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jueves, 15 de septiembre de 2022

LAS MOMIAS

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

El bolsilibro de hoy va de momias, y pertenece a la colección La conquista del espacio. Es curioso, pero hemos encontrado más historias sobre momias entre los bolsilibros de ciencia ficción (como el ya comentado Compro momias siderales) que entre los de terror, que deberían ser su hábitat natural.

Nos encontramos en la Tierra, en el lejano y distópico 2002. El libro se escribió en 1984, por lo que es una proyección de dieciocho años en el futuro. En 1990 hubo un conato de Tercera Guerra Mundial, que fue sofocado por la ONU tras la destrucción con armas atómicas de solo cinco ciudades. Tras esto, la ONU tomó el control político y militar del mundo, convirtiendo a sus tropas en el único ejército legal, y forzando a todos los otros países a un desarme total e inmediato. 

El caso es que la ONU gobierna el mundo y sus tropas, armadas con pistolas de rayos láser, armas atómicas portátiles y helicópteros que se desplazan a 900 km/h son el único ejército que existe, y se encarga de la defensa global. 

Una patrulla de estos supersoldados pacifistas de mandíbula cuadrada es enviado a Egipto, como protección de un equipo de arqueólogos que ha hecho un asombroso descubrimiento. Se trata de una pirámide de más de cuatrocientos metros de altura, el triple de la mayor conocida hasta ese momento. En realidad, la pirámide fue descubierta hace ya tres años, y hasta ahora los trabajos en torno a ella se han limitado a excavar para despejar los miles de toneladas de arena que la ocultaban, y reunir los permisos, personal y equipos para examinarla en detalle. Todo indica que la pirámide se erigió no en una zona elevada, si no precisamente en una depresión para poder ser expresamente enterrada una vez finalizada. 

La pirámide no tiene entradas visibles, ni adornos o jeroglíficos en su exterior. Aparte de su forma, del hecho de haber sido hallada en Egipto y de calculársele unos 7000 años de antigüedad, no da la impresión de ser una construcción egipcia. A falta de mejores opciones es un grupo de egiptólogos quien se está encargando de su estudio. El motivo por el que ahora, justo el día que el equipo se disponía a entrar por fin en la pirámide, se envía a ella a un comando de soldados, es porque se han detectado radiaciones atómicas en el interior.  

Esto supone un revés para los arqueólogos. Aunque son ellos mismos los que dan el aviso al detectar radiación proveniente de la pirámide, suponían que la ONU les enviaría únicamente científicos, no militares. Los soldados se hacen cargo de la situación en cuanto llegan. No tienen ningún interés en la historia de la pirámide, y para ellos solo cuenta la seguridad, lo que se traduce en imponer una serie de limitaciones y restricciones al trabajo de los arqueólogos, que hasta ese momento no habían tenido ninguna.  

Entre el equipo de arqueólogos tenemos a Svetlana, la única mujer del grupo. Los personajes femeninos mentalmente fuertes e inteligentes eran habituales en los bolsilibros, pero Svetlana es lo contrario: es una feminista radical que siente un desprecio instintivo hacia todos los hombres que se muestran seguros de sí mismos y hablan con aplomo, por lo que la actitud estricta, disciplinada y autoritaria de los soldados (y en particular la de su líder, el capitán Kramer) la desquicia más que a nadie. 

Desde el primer momento Svetlana le lleva la contraria a Kramer en todo, pareciendo estar a la espera de que este hable para saltar y decir lo contrario o directamente insultarle. Intenta dejarlo mal llevándolo a su terreno, citando datos sobre la historia de Egipto y la construcción de las pirámides, pero cada vez Kramer responde citando otro dato sobre el tema de igual relevancia. Lo que más parece molestarla, en realidad, es que Kramer la trata como uno más. No le da una deferencia especial por ser la única mujer del grupo, que es a lo que ella está acostumbrada, sino que le habla con la misma severidad y desapego que a cualquiera de los hombres.

Bueno, parece claro que estos dos van a ser nuestra pareja protagonista, y no empiezan muy bien su inevitable historia de amor. Esto por sí solo ya es un toque de originalidad, porque en los bolsilibros, debido en gran parte a la brevedad del texto, la pareja protagonista solía conectar de inmediato.  

Tras una serie de discusiones, los arqueólogos obtienen permiso al fin para entrar en la pirámide. Un scanner de la misma muestra lo que parece ser un pasillo cercano a uno de los lados, y se retira cuidadosamente un bloque de piedra entero (de tres metros de lado, nada menos) para acceder a este. Durante los trabajos de extracción del bloque un escorpión pica a uno de los arqueólogos y lo mata, con lo que los fellaghs (los excavadores locales) ya empiezan a hablar de maldiciones faraónicas y del castigo a los profanadores. 

