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martes, 12 de septiembre de 2023

LA GARRA

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                     ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

Este año hemos aprovechado bien el verano. Se han reseñado dos buenas películas de tiburones, una de pulpos, una de pirañas, una de mutante marino y otro par de piratas. Queremos cerrar oficialmente el periodo vacacional y playero con una última reseña de monstruo veraniego ¿Qué fauna marina nos queda pendiente? 

¡Ah! ¡Cangrejos! ¡Esas criaturas carnívoras, anfibias, acorazadas y con fuertes pinzas! Y estaréis de acuerdo conmigo que si son más grandes de lo normal, mucho mejor.

Una música caribeña nos acompaña mientras recorremos una playa de Florida llena de alegres y bulliciosos cangrejos retozando entre las olas. La acción tiene lugar en un pequeño y por lo general tranquilo pueblecito costero de pescadores. 

En las inmediaciones del pueblo hay una planta nuclear que vierte al mar el agua recalentada (y quizá levemente radiactiva) del sistema de refrigeración de la cámara de fisión. Un centro de investigación cercano ha comprobado que los cangrejos que crían en esa zona tienden a ser más grandes de lo normal, y dan por sentado que se debe a la más elevada temperatura de las aguas. Como el centro se dedica precisamente a buscar el modo de acelerar el crecimiento y aumentar el tamaño de los crustáceos, han estado criándolos selectivamente en tanques de agua caliente y dándoles hormonas de crecimiento. 

Un momento… ¿Cangrejos recogidos de aguas irradiadas y alimentados con hormonas de crecimiento? Supongo que ya empezáis a ver dónde está el problema, porque el agua de esos tanques de cría, cargados de hormonas de crecimiento, también debe renovarse de vez en cuando y el agua usada va de vuelta al mar. Los cangrejos de la zona empiezan a crecer demasiado deprisa, y junto con su tamaño, su hambre se incrementa de forma proporcional.   

Los protagonistas principales son Pete (que trabaja en el centro de investigación), su padre adoptivo Moody (que se pasa la mayor parte del tiempo de resaca) y Jan (una periodista que está haciendo un reportaje sobre cangrejos). Jan y Pete se conocen en el centro de investigación, se caen bien e inician el consabido tonteo del pre noviazgo. 

Mientras tanto, lo que inician los cangrejos son sus incursiones a tierra firme. Y lo primero que se echan a la boca es a un anciano borracho que vivía en un viejo autobús, en la playa. Esto coincide con la llegada de un cayuco cargado de inmigrantes haitianos que es encontrado al día siguiente, varado en la arena. Debido a esto, la gente achaca las primeras muertes a los haitianos y sus extraños ritos de vudú y magia de sangre.  

Jan tiene un accidente cuando, yendo en bicicleta del centro de investigación al pueblo, se topa con que el camino está cortado por un montón de cangrejos tan densamente apelotonados como en un asfaltado de adoquines. Ella y la bicicleta terminan por los suelos, y Jan hecha a correr asustada por la crustácea furia que muestran los centollos. 

Poco después, Pete acompaña al Jan al lugar del siniestro para recoger la bicicleta. Rebuscando por los alrededores a los ahora ausentes cangrejos, se encuentran con trozos de una muda de caparazón que parecen corresponder a un cangrejo gigantesco, y los llevan al centro de investigación para estudiarlo. 

Los ataques de los cangrejos se siguen produciendo. La teoría de que es cosa de los haitianos se vuelve cada vez más popular, y el hecho de que estos hagan incursiones nocturnas al pueblo para robar comida no ayuda en absoluto a lavar su imagen. La situación llega hasta el punto que se forma una turba de linchamiento para ir en su búsqueda. 

Esto coincide con que un grupo de ellos había llevado hasta el pueblo a una de sus niñas que estaba herida para solicitar medicinas. Esta parte es curiosa, porque precisamente el que más alentaba a la turba a acribillar a tiros a los haitianos es uno de los que más se vuelcan en ayudarles cuando ve que tienen una niña pequeña herida y con fiebre alta. ¡Hay ocasiones en que ni el exceso de alcohol ni la bravuconería pueden ocultar el hecho de que una persona es inherentemente buena!

Es en ese momento cuando el super cangrejo se deja ver en todo su crustácico y centolleante esplendor. Es una marioneta del tamaño de una casa que fue creada a escala 1:1 para la ocasión, y cuyas pinzas eran movidas con palancas y grúas. Un efecto especial colosal para la época, teniendo en cuenta además que la película no era una gran producción ni contaba con un elevado presupuesto. La escena del combate es nocturna, cuando hay luces estas parpadean, y toda la acción es muy movida para que los defectos y los manipuladores de la marioneta no se vean, pero aun así es una escena genial. Se nota ese contacto real que muchas veces los actores no tienen con los monstruos generados por ordenador. 

Hay una escena en la que una pinza atrapa a uno de los pescadores y lo eleva en el aire, y realmente se hizo alzando completamente del suelo al actor agarrado con la pinza. Hay escenas en las que otros personajes se agarran al cangrejo o se suben a su caparazón, y realmente los actores lo estaban haciendo, sin imágenes insertadas ni miniaturas agrandadas o montajes. Lo que se ve en pantalla es lo que se hizo en el set de rodaje. Recalco todo esto porque hay mucha gente que no es consciente de la enormidad del esfuerzo que suponían los efectos físicos en estas películas. Y no digo que un buen CGI no tenga su mérito también, pero nunca al nivel de un efecto físico equivalente.

Los personajes combaten al cangrejo con escopetas de caza, dardos tranquilizantes y venenosos, y tratan de electrificarlo, mientras hacen lo posible por deslumbrarlo con linternas y el flash de un cámara de fotos. Y cuanto todo esto falla, se lanzan contra él con garrotes o directamente a puño limpio, en plan cavernícola. Al final es un vulgar palo afilado (que logra llegar hasta su cerebro a través de un ojo) lo que acaba con él. Y en ese momento, el director hace audibles los gemidos de dolor del cangrejo mientras agoniza, para recordarnos que el monstruo no era él, sino quienes alteraron su naturaleza para convertirlo en eso. 

En contraste con tanta película que muestra amenazas increíbles con potencial para extinguir a la humanidad a pesar de los esfuerzos de sabios y militares, esta nos presenta una amenaza a muy pequeña escala. Algo que afecta a un solo pueblecito y es eliminado por un puñado de simples currantes usando lo que tienen a mano en ese momento. Me encanta. 

¡Tendremos más tiburones, pirañas y piratas (y puede que hasta algún cocodrilo de agua salada) el verano que viene! 

Island Claws. 1980. Jack Cowden, Ricou Browning (guion) Hernan Cardenas (director) Steve Hanks, Robert Lansing (actores principales) Jo McDonnell (actriz principal).

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