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martes, 30 de agosto de 2022

TARTARIN DE TARASCÓN

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                  ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Para el punto “un libro fresco, divertido” de nuestro Reto Literario 2022, he escogido Tartarin de Tarascón, de Alphonse Daudet.

Tarascón es una localidad real de Francia, famosa (merecidamente o no, eso lo ignoro) por la gran tendencia a fantasear de sus gentes, que en muchos casos raya con los delirios de grandeza. Pero el tarasconense no miente, no de forma consciente al menos, solo exagera un poco... 

Para que os hagáis una idea, la tarasca, el monstruo mítico de tamaño gigantesco y furia incontenible, grande como una ciudad, recibe su nombre por este pueblecito… porque la tarasca es cómo describiría un tarasconense a una lagartija.

Y en Tarascón precisamente vive nuestro protagonista, Tartarin, epítome de todo lo tarasconense. A sus más de cuarenta años no ha salido nunca del pueblo, pero es tenido por todos como un gran explorador y aventurero ¿Por qué? Porque tiene la casa llena de armas exóticas, compradas por encargo y enviadas hasta él por correo. Porque tiene cientos de libros de aventuras y cacerías de fieras en tierras lejanas, y no cesa de hablar de lo que ha leído en ellos. Y para los tarasconenses, alguien que habla y se comporta como un aventurero, tiene que serlo por fuerza. 

Aun sin haber disparado nunca un arma contra nada vivo, Tartarin es el gran guerrero y cazador de Tarascón a ojos de todos. Nadie le discute cuando habla de las fieras que ha cazado en tal selva o de los enemigos a los que se ha enfrentado en tal lejano país, desde piratas a salvajes de la jungla, pasando por insurrectos turcos e indios cortadores de cabelleras. 

¿Qué no ha hecho Tartarin, a que adversario no ha combatido o que peligroso animal no ha cazado? Nadie parece ver nada raro en que todas estas historias que se cuentan sobre él sean del todo incompatibles con el hecho de que jamás haya salido de Tarascón.

La cosa cambia un día en que llega al pueblo una feria itinerante, que incluye varias jaulas de animales. En una de ellas hay un gran león, lo que dispara otra nueva serie de rumores y fantasías ¿Alguna vez Tartarin ha cazado un león? ¿Estará dispuesto a hacerlo? Al principio Tartarin se lo toma bien, dando por supuesto que, al igual que todos los otros rumores sobre él, la caza del león será algo que la imaginación popular simplemente terminará incorporando a su fama. Que, en algún momento, se pasará de “¿Se atreverá Tartarin a ir a cazar leones?” a “¿Os acordáis de aquella vez que Tartarin se fue a cazar leones?”, como ha ocurrido con todas las otras historias que se cuentan sobre él. 

Pero en esta ocasión no es así. Con el paso del tiempo los rumores y especulaciones sobre Tartarin y los leones se convierten en burla y no en leyenda. Los mismos que lo ensalzaban sin motivo lo convierten ahora en el hazmerreír del pueblo, también sin motivo. Ofuscado por esto, Tartarin decide ir a cazar leones de verdad. Lo anuncia a bombo y platillo, e invierte todos sus ahorros en los preparativos: ropas, armas, pertrechos, alimentos concentrados… finalmente, parte hacia la aventura, encontrándola sorprendentemente incomoda. 

Tras un viaje por mar de Marsella a Argel, que pasa intrépidamente mareado en su camarote, desembarca al fin en el continente de los leones. Fracasa en su primer intento al confundir la sabana con un huerto de coliflores y mata a un burrito creyendo que era un león. Decide entonces tomarse unos cuantos meses de descanso para quitarse el disgusto de haber matado al burrito. Así pues, alquila un palacete, se casa con una mora, se rodea de un grupo de gorrones que acuden todos los días a comer y beber a su costa… hasta que el ansia de aventuras se le despierta de nuevo y parte en busca de los esquivos leones. 