Cuando el resto del grupo, acompañados por los militares, entran en la pirámide, notan inmediatamente el frío. No es solo la típica bajada de temperatura de pasar del sol del desierto a la sombra del interior. El frio es intenso, tanto que no puede ser más que artificial. A medida que se internan este aumenta, llegando a los cero grados. 

La pirámide carece de jeroglíficos internos y de todo lo habitualmente asociado a estas construcciones. El frio aumenta sin cesar a medida que avanzan por ella, y de pronto se activa un antiguo automatismo. Unas brillantes luces eléctricas se encienden en el techo de la estancia y una gran compuerta se abre… la compuerta de la sala de la que emanaba el frio. Kramer da la orden de retirada inmediata. Uno de los arqueólogos, obcecado con ser el primero que descubra algo importante, echa a correr internándose más en la pirámide, y se topa de frente con una ola de aire a sesenta grados bajo cero que lo congela al instante. La ola de aire gélido se esparce por la pirámide, persiguiendo a los demás en su huida al exterior. Svetlana se queda paralizada por el frio y Kramer carga con ella hasta la salida, mientras que a otro de los arqueólogos se le congelan los pies y tiene que ser llevado a cuestas por uno de los soldados.  

Una vez en el exterior, Kramer prepara un equipo para recuperar el cadáver congelado y seguir explorando la pirámide. Solo se permite a uno de los arqueólogos acompañarlos, y Svetlana es la designada. Enfundados en trajes especiales para aislarse del frio y la posible radiación, llegan hasta la sala fría. Allí encuentran un centenar de sarcófagos de oro de tres metros de largo, conectados mediante tubos a extrañas máquinas, en lo que a todas luces es una sala de criogenia muy avanzada. El grupo se ve obligado a retirarse nuevamente cuando hace acto de presencia un robot de seguridad cubierto por un blindaje de metal pulido fotoreflectante que lo inmuniza a las armas láser de los soldados, y armado a su vez con un rayo de calor capaz de derretirlos a ellos hasta licuar sus huesos. 

En una escena que recuerda un tanto al ataque de Gort en Ultimátum a la Tierra, el robot se planta en la entrada de la pirámide, echa un vistazo panorámico desde allí y no le gusta lo que ve. Dispara su rayo calórico derritiendo máquinas excavadoras, incendiando tiendas, haciendo estallar bidones de combustible, y fulminando a un soldado que, cegado por los destellos, se cruza en la trayectoria del rayo sin darse cuenta. Cuando ya no tiene a la vista nada que se mueva o grite, se da por satisfecho y vuelve al interior de la pirámide, a seguir haciendo sus cosas de robot.

La respuesta de Kramer a esto es preparar un proyectil atómico para volatilizar toda la pirámide tan pronto como reciba autorización de la ONU. Mientras espera que esta llegue, planea volver a entrar él solo con una cámara de filmación de mano, para grabar cuanto pueda y que quede algún tipo de registro del que más adelante se pueda sacar algo de información. 

Svetlana, como siempre, se encara con Kramer, al que considera el responsable de todo. Este, cansado de la actitud de la arqueóloga, la agarra y la lanza sobre la arena. No queda muy claro lo que ocurre a continuación🤭pero a partir de ese momento la joven pasa de llevar el pelo recogido en un moño a llevarlo suelto, y pasa de atacar a Kramer sin descanso a ser su más ferviente defensora. 

Ya sé lo que estaréis pensando algunos y algunas: que si esto se escribió en los ochenta… que si el autor era un hombre… todas esas cosas que está de moda decir ahora, pero el libro está firmado por Ralph Barby. Y si bien oficialmente todo lo escrito por Ralph Barby se atribuye a Rafael Barberán, se sabe que él y su mujer compartían este seudónimo y solían coescribir los libros, por lo que en esa escena podría haber más de fantasía sexual femenina que de machismo. Quien sabe. 

El caso es que Kramer se adentra en la pirámide, sin el traje aislante, porque la temperatura en su interior se ha normalizado. Los ocupantes de los sarcófagos se han despertado, y se los describe como humanoides de dos metros y medio, piel morada, y rostro con ciertos rasgos perrunos. Estos, una vez solucionado el problema del idioma mediante un aparato traductor, le revelan ser silvenitas, una raza alienígena que buscó refugio en la Tierra tras perder una guerra de exterminio contra otra raza.

