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domingo, 24 de abril de 2022

LOS CRÍMENES DE LA CALAVERA

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                   ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Ayer, debido a otros compromisos previos, no tuvimos ocasión de publicar una entrada adecuada a El Día del Libro, así que la publicamos hoy. Es una reseña sobre un libro, que además está protagonizado por un escritor de libros, y que además es uno de los títulos escogidos para cubrir nuestro Reto Literario 2022. ¡Más adecuado para un Día del Libro, imposible!

El onceavo punto del reto es “Un rural noir”. Tuve que buscar lo que era un rural noir porque no conocía el término, y al parecer es una historia detectivesca o de sórdidos crímenes pasionales que tenga lugar en un pueblecito aislado o alejado de las grandes urbes. Y cuanto más pequeño y teóricamente más tranquilo sea el pueblecito, mejor. Para cubrir el punto he escogido este bolsilibro, que en realidad ya leí hace muchos años, pero creo es el que mejor encaja con el tema de entre los que disponemos aún sin comentar. Además, solo recordaba de él lo suficiente como para saber que podía entrar en la categoría de rural noir, así que lo he vuelto a leer entero de todos modos.

La historia empieza muy bien, con una mujer atravesando resueltamente un cementerio en plena noche y profanando una tumba concreta. De esta surge un esqueleto que afirma estar perdidamente enamorado de ella. La mujer se ofrece a darle un beso al esqueleto a cambio que este prometa recorrer eternamente el mundo haciendo todo el mal posible, y el esqueleto acepta. Los labios de seda de ella se unen con los dientes descarnados de él… y en ese momento se nos revela que esto no está sucediendo “de verdad”, sino que es lo que afirmó ver una mendiga demente, y que esta historia se convirtió con los años en una especie de leyenda local. ¡Vaya chasco!

Cada autor tiene su propio estilo, y el de Isabel era presentarnos un ser o suceso sobrenatural que luego resultaba tratarse de alguien disfrazado o de un aparatoso montaje mecánico decorado. Todos los autores de bolsilibro recurrían a esto de vez en cuando, y me parece bien, porque así se mantiene la incógnita de si al final será o no será algo sobrenatural. El “problema” de Isabel es que el ser o suceso sobrenatural resulta ser falso prácticamente en el 99% de las ocasiones y, además, esto se desvelaba antes de tiempo, al mismo inicio o a mitad del relato, negándonos incluso el giro final.

A pesar de ello, esta historia no está mal. Hay muchos personajes (aunque el número de estos se va reduciendo), la trama es bastante rebuscada, y hubo momentos en los que (en el papel de lector-investigador, tratando de deducir el culpable antes de que me lo explicaran) estuve totalmente perdido.

La acción se sitúa en el pueblecito inglés de Cottingttan, cuya economía depende de su mina de carbón. En palabras de uno de los personajes “hemos nacido aquí y estamos condenados a morir aquí, entre carbón y más carbón, y que no nos falte, porque entonces quizá nos faltará el pan”. Es un futuro poco halagüeño excepto para las dos únicas familias ricas del pueblo, los Cinney y los Dannat.

Los Cinney son los dueños de la mina, pero su situación económica (y, por ende, la de todo el pueblo) pende de un hilo, porque ésta es cada vez menos rentable. Los Dannat, en cambio, con negocios fuera de Cottingttan, nadan en la abundancia.

Cuando la mina parece ya abocada a la ruina, Jonathan Brimore, uno de los mineros, hace un descubrimiento: un filón de granito aurífero en una galería en la que solo están asignados para excavar él mismo y su hermano Albert. Inmediatamente piensa en la forma de extraer el oro en secreto mientras finge trabajar normalmente, y no revelar esto al sr. Cinney. Entonces, un cráneo parlante aparece brillando en la oscuridad al fondo de la galería para anunciarle que ha elegido ese lugar como su nueva morada, y le matará si vuelve por allí o le habla de lo que ha encontrado en esa galería a alguien más.

La siguiente vez que los hermanos Brimore acuden a la galería, se encuentran de nuevo con el fantasma… muerto, con un pico clavado en el pecho. El supuesto fantasma no era más que Cribbins, un tercer trabajador de la mina, que al parecer había encontrado antes que ellos el filón, y también lo quería para sí. Está disfrazado con un mono de trabajo negro y una máscara, en la que ha pintado la calavera con un material fosforescente.

Los hermanos, acostumbrados a discutir por todo continuamente, se echan la culpa uno al otro por el asesinato de Cribbins. Pero siguen adelante con la idea de buscar la forma de quedarse el oro para ellos, sin considerar lo más evidente: que podría haber un cuarto trabajador enterado del asunto y es él quien ha matado al supuesto fantasma. Se aseguran de que la veta de oro quede cubierta con escombros para que no sea visible cuando acuda la policía a llevarse el cuerpo, y siguen con sus planes.  

Poco después también la hermana de Cribbins aparece en las afueras del pueblo con un pico de minero clavado en el pecho. Cada uno de los Brimore supone que su hermano la mató en previsión de que Cribbins le hubiese contado a ella lo de la veta que había descubierto. Hay una nueva discusión con acusaciones cruzadas, pero ninguno denuncia al otro, porque al hacerlo terminaría sabiéndose lo del oro y perdiendo la oportunidad de quedárselo.

