EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Ya estamos de vuelta de nuestras pequeñas vacaciones de nosotros mismos. ¿Sabéis que nos hemos encontrado al regresar? Calles vacías, tomadas por un aplastante calor que ha recluido a toda la gente que se lo puede permitir al interior de sus casas, en busca de aire acondicionado, ventiladores, abanicos, o como mínimo sombra y neveras con agua fría a mano. Un pueblo fantasma, o más bien un pueblo dormido. ¿Y no teníamos por algún lado un bolsilibro pendiente de leer con ese título?
La astronave terrícola Retriever (recuperador, salvador… o perdiguero, si hablamos de perros) aterriza en un nuevo planeta que se dispone a explorar. Media docena de hombres abandona la nave en un todoterreno para darse una vuelta por los alrededores. Dexter, nuestro protagonista, forma parte de ese grupo. Los dirige el profesor Karpatz, la incorporación más reciente y polémica a la plantilla de la nave. Karpatz es un individuo intransigente y tiránico que se toma cualquier sugerencia o corrección como un insulto personal imperdonable.
Karpatz ordena poner rumbo a una montaña cercana. Cuando llegan hasta ella, esta resulta ser una ciudad tallada en la misma piedra. Habitáculos similares a casas, con sus huecos de puertas y ventanas excavadas en la roca lo llenan todo, como una Petra alienígena. Parece deshabitada, pues no hay ninguna clase de movimiento ni nada que sugiera que lo hubo recientemente.
Mientras realizan un primer examen del lugar, el investigador que acompañaba a Karpatz cae misteriosamente desde una alta cornisa, matándose al instante. Cuando le comunican la baja a la Retriever, su interlocutor les avisa que van a quedarse solos unos días: uno de los tripulantes está afectado por una extraña enfermedad y van a volver a la órbita del planeta para realizar unos cultivos en gravedad cero en busca de la cura.
Al adentrarse más en la ciudad de piedra, divididos en grupos, comienzan a encontrarse a seres idénticos a los humanos encerrados en urnas de cristal. En un principio creen que son cadáveres de los antiguos moradores, conservados al vacío para mantener sus cuerpos incorruptos. Pero cuando Dexter y otro de los exploradores rompen accidentalmente una de las urnas, descubren que los supuestos cadáveres están vivos. La urna que rompen alberga a una adolescente rubia, impresionantemente bella, y vestida con abalorios y telas de oro.
La jovencita se reanima al instante, sin presentar signos de confusión. Se presenta como Myria y les explica que ella en realidad no pertenece a ese mundo. Fue raptada de su propio mundo y llevada allí, aunque no puede decir hace cuanto ni cómo. Cuando los tres intentan volver con el resto, alguien dispara una flecha contra ellos, matando al compañero de Dexter. Es otro de los exploradores, que al parecer ha enloquecido y matado al resto con algunas armas primitivas que ha encontrado en las casas. Dexter logra desarmarlo, y la reacción de su compañero demente es lanzarse por una ventana hacia una muerte cierta.
Dexter y Myria logran huir de la ciudad y alejarse con el todoterreno, pero al parecer son los únicos que lo hacen. Cuando Dexter se pone en contacto con la Retriever, recibo otro palo aún mayor. La enfermedad que estaban investigando se ha extendido por toda la nave. La persona con la que está hablando Dexter es el único superviviente, y está agonizando. La Retriever se ha convertido en un cementerio a la deriva, con lo que están solos, sin posibilidad de abandonar el planeta. Dexter y Myria se instalan provisionalmente en un bosque, cerca de un riachuelo, para reflexionar sobre su situación, y deciden volver a la ciudad.
Allí les espera otra sorpresa. Todos los habitantes de la ciudad de piedra se están despertando. Al principio no parecen hostiles. Hablan con uno de ellos, que les informa que toda su civilización se sumió en un sueño de más de trescientos años para escapar de una epidemia letal que no podían atajar. Han estado dormidos hasta ahora, para dejar morir la enfermedad, y ahora esperan que, tal como cuentan sus leyendas, sus esperados dios y diosa salvadores se manifiesten para guiarles en la conquista del universo.