Los silvenitas llegaron a la Tierra como refugiados, en un intento de establecerse y sobrevivir, y le dicen a Kramer que ellos enseñaron a los antiguos egipcios técnicas avanzadas de construcción y siderurgia. Al principio parecen ser una raza pacífica y sabia con una historia trágica a sus espaldas, pero a medida que la conversación avanza Kramer se da cuenta que no es así. La realidad es que los silveritas son totalitarios. Ven a los humanos solo útiles como mano de obra. Esclavizaron a los egipcios, que les creyeron dioses, y les forzaron a construirles la pirámide con el trabajo de millones de hombres que después fueron ejecutados. El motivo por el que se criogenizaron, es porque querían esperar a que la humanidad avanzara más, desarrollara el átomo y el viaje espacial, para de este modo ser esclavos más útiles. 

Mientras hablaba con ellos, Kramer dejó encendida la cámara manual. Todo lo dicho ha sido visto y oído en directo por un comité de la ONU, al que le falta tiempo para ordenar la volatilización atómica de la pirámide, con Kramer dentro o sin él. Avisado de esto por medio de un comunicador, Kramer emprende una desesperada huida, enfrentándose a puñetazos con los enormes alienígenas (que probablemente fueron la inspiración de los egipcios para su dios Anubis) y esquivando al mortal robot y su rayo calórico. Consigue salir de la pirámide por una abertura en su cima, de donde lo rescata la ahora servicial Svetlana montada en un mini helicóptero. 

No contento con esto, y sabiendo que la cuenta atrás para el disparo del proyectil atómico ya está en marcha, Kramer agarra del campamento un arma y unos cuantos explosivos y vuelve a la pirámide. Él afirma que quiere colocar explosivos adicionales por las cámaras más importantes para asegurarse que todo queda destruido, pero claramente lo que quiere es matar a unos cuantos silveritas personalmente. Cuando Svetlana pone el grito en el cielo y trata de impedirle llevar a cabo su plan, Kramer la tumba de un puñetazo en la cara para que no moleste, en lo que quizá sea más fanservice machista gratuito por parte de Rafael o más fantasías sexuales por parte de su mujer. Que cada uno piense lo que quiera. 

Así pues, al final tenemos una dosis de acción desenfrenada con Kramer acribillando a tiros a los enormes silveritas y lanzando bombas por aquí y por allí, hasta que vuelve a salir con la cuenta atrás casi agotada. Los cuatro o cinco silveritas que aparecen tras él, persiguiéndole, son recibidos por una lluvia de disparos de láser de sus soldados. Justo a continuación, el mini proyectil atómico entra como una centella por la misma abertura por la que salió Kramer y detona en el interior de la pirámide, convirtiéndola en un cráter y librando a la humanidad de los alienígenas morados. 

¡Y luego hay gente que dice que la arqueología es aburrida!

Puede ver otro libro de este autor pulsando aquí.  

Las momias. 1984. Ralph Barby [Rafaél Barberán] (texto). Autor de la portada no acreditado. La conquista del espacio nº 708. Editorial Bruguera S.A. 

2 comentarios:

  1. Hasta que no he llegado a la frase "armadas con pistolas de rayos láser, armas atómicas portátiles y helicópteros que se desplazan a 900 km/h son el único ejército que existe, y se encarga de la defensa global.", pensaba que hablabas de la realidad y estaba flipando un poco 😅

    Ya sabes lo que dicen, los que se pelean se desean, así que estaba claro que iban a acabar juntos.

    Y bueno, lo de momias está un poco pillado por los pelos, ¿eh? Aunque me ha gustado lo de relacionar extraterrestres con los egipcios, algo con lo que se ha especulado mucho en los círculos parapsicológicos, un poco a lo Stargate.

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    1. 😂Eso es que necesitas dormir más.
      Y sí, lo de las momias está pillado por los pelos. Era habitual usar títulos engañosos o portadas sin relación con el contenido como cebo para llamar la atención del lector. Bueno, hoy en día se sigue haciendo, el famoso clickbait.
      En el libro lo justifican diciendo que los egipcios intentaron imitar a estos seres a los que creyeron dioses, y por eso fabricaron el resto de pirámides (el diseño original era silverita) y encerraron los cadáveres de sus gobernantes en sarcófagos de oro y rodeados de tesoros, a imitación de las cámaras criogénicas de estos. También las momias fueron un intento de recrear esa preservación artificial a la que los alienígenas se habían sometido, de modo que estos son "el origen" de las momias egipcias.

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