Nuestro protagonista es Mottes, un escritor de novelas policiacas que ha entrado a trabajar en la mina en busca de inspiración para un nuevo libro. Quiere cambiar de registro, escribir algo dramático sobre la dureza de la vida de los mineros, y ha ido a lo práctico, a experimentar por sí mismo esa vida. Esto es algo que no ha ocultado a nadie, y casi desde el inicio revela a sus compañeros de trabajo cuales son sus intenciones.

Al producirse los asesinatos en tan extrañas circunstancias (hermano y hermana asesinados, ambos con un pico de minero clavado en el pecho, y él disfrazado de esa forma tan particular), Mottes comienza a investigar por su cuenta. Ya sabemos que, salvo muy raras excepciones, en los bolsilibros la policía es un adorno, más que otra cosa, y casi nunca intervienen de forma decisiva salvo como refuerzo final del protagonista, cuando todo está ya resuelto.

Mottes ha empezado a salir hace poco con Yvonne, la secretaria del sr. Dannat, uno de los ricachones del pueblo. Una noche, volviendo de una cena-baile se encuentran con un cráneo brillante flotando furtivamente en la oscuridad, y Mottes se lanza contra él sin pensárselo. Tras un intercambio de puñetazos queda claro que se trata de otro humano disfrazado, que además está muy por debajo físicamente de Mottes. El individuo consigue huir, y tras perderlo de vista, Mottes encuentra el disfraz abandonado. Está confeccionado como el que llevaba el cadáver de Cribbins, pero no es el mismo.

La tercera víctima es Caroline, la hermana del sr. Dannat, asesinada en su propia mansión y en mitad de una fiesta nocturna. Las luces se apagan repentinamente y el brillante cráneo aparece flotando entre los invitados, que huyen despavoridos. En medio de la confusión. Alguien (quizá el mismo asesino disfrazado, quizá otra persona) clava un pico de minero en el pecho de Caroline. Este asesinato rompe el patrón que parecían estar siguiendo los otros dos, puesto que los Dannat nada tienen que ver con la mina.

Los hermanos Brimore siguen acusándose mutuamente de las muertes, pero da la impresión que lo hagan más por costumbre que por verdaderas sospechas. Como extraer una cantidad significativa de oro de la mina sin que nadie se dé cuenta parece imposible, cada uno de ellos traza su propio plan. Uno decide tratar de casarse con la muy poco agraciada y nada solicitada hija del dueño de la mina, y tras esto, hacer que la presencia del oro quede revelada de algún modo indirecto, para así convertirse a la larga en heredero de los beneficios de la familia Cinney. El otro hermano quiere algo más inmediato. Como no es ningún secreto que el sr. Cinney está casi arruinado y antes o después tendrá que vender la mina, su idea es contarle lo del oro al sr. Dannat para que este la compre a bajo precio, y él reciba una parte de los beneficios cuando comience la explotación de la veta.

Tras otra serie de sucesos y algún que otro asesinato más, Mottes llega a la conclusión que el supuesto filón fue todo un engaño del propio sr. Cinney. En la mina no hay más oro que el que él mismo compró e incrustó en la roca, en una galería con poca actividad, pero donde sabía que sería encontrado por alguno de los hermanos Brimore. Su intención era que estos hicieran correr la voz de que en la mina había una veta de oro para que el rumor llegara hasta el sr. Dannat y este se apresurara a comprar la mina por un valor mayor al que en realidad tiene como mina de carbón casi agotada, esperando encontrar oro.

Para asegurarse que las cosas salieran como las había planeado, contrató a una atractiva muchacha para que sedujera a uno de los Brimore y fuera encaminándolo en dirección correcta, sugiriéndole lo que debía hacer si los zoquetes se quedaban sin ideas. Pero todo el asunto se le fue de las manos cuando Cribbins encontró el oro antes que ellos y trató de asustarlos con la vieja leyenda del esqueleto viviente, para quedárselo él. El sr. Cinney tuvo que matar a Cribbins para que no desbaratara su plan, y seguir matando tomando él la identidad de la calavera para ir atando cabos y desviar al mismo tiempo la atención. Al final, la broma se salda con un pueblo entero aterrorizado por una vieja leyenda que siempre fue falsa, y los asesinatos provocados por la posesión de una riqueza que en realidad nunca existió.

Los únicos que sacan un beneficio de todo el asunto son Mottes e Yvonne. No se habla de boda al final, pero tras la confesión y espantosa muerte accidental del sr. Cinney, ambos terminan fuertemente abrazados, y tenemos la suficientemente experiencia en bolsilibros para saber lo que eso significa.  

Y de las profundidades de la mina saltamos a la inmensidad del mar para nuestra próxima lectura, Los estranguladores, de Emilio Salgari, en algún momento antes de final de mes. 

Puedes ver otro libro de esta autora pulsando aquí.

Los crímenes de la calavera. 1981. Ada Coretti [Isabel Irigaray Echevarri] (texto) Rafael Cortiella (portada). Selección Terror nº 458. Editorial Bruguera S.A.

2 comentarios:

  1. Vaya historia, el protagonista Mottes "decide meterse a minero buscando inspiración para un nuevo libro..algo dramático sobre mineros", lo que viene siendo un escritor de método. El día que le de por escribir sobre asesinos en serie habrá que ver la que lia.

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    1. 😂 Pues no te extrañe que haya también algún libro o película sobre eso.

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