La tecnología de los habitantes de la ciudad no parece ir más allá de arcos, espadas, corazas, y cinceles para tallar la piedra. No hablemos siquiera de naves espaciales ni nada parecido. Y son más o menos unos seis mil. Y aun así el hombre con el que hablan está convencido de que sus dioses les guiarán para, de algún modo, hacerse con el control de todos los planetas habitables del universo.
Dexter y Myria lo dejan estar para buscar alguien más centrado con el que hablar, pero de pronto, como obedeciendo una consigna de algún tipo, la actitud de los ciudadanos cambia de repente y se vuelven hostiles. Logran escapar en medio de disparos de flecha y refugiarse de nuevo en el bosque, cada vez con menos opciones. Algunos días después son descubiertos por un par de guerreros de la ciudad, pero estos vuelan con unos propulsores individuales y hacen pasadas sobre ellos disparándoles flechas. Dexter los abate con un arma de fuego que formaba parte del equipo del todoterreno, e interroga a uno de ellos mientras la vida escapa de su cuerpo. Al parecer su dios ya se ha presentado, pero su diosa (que resulta ser Myria) ha sido robada.
Aquí comienza una guerra de guerrillas en la que Dexter acecha la ciudad para buscar algún modo de mantenerlos a raya. Descubre que el dios de sus habitantes es el profesor Karpatz. Al parecer este ya conocía la existencia de esa civilización y sus leyendas, y decidió autoasignarse el papel de dios salvador. Fue él quien les despertó y les ha proporcionado los propulsores. También los está equipando con fusiles de gran calibre, anticuados pero letales. Y de algún modo, ha aumentado en varios miles el número de guerreros del pueblo.
Una patrulla de guerreros captura a Myria y la lleva a presencia de su dios. Es así como nos enteramos que Karpatz llevó al planeta en un viaje anterior una máquina que le permite acelerar la velocidad de multiplicación celular. Con ella puede acortar el tiempo de gestación de nueve meses a dos días, y convertir a bebés en adultos en otros tantos. Ha reducido a las mujeres del pueblo de piedra a poco más que reproductoras cuya única función es tener hijos, y a estos los transforma en guerreros introduciendo en sus mentes toda la información que necesitan para servirle, ni un ápice más. Los despertados y sus descendientes no son más que títeres a los que ha llenado la cabeza de fantasías para controlarlos con facilidad.
Su plan tiene, sin embargo, un fallo crítico. La radiación que emplea la máquina para hacer su trabajo continúa presente en el cuerpo de los embriones de crecimiento acelerado, y los hace envejecer a un ritmo muy superior al normal. Todos los nuevos soldados de Karpatz están condenados a morir de viejos unos tres meses después de haber tomado conciencia de su propia existencia, y cuando se dan cuenta de esto, se desata el pánico entre ellos. Es uno de sus propios hombres el que, finalmente, atraviesa con una espada el cuerpo de Karpatz al grito de ¿Por qué me ha hecho nacer para darme una vida tan corta?
Myria y Dexter (que, como todo buen héroe, había acudido a rescatarla) huyen de la ciudad de piedra. De regreso a su improvisado campamento encuentran allí a uno de los tripulantes de la nave, a los que creían muertos por la plaga. En realidad, la plaga nunca existió. Karpatz tenía un cómplice a bordo de la nave, y cuando fue descubierto y confesó lo que estaba ocurriendo, el comandante de la expedición decidió fingir lo de la plaga para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos en el planeta. Una explicación muy poco consistente, en mi opinión, pero un modo como cualquier otro de darles a los protagonistas la oportunidad de abandonar el planeta para pasar juntos el resto de sus días, en algún sitio más civilizado y acogedor.
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El pueblo dormido. 1975. Clark Carrados [Luís García Lecha] (texto) Miguel García (portada). La conquista del espacio nº 263. Editorial Bruguera S.A.
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