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sábado, 10 de diciembre de 2022

DE PROFUNDIS

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                  ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Para el punto “un libro de desamor” de nuestro Reto Literario 2022 he escogido De profundis, o Desde lo profundo; el largo reproche que Oscar Wilde escribió a su amante, Alfred, desde su celda en el presidio.

Oscar pasó dos años encarcelado, condenado a trabajos forzados por sodomía, que en aquella época y lugar era ilegal tanto entre dos hombres como entre hombre y mujer, ya que estaba considerado una conducta indecente en ambos casos. Fue el propio padre de Alfred el que lo denunció, presentando como pruebas las cartas que Oscar enviaba a su hijo, donde se exponía claramente que eran amantes. El padre de Alfred era un Lord, gracias a lo cual este quedó libre de todo castigo. Durante el primer año que pasó en prisión, Oscar le envió varias cartas de reproche a Alfred, amargado por el hecho de que este en ningún momento intercedió por él ante su padre ni ante las autoridades, o ni tan solo fue a visitarle ni le escribió una sola vez a la prisión.

El primer grupo de cartas, cerca de una cuarta parte del libro, se centra en el tema económico. Oscar hace cuentas respecto a todo el dinero que invirtió en Alfred, en sus caprichos, sus banquetes, sus hoteles y lujos, o pagando las enormes cantidades que este dejaba a deber en los casinos.

Oscar era un gran escritor. Es especialmente recordado por el bellísimo cuento breve El príncipe feliz, y por obras tan impactantes como El retrato de Dorian Grey. Pero no todo en él eran virtudes. Tenía ingresos por la venta de sus libros y trabajaba en un periódico, pero era también un consumado derrochador y su sueldo no bastaba para cubrir sus monstruosos gastos. A la muerte de su padre despilfarró en tiempo récord la herencia que este le dejó, en viajes y extravagancias. Viéndose arruinado, se casó con Constance, una joven de familia muy bien posicionada, a fin de vivir a su costa. 

Quiero decir con todo esto que entiendo la bronca que Oscar echa a Alfred por estar gastando su dinero a manos llenas, pero hay que tener en cuenta también que la mayor parte de ese dinero provenía de una paga regular que Constance le entregaba para mantenerle, aún a pesar de vivir separados. La vergüenza que supuso para ella saber que su marido no solo la engañaba, sino que además lo hacía con hombres, la hizo alejarse de él y ofrecerle una paga de por vida a cambio que él renunciara a la patria potestad de los dos hijos que habían tenido juntos, cosa que Oscar aceptó. En el sentido económico, la enorme e inútil carga que Alfred representaba para Oscar no era diferente a la que él mismo representaba para su esposa. 

Cuando por fin Oscar recibió una respuesta de Alfred, se arrepintió de leerla. En la misiva, Alfred le agradecía las cartas que le había enviado, entusiasmado por todo el dinero que iba a ganar publicándolas. Hablaba de todo el asunto como si para él, que Oscar estuviera “encarcelado por amarle” fuera una especie de bello cuento de hadas en el que Alfred era el protagonista. En su carta, Alfred se refería a sí mismo como “tú Príncipe Flor de Lys”. El gran Oscar Wilde, que cuando le preguntaban en las aduanas si tenía algo que declarar contestaba “¡Mi genialidad!”, no supo ver como era en realidad la persona con la que estaba. O quizá siempre lo supo, pero se encontraba obsesionado con él y no fue capaz de dejarlo. De hecho, poco después de salir de prisión reanudó su extraña relación con Alfred. 

El caso es que, como respuesta a la carta de Alfred, Oscar le envió otra serie de réplicas, en las que vemos como el tono de estas cambia paulatinamente con el transcurso de los meses. Sus primeras cartas están cargadas de furia y dolor. Luego pasa a una etapa romantizada en la que también él se ve como un héroe por el hecho de estar encerrado, y traspasa ese sentimiento a cada preso, sea cual sea su delito. Afirma que es la sociedad quien tiene una deuda con los criminales, y que tras ser puestos en libertad todos deberían ser mantenidos de por vida por el gobierno. 

Luego nos encontramos con otra serie de cartas que reflejan un despertar religioso, pero enfocado en él. Dice, por ejemplo, que Jesucristo fue tan influyente en la gente porque era un poeta reprimido, que transmitía su arte a través de su aspecto y palabras en lugar de escribiendo, y que por tanto todas las religiones deberían adorar a artistas famosos, como él mismo. Prácticamente, reivindica su "derecho" a ser adorado como un dios por ser un escritor de éxito. 

Hay otra etapa de aceptación, en la que parece encantado con su condena y describe las normas penitenciarias y la rígida disciplina a la que está sometido como una forma de vida casi perfecta. Afirma incluso haber tomado la decisión de suicidarse tan pronto como sea liberado, pues una vez fuera del ambiente carcelario su vida carecerá de sentido. 

Sin embargo, los dos años pasaron, Oscar Wilde fue liberado, y no solo no se suicidó sino que retomó su destructiva relación con Alfred. Constance hizo un último intento de reconciliarse con su marido por medio de un viejo amigo de este, y Alfred lo amenazó con matarlo si se interponía entre él y Oscar. Enterado de esto, el padre de Alfred y Constance se pusieron de acuerdo para amenazarlos a su vez con retirarles las pagas. A Oscar básicamente lo mantenía su mujer, y a Alfred su padre, y ante la perspectiva de tener que valerse por sí mismos si continuaban juntos, prefirieron dejar de verse. 

De profundis, que no es otra cosa que la recopilación de esas cartas que Oscar escribió a Alfred desde su celda, no se publicó en formato de libro hasta cinco años después de su muerte. 

Ha sido una lectura interesante. Tediosa a ratos, por la forma tan machacona en que el autor reincide en lo mismo una y otra vez, pero interesante por permitirnos conocer el carácter de Oscar Wilde de primera mano, casi como si hubiésemos estado conversando con él de verdad. Era un genio, sin duda, pero un genio aniñado, caprichoso y con un ego desmedido, que en persona debía ser bastante difícil de soportar. Por suerte, la mejor parte de sí mismo (su obra) ha perdurado. 

¡Esto se acaba! Nos queda menos de un mes y solo dos puntos para terminar el reto literario de este año. Nuestra siguiente lectura será Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol. 

De profundis. 1897. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde [Oscar Wilde]. Publicado por Editorial Fontamara.

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