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viernes, 16 de septiembre de 2022

TUROK, EL GUERRERO DE PIEDRA

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, primitivos cazadores.

Turok, el guerrero de piedra es un comic de 1954, del cual solo tenemos este ejemplar. Trata sobre un guerrero indio nativo americano que vive todo tipo de aventuras en un mundo prehistórico lleno de dinosaurios y animales, que en realidad nunca coincidieron en los mismos lugares o épocas. Sus historias recuerdan mucho a las de Tarzán, y muy probablemente trataban de emular estas. 

La historia de Turok comienza cuando este, el mejor arquero de su tribu, se aleja de su poblado para cazar y termina internándose en una misteriosa cueva que le lleva hasta un mundo llamado La Tierra Perdida. Este lugar es básicamente una mezcolanza de todas las etapas de la Tierra prehistórica, y en él pueden encontrarse juntos humanos, dinosaurios, y grandes mamíferos. A medida que los comics fueron avanzando, las historias de dinosaurios, guerras tribales cavernícolas y caza de búfalos en la jungla se fueron quedando cortas, y se empezaron a introducir elementos fantásticos cada vez con más frecuencia: invasiones alienígenas, aparición de grandes robots, el regreso de civilizaciones tecnológicamente avanzadas anteriores a la humanidad… 

Como me explicó alguien mucho más metido en el asunto de Turok que yo, más adelante se nos diría que en realidad La Tierra Perdida no era tanto un lugar como una especie de anomalía dimensional, un sumidero al que iban a parar fragmentos de otros tiempos, justificando así todos los anacronismos tanto cometidos como por cometer.

El personaje fue moderadamente popular en su momento, pero cayó en el olvido hasta que en 1993 Valiant Comics lo rescató para una nueva línea de comics. Acclaim Entertainment, que en aquel entonces andaba a la caza de franquicias, compró los derechos de Turok para convertirlo en un videojuego: Turok, Dinosaur Hunter. El juego, lanzado en 1997, fue un éxito absoluto, una especie de Doom ambientado en una selva con dinosaurios y extraterrestres, en el que igual podíamos empuñar un arco primitivo que un cañón de rayos láser gigante. A este juego seguirían otros cinco en diferentes plataformas. 

Algo que se hizo muy bien con este personaje fue no cambiar nunca su origen. Cada cierto tiempo, cuando los propietarios de los derechos consideran que es necesario darle un nuevo impulso a una franquicia, renovar su estilo, o introducir alguna variación importante en la trama, lo que se suele hacer es reescribir el origen del personaje, o cambiarlo por completo. Esto no se hizo con Turok. En lugar de ello, las diferentes etapas de cambio de estilo correspondieron a sucesivos descendientes de Turok. Se creó así una macrosaga familiar en la que, sin cambiar al personaje original, se justificaba que este (o alguien muy parecido a él) apareciera en diferentes épocas y lugares, y dispusiera de armas cada vez más avanzadas. Los videojuegos que se hicieron sobre el personaje y una película de animación de 2008 mantuvieron esto.   

El comic que tenemos aparece con el título de portada La bestia agradecida pero no encontramos en él nada parecido al agradecimiento. No por parte de una bestia, al menos. Cada criatura con la que se topan Turok y Andar (otro guerrero o cazador de su tribu, igualmente atrapado en La Tierra Perdida) intenta matarlos. Es posible que este ejemplar saliera con las portadas de otro, o que debido al cambio de maquetaje (comics de distintos países o editoriales tienen diferente número de páginas y a veces no se corresponden con los originales) los cómics avanzaran más rápido que las portadas. Esta es una reimpresión española de la versión mexicana, hecha a su vez a partir de la norteamericana, así que puede que con todos los cambios de formato y número de páginas algunas portadas simplemente se desordenaran respecto al contenido. 

Las historias que nos encontramos son dos: Rumbo a las grutas y El niño del volcán. En la primera, Turok y Andar están buscando el camino de regreso a su propio mundo. Son atacados por una pareja de pteranodones y Turok logra abatir a uno con sus flechas, mientras que el otro atrapa a Andar y se lo lleva de regreso a su nido, con la sana intención de alimentar a sus crías con él. 

Turok se encamina a las montañas hacia las que se fue volando el ptenarodon, debiendo enfrentarse sucesivamente con una serpiente gigante, luego un smilodon (tigre prehistórico), y para terminar un megaterio (perezoso gigante). Finalmente llega a las montañas y comienza a escalarlas valiéndose de unas lianas. 

Por su parte, Andar no ha permanecido ocioso. Ha matado a su captor, ha cazado con un lazo de lianas a otro ejemplar de pteranodón más pequeño, y lo ha domado en tiempo récord para usarlo como montura voladora. Mientras la emplea para descender desde la cima de la montaña, se encuentra con Turok escalándola, justo en el momento en que su liana se parte. Andar lo recoge en pleno vuelo, salvándolo de la muerte, y pone rumbo a las cavernas en las que esperan encontrar la salida de la Tierra Perdida.

El niño del volcán comienza con ambos (de nuevo) lejos de las cavernas y de camino hacia ellas. Las historias de esta primera etapa no parecen tener una continuidad directa y probablemente todas terminen con ambos “a punto” de llegar a las cuevas, pero sin alcanzarlas jamás.  El caso es que un volcán cercano entra en erupción, y la lava y rocas caen sobre un campamento de hombres primitivos, que huyen despavoridos. Una mujer es alcanzada por la lava, y antes de morir entrega a Turok una canasta de mimbre trenzado, con un bebé en su interior, y le pide que busque a su madre. Hombre de honor, Turok no puede más que aceptar el encargo, por mucho que esto suponga una dificultad adicional en su propia misión. 

Turok y Andar capturan a una syndyoceras (una cabra prehistórica del tamaño de una vaca) a la que ven junto a una cría joven, suponiendo que aún la está amamantando. Tumban a la syndyoceras en el suelo y dejan al bebé a su lado, que empieza a mamar por instinto. 

Resuelto el asunto de la alimentación infantil, tienen que abatir a un tiranosaurio hambriento que se acerca a ellos, al parecer muy interesado por el olor a cabra.  

Tras el combate de rigor, encuentran a una muchacha hundiéndose en unas arenas movedizas, a la que salvan. Es otra de las mujeres del campamento, que huyendo de la lava primero y del tiranosaurio después acabó cayendo en las arenas movedizas. Esta chica reconoce al bebé por un amuleto que lleva al cuello, y resulta ser el hijo de su hermana. Ella supone que los supervivientes de su tribu deben haber acudido todos junto a una tribu amiga de la zona. Para llegar rápidamente hasta el territorio de esta deben descender por el rio, por lo que fabrican una balsa de troncos. 

Ninguna criatura monstruosa les ataca durante el descenso del rio, pero su balsa vuelca al chocar contra unas rocas, y están a punto de perder la cesta del bebé. Finalmente logran llegar hasta la otra tribu, donde encuentran a la madre del bebé y se lo entregan. A continuación ponen rumbo nuevamente a las siempre cercanas pero nunca alcanzables cuevas, que les permitirán regresar a su propio mundo. 

Turok, son of stone nº 2. 1954. Autores no acreditados. Publicado en 1976 por Editorial Novaro. 

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