ejército de cruzados, monstruos alienígenas a los que se les ve la cremallera del traje…
Y no es porque nadie se haya dado cuenta de ellos, sino porque el presupuesto es el que es, y regrabar escenas implica hacer trabajar más horas de lo previsto a actores, iluminadores, cámaras, maquilladores, montadores, editores, más días de alquiler de los estudios, más días de catering para trescientas personas, y otra serie de gastos que muchas veces son inasumibles solo por corregir cosas como un micrófono asomándose en el encuadre. Contando con tiempo y recursos ilimitados todas las películas serían técnicamente perfectas, pero nadie cuenta con eso. Por ello los fallos de este tipo son cosas a las que no damos más importancia que la que tienen, y que es prácticamente ninguna. Pero en esta película, los fallos son casi un extra, porque la hacen mucho más divertida de ver. Si no estuvieran ahí, solo tendríamos una cinta bastante olvidable.
¡Vamos con la película! Un arqueólogo está enfrascado en la limpieza de unas vasijas que, por una conversación que mantiene por teléfono, nos enteramos que pertenecieron al ajuar funerario de un jefe indio llamado Seis Osos. El propio cráneo de Seis Osos forma parte del hallazgo. No va a tener mucho tiempo para disfrutarlo, porque una figura encapuchada aparece en su casa y acaba con él, con su ayudante, y con unos cuantos trabajadores públicos que había por ahí cerca. Lo único que el asesino se lleva es el cráneo de Seis Osos. De hecho, cuando mata al arqueólogo éste se derrumba sobre el estante en el que está el cráneo, y el encapuchado, en lugar de apartar el cuerpo, lo atraviesa de parte a parte con la mano para alcanzar el ansiado cráneo a través del estómago del arqueólogo. Solo por eso, ya se le perdona a la película la mitad de los fallos de continuidad que tiene.
Del cráneo de Seis Osos nos olvidamos, ya que no se lo vuelve a mencionar ni parece tener ninguna relevancia en adelante. Un grupo de militares que estaba de maniobras en el lugar también es eliminado, así como el que es enviado a buscarle. El tercero ya es nuestro grupo protagonista. El responsable de todas las muertes es el ser encapuchado que vimos al inicio, que parece ser alguna clase de espíritu.
Por lo que les cuenta un anciano indio medio ciego y medio loco, se trata del espíritu de Joe Boca de Algodón, un guerrero indio al que se le negó el matrimonio con la muchacha que él quería debido a que otro guerrero que también andaba tras ella había logrado más cabelleras para su gente. Enloquecido por esto, Joe comenzó a masacrar a su propia tribu hasta que la misma muchacha con la que quería casarse le disparó una flecha, que él no hizo nada por esquivar.
A partir de cuando se nos revela esto, la película se limita a mostrarnos a los militares deambulando al azar por un bosque mientras el espíritu aparece (la mayoría de las veces a caballo) para ir matándolos de uno en uno. No va específicamente a por ellos, sino que mata a todo el que se encuentra, incluyendo civiles que están por allí cazando o pescando. No hay más historia que esa y casi tampoco se le puede pedir que la tenga.
La película es lo que es, una excusa para mostrarnos un repertorio de muertes sangrientas, tiroteos, explosiones, y soldados diciendo cada uno su frase lapidaria de tipo duro: “Si puedes verlo, puedo darle”, “Si respira, puedo matarlo”, etc., y demostrando que lo que dicen son solo eso, frases. En el fondo es una especie de slasher pero con militares en lugar de con adolescentes. Mi muerte preferida es la de la soldado Cordero. El espíritu desaparece en frente de ella y, suponiendo que reaparecerá a su espalda, se da la vuelta y se queda apuntando en la dirección contraria para estar encañonándole cuando reaparezca... con una pistola descargada, por cierto, porque vemos como la carcasa de la misma está retraída. El espíritu reaparece entonces justo donde estaba antes, se encuentra a Cordero dándole la espalda y apuntando a la nada con una pistola vacía, y le hace estallar la cabeza con una maza de piedra.
Los diálogos son un horror, y muchos parecen improvisados sobre la marcha, como si no vinieran en el guion y el director les hubiese dicho a los actores cosas del estilo de “En esta escena haced reflexiones trascendentales” o “En esta otra decid cosas que suenen a jerga militar”.
El espíritu se supone que es el de un indio, pero su imagen es la de la clásica parca occidental. Emplea un amplio repertorio de armas, y algunas son indias, como la maza de piedra, una lanza, y un arco con flechas. Pero otras no, como un hacha de mano y un cuchillo de monte (ambos de fabricación moderna y que parecen recién comprados en un Walmart), una guadaña (antigua y de trabajo) y una espada (que es claramente medieval y estilo europeo).
En la sinopsis del DVD nos indican que el espíritu se manifiesta cada cincuenta años. Si esto fuera cierto, podríamos aceptar que se traten de armas de diferentes épocas en las que se ha manifestado y que ha ido coleccionando. Pero a lo largo de la película no se dice en ningún momento eso de que se manifieste regularmente cada cierto tiempo. Es más, diría que quien escribió la sinopsis del DVD lo hizo sin ver la película antes, ya que indica también que la acción tiene lugar en una selva del Pacífico cuando tiene lugar en un bosque de Norteamérica, en el antiguo territorio Cherokee. Y que a los militares los dirige el personaje que interpreta Casper Van Dien (el de Starship Troopers), cuando quien lo hace es el personaje interpretado por Michael Rooker.
El caballo que monta el espíritu cambia de color (marrón oscuro, marrón claro con manchas blancas, negro) a veces de un plano a otro de la misma escena. Lo mismo ocurre con la túnica del espíritu, que es de lana y está prácticamente hecha trizas en algunos planos y en otros es un impermeable de plástico. Los efectos especiales son el mínimo imprescindible, y hay escenas que recuerdan (o tratan de recordar) a películas como Depredador y Sleepy Hollow de forma muy descarada.
Hay incluso una toma en la que vemos un árbol al que le han pintado con spray blanco una flecha de dirección, y el espíritu pasa justo al lado de ese árbol. Imagino que el pobre tipo que hacía de espíritu no debía ver prácticamente nada con la máscara de esqueleto que llevaba puesta y le dibujaron varias señales como esa para indicarle por donde debía ir guiando el caballo. O quizá era para que el de los efectos especiales supiera donde debía insertar la imagen del espíritu apareciendo de pronto.
Lo peor de todo, con diferencia, es el propio espíritu encapuchado, al lado del cual El Señor de la Maldad de El Rescate del Talismán es el súmmum del maquillaje y la caracterización.
Cuando ya solo quedan vivos el capitán del grupo y una soldado malherida, el espíritu de Joe Boca de Algodón se mete en una planta química que había por allí en busca de nuevas víctimas. El capitán le sigue con la intención de convertir toda la planta química en una trampa con la que acabar con él. ¿Qué mejor final para una película de acción baratilla que una gigantesca explosión?
Una cinta terrible, pero, sinceramente… creo que de haber sido italiana y haberse filmado durante los ochenta, sería hoy en día una pieza de culto, o al menos, de cutreculto. Por desgracia para ella, la filmaron veinte años tarde y en el país equivocado. Es entretenida si la afrontamos con la actitud adecuada, e ideal para ver en sesión doble con Cementerio indio y debatir sobre cuál de las dos es más graciosamente peor.
PD: Mañana comentamos libro ¡Prometido!
Skeleton Man. 2004. Frederick Bailey (guion) Johnny Martin (director) Michael Rooker (actor principal). Two Sticks/Martini Films. Editada en DVD por Filmax Home Video.
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