MIAMIGRADO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                   ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Admito que para poder cubrir adecuadamente el punto “una ucronía” de nuestro Reto Literario 2022 necesité buscar qué era una ucronía, porque no conocía el término. Una ucronía es una historia de ficción en la que se altera el desenlace de un suceso histórico relevante, en plan “Alemania ganó la Segunda Guerra Mundial” o “La Gran Muralla china nunca pudo ser finalizada”. Y realmente creo este libro no entraría después de todo en esa categoría, ya que no cambia el desenlace de algo que ocurrió, sino que cuenta desde el inicio un suceso que en realidad nunca tuvo lugar.

La sinopsis del libro me hizo suponer que tendría relación con la crisis de los misiles cubanos, y que sería una prolongación ficticia de ese conflicto, pero después de leerlo he visto que no. El caso es que he dedicado unas seis horas a leerlo (una lectura bastante aburrida, por cierto) así que lo voy a reseñar igual, porque no me apetece ponerme a buscar otro más adecuado. Denunciadme.

Esta novela forma parte de una colección llamada Armageddon, que estaba compuesta totalmente por historias bélicas de diferentes autores y ambientaciones, sin más relación que esa entre ellas. Narra una invasión a los USA por parte de fuerzas conjuntas rusas y cubanas que parten de Cuba y se apoderan de Miami en un ataque relámpago. Le cambian el nombre a Miamigrado, porque en ruso la terminación grado viene a significar ciudad de o plaza (lugar) de, como en el caso de Leningrado o Stalingrado. Cortan el suministro eléctrico y las comunicaciones a toda ciudad y establecen posiciones en espera de acontecimientos.

En un principio, el gobierno norteamericano anuncia a su población que todo son unas maniobras de entrenamiento programadas y que no hay de que preocuparse. La realidad es que no quieren intervenir porque en ese momento el presidente está precisamente en Miami, de incognito, visitando a su amante. Creen que si hacen intervenir abiertamente a las tropas el presidente podría morir en la batalla campal resultante, así que inicialmente se mantienen al margen.

El vicepresidente pide explicaciones a Rusia, y esta le informa que no tienen nada que ver. La invasión ha sido una iniciativa del general que estaba al mando de las tropas rusas en Cuba. Como no saben lo que su general pretende, declaran que si en un par de días la situación no se ha resuelto, acabarán con él lanzando un arma atómica sobre Miami sin importarles que esto sea considerado como un acto de guerra por los americanos. Es algo totalmente absurdo, y supongo que los autores recurrieron a ello solo para introducir el elemento de tiempo limitado o cuenta atrás, porque de otro modo no se explica que los rusos contemplen eso como la única posible solución al conflicto.

El caso es que, puesto que el ejército norteamericano no reacciona, es la población de Miami quien lo hace. Por una parte, la mafia italiana organiza a todos sus matones de la ciudad para que se dediquen a hacer atentados contra las tropas rusas. También hay un sacerdote cristiano que, predicando desde el púlpito de su iglesia con un M-16 en alto, conmina a sus feligreses a que maten a tantos “servidores del infierno” como puedan. Un tercer grupo que los autores describen como “los negros alborotadores” toman también las armas, pero se dedican a saquear y vandalizar la ciudad sin motivo. La comunidad de inmigrantes cubanos de Miami se alza contra las tropas invasoras, pero está a su vez dividida en dos facciones. Una de ellas solo quiere defender sus nuevos hogares en suelo americano. La otra, quiere que el conflicto escale a algo verdaderamente sangriento para que se declare formalmente la guerra contra Cuba, y Fidel Casto sea eliminado. Para redondear, varios miles de civiles armados llegan espontáneamente desde todos los rincones del país para unirse a la guerra contra los invasores, llevando cada uno sus propias armas, desde rifles automáticos hasta tuberías de plomo.

Si hay alguien que piensa que la historia fue escrita con un estilo exagerado y tremendista tirando a cómico, se equivoca. Todo está contado con una absoluta seriedad, incluso acompañando las referencias a las armas que emplean los personajes con una retahíla de datos técnicos sobre estas, que parecen sacados de un catálogo.

El vicepresidente, al mando del país ahora que el presidente está atrapado en Miami, llega a un acuerdo con Rusia; una espía rusa y un agente federal retirado (que, casualmente o no, fueron amantes durante la Guerra Fría, recientemente concluida) deberán introducirse en Miami y obligar al general ruso renegado a ver una cinta de VHS en la que se le conmina a deponer las armas. No los envían a pegarle un tiro en los sesos y cortar el problema de raíz, sino a obligarle a sentarse en un sillón a ver una cinta de video, para que recapacite sobre lo inadecuado de su proceder.

La verdad es que no creo tener nada bueno que comentar de este libro. El planteamiento me ha parecido muy absurdo, está muy cargado de tópicos (los capos mafiosos italianos discuten lo que van a hacer mientras cocinan raviolis, por ejemplo) y el desarrollo de los acontecimientos me ha aburrido. Los personajes son simplemente un conjunto de tipos que se dedican a pegarse tiros entre ellos en plena ciudad. En cuanto cerré el libro, después de tres días dedicándole un par de horas por día a leerlo, fui incapaz de recordar el nombre de uno solo de los personajes, y eso solo me pasa cuando ninguno de ellos ha conseguido interesarme.

Para el próximo punto del reto, nos resarciremos de esta mala lectura con algo probablemente muy superior; Rinconete y Cortadillo de don Miguel de Cervantes.

Miamigrad. 1987. Jerry y Sharon Ahern (texto) Antoni Garcès (portada). Armageddon nº 2. Publicado en 1990 por Ultramar Editores S.A.