EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Últimamente tenemos algo olvidado el blog ha habido una interrupción en nuestras transmisiones de informes a todo el universo, por diversas causas. Estamos trabajando en ello y esperamos recuperar nuestro ritmo habitual de publicación emisión en breve.
Por el momento solo hemos podido dejar listo esto, una reseña sobre uno de los muchos pulps que se escribieron de La Sombra, un misterioso y siniestro superhéroe de los años 30. La Sombra no impartía justicia entre los criminales, sino terror, y no los detenía para entregarlos a la policía, sino que los tiroteaba con un par de pistolas automáticas. A fin de cuentas “¿Quién conoce el Mal que acecha en el corazón de los hombres? ¡La Sombra lo sabe! ¡La Sombra ríe! ¡Que Dios ayude a los culpables!”.
El origen y motivaciones de La Sombra se ha reescrito unas cuantas veces, pasando de ser un heroico piloto de la Primera Guerra Mundial a un gánster redimido que quería eliminar a sus antiguos socios. Según la versión más popular, era un cruel saqueador que fue derrotado dos siglos atrás por El Tuku, un monje tibetano con poderes psíquicos. Este, viendo potencial en él, decidió reformarlo. Las lecciones recibidas le hicieron recapacitar y arrepentirse de su vida anterior, dedicándose a partir de ese momento a equilibrar su karma combatiendo el mismo mal del que él había formado parte.
La Sombra vestía un largo chaquetón negro, un sombrero Fedora (el mismo modelo que Indiana Jones) también negro, y cubría su boca y nariz con una bufanda roja. Al contrario que la mayoría de los superhéroes de su época, que derrotaban a los villanos a puño limpio o a base de dardos paralizantes, gases somníferos, o todo tipo de artilugios incapacitantes, La Sombra no perdía el tiempo con tales sutilezas y generalmente se limitaba a dispararles con pistolas normales y corrientes. En ocasiones los envenenaba, apuñalaba, o arrojaba desde una azotea. Rara vez los mataba en el primer encuentro (al parecer eso lo reservaba para el tercero) dándoles la misma oportunidad de redimirse y abandonar la vida de delincuentes que El Tuku le había dado a él.
Dejando aparte su extraordinaria longevidad, los poderes de La Sombra eran psíquicos: movía objetos con la mente, leía el pensamiento, sabía hipnotizar, y ante todo era un maestro de la umbrakinesis, disciplina que le permitía fundirse con las sombras volviéndose invisible a efectos prácticos, o alterar su rostro copiando cualquier otro que hubiese visto en detalle. También podía proyectar su voz de forma que esta sonara muy ampliada y pareciera provenir de todas partes a la vez, lo que a menudo usaba para atormentar a sus víctimas y burlarse de ellas. En alguna ocasión interfirió la señal radiofónica local para carcajearse ante los millones de oyentes de la ciudad, sumiendo a toda la población en un temor reverencial.
La Sombra alternaba a conveniencia varias identidades secretas, y tenía a su servicio a un gran número de personas de diversas profesiones y estratos sociales. Estos eran individuos a los que había salvado la vida (a ellos o a sus seres queridos) y que a cambio debían devolverle el favor ejerciendo de informantes, mensajeros, proveedores, etc., durante un cierto número de años. Aun tratándose de un superhéroe y combatir el mal, La Sombra parecía mantener parte de su comportamiento criminal, siendo innecesariamente cruel con sus enemigos y forzando a servirle a la misma gente que salvaba.
Había otros que le servían voluntariamente por mero agradecimiento o admiración hacia su labor, entre ellos Margo Lane, una de las pocas personas que conocía alguna de sus identidades de cara al público. Margo era el interés romántico de La Sombra cuando este adoptaba la identidad del empresario millonario Lamont Cranston, y su historia de origen también cambió varias veces. A Margo se la presentaba no como la novia o la prometida de Lamont / La Sombra sino como su amante, lo cual también era un detalle llamativo para la época. La mayoría de los esbirros de La Sombra no corrían riesgos, actuando como una gran red de apoyo en la retaguardia. Margo en cambio actuaba en primera línea como espía, seduciendo a criminales para obtener de ellos información, lo que hacía que a veces fuera descubierta e intentaran matarla.