Durante varios meses más deambula por el país, acompañado de un supuesto príncipe desterrado que no es más que otro gorrón que se dedica a vivir a costa de él. Porque la vida de aventurero no es como Tartarin la imaginaba, así que su búsqueda de leones nunca se produce muy lejos de las ciudades. Tartarin carga en todo momento con una voluminosa tienda de campaña plegable que es incapaz de montar, y con una enorme reserva de provisiones de supervivencia incomibles. Cada noche acude a una ciudad a dormir bajo techo y a comer a la carta, pagando también los gastos de su parásito compañero. 

Finalmente, un león aparece súbitamente ante él, y Tartarin dispara los dos cañones de su escopeta en la testa del animal, matándolo al instante ¡Su primera pieza!... y también la última. El león resulta ser un animal viejo y doméstico que empleaban como reclamo en un templo, para mendigar. Tartarin es arrestado y debe vender todas sus armas y equipo para compensar a los dueños del león por la pérdida de este, puesto que el supuesto príncipe ha huido llevándose todo el dinero en efectivo del ingenuo tarasconense. 

Completamente arruinado, Tartarin emplea sus últimas monedas para enviar la piel del león, que le han permitido quedarse, a Tarascón. Demasiado avergonzado por su penoso desempeño como para volver al pueblo y enfrentarse a las burlas de sus vecinos, regresa como buenamente puede con su esposa mora. Durante su ausencia, a esta le ha faltado tiempo para buscarse unos cuantos amantes. Cuando Tartarin llega a la casa, la encuentra llena de hombres acabando con las últimas existencias de su despensa mientras su supuestamente virtuosa esposa baila encantada para ellos. 

Hastiado ya de una vida de aventuras reales y añorando las que leía en sus libros, vuelve a Tarascón viajando gratis en un barco gracias a que mantiene una tenue amistad con el capitán. En su regreso lo acompaña un viejo dromedario que parece haberle tomado cariño, y al que le resulta imposible dar esquinazo. 

Así pues, Tartarin y el dromedario terminan llegando a Tarascón, agotados y famélicos, donde para su sorpresa son recibidos como héroes. La piel de león ha llegado antes que ellos, y se exhibe en el pueblo como si se tratara del mismísimo Vellocino de Oro. En la fabulosa imaginación de los Tarasconenses, ese león es solo uno de los cientos que debe haber cazado su paisano, sin duda mientras luchaba a brazo partido con insurrectos y llevaba a cabo exhibiciones de valentía de un extremo al otro del continente... Todo lo cual, naturalmente, Tartarin se apresura a confirmar. Y de este glorioso modo concluye la primera (y con diferencia, la mejor) aventura de Tartarin.

Daudet escribiría otras dos, Tartarin en los Alpes y Port Tarascón. Esta última también forma parte de nuestra biblioteca y la tendremos a mano para reseñarla. Pero quizá el año que viene, o al siguiente… demos antes un merecido tiempo de descanso a este esforzado cazador de leones.

Nuestra próxima lectura no será divertida, precisamente. Nos trasladaremos a Arkham para ser testigos de los horribles experimentos de Herber West, reanimador, de H. P. Lovecraft.

Les aventures prodigieuses de Tartarin de Tarascon. 1872. Alphonse Daudet. Publicado en 1975 por Editorial Ramón Sopena. 

3 comentarios:

  1. Casi, casi hemos coincidido en tiempo en la lectura de esta historia; como puedes ver en la biblioteca, ésta ha sido la gran aventura de esta semana. Ha estado bien aunque hay pequeñas diferencias con lo que leo en tu resumen (no aparece una feria en el pueblo, tampoco se casa con nadie...).

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    1. Es normal. Las versiones en comic de los libros suelen omitir cosas o simplificarlas. Pero si no aparece una feria con un león en el pueblo ¿qué es lo que le impulsa a ir a cazar leones?

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    2. Cuentan que como Tartarin siempre está hablando de las aventuras que ha "vivido", todos coinciden en que en algún momento u otro ha proclamado que no estaría tranquilo hasta que cazara un león como mínimo. Así, se ve rodeado por la presión de sus compañeros de caza que le retan y le alientan a ir y su propio orgullo que le hace tomar una decisión digna y en concordancia a todas las mentiras que ha contado.

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