En La Sombra Ríe, dos hombres conversan en la habitación de una pensión bastante humilde. No tenemos claro de que hablan, pero parece ser algo turbio. Un par de disparos resuenan y uno de ellos, llamado Jarnow, cae muerto al instante. Cuando llega la policía el otro hombre sigue en la habitación con un arma de fuego en la mano, pero se muestra confuso y no sabe decir por que mató a su amigo o donde obtuvo el arma. Poco después, el detective al que se le encarga investigar el caso es apuñalado en la misma morgue de la comisaría, mientras examinaba el cadáver de Jarnow.
La Sombra es informado de esto por uno de sus contactos. Junto a un escueto informe que le hace llegar, este le indica que Jarnow iba a delatar a unos gánsteres. La Sombra comienza a investigar por su cuenta y descubre que alguien ha montado en algun lugar de la ciudad un taller de falsificación y distribución de billetes.
No voy a entrar en detalles sobre la historia en sí porque no me ha parecido especialmente buena. Esperaba algo más centrado en el personaje de La Sombra y sus poderes, pero este solo aparece esporádicamente. Es ante todo una trama policial de novela negra en la que se nos describe al detalle como los diversos implicados, tanto a un lado de la justicia como al otro, hacen su trabajo. En un capítulo, por ejemplo, La Sombra entra en la habitación en la que se cometió el asesinato de Jarnow. Se sienta en la silla en la que se encontraba Jarnow y luego en la del otro hombre para comprobar el ángulo de visión que debía tener cada uno, y basándose en eso, en la altura de ambos y en las heridas que presentaba el cadáver, determina que la persona que estaba con Jarnow no fue quien la mató. El proceso es interesante, pero me hubiera gustado más que se explayara con igual detalle en los momentos en que La Sombra combate físicamente o con sus poderes a los criminales.
Aparecen muchos personajes interactuando entre ellos, pero o son poco relevantes o son personajes fijos que por haber aparecido en novelas anteriores no se nos describen. La historia avanza muy lentamente, salvo por el final, en el que La Sombra irrumpe en un fumadero de opio donde se almacenan los billetes falsos. Dispara una ráfaga de ametralladora contra un grupo de asesinos chinos que se abalanza contra él… ¡hiriéndolos a todos justo en el hombro del brazo con el que sostienen su arma! ¡O tiene una puntería envidiable o utiliza su telekinesis para dirigir las balas justo donde quiere que den! Luego da una paliza a los mafiosos allí reunidos, libera a un par de rehenes, y quema todos los billetes falsos.
Lo que he encontrado más interesante es una breve conversación que La Sombra, en el papel de Lamont Cranston (una de sus falsas identidades) mantiene al inicio de la historia con uno de sus contactos. En esta conversación Lamont se muestra confuso y asustado por haber descubierto que tiene lesiones y cicatrices de heridas que no recuerda haberse hecho. No parece ser consciente de que él es La Sombra ni tener más que una relación profesional con ese contacto, que trabaja para Lamont como agente de seguros al tiempo que lo hace para La Sombra como informante. Esto abre la posibilidad de que lo que hizo El Tuku en realidad fue lavarle el cerebro mediante una hipnosis profunda, creándole una nueva personalidad. Por tanto, cuando adopta el papel de una de sus identidades cree ser realmente esa persona, y llegado el momento de actuar la personalidad implantada de La Sombra se activa tomando el control de su cuerpo. Los recuerdos de Lamont y del agente de seguros sobre la última vez que hablaron son muy diferentes, por lo que su cerebro podría estar creando continuamente recuerdos falsos para justificar los vacíos de memoria que deben producírsele cuando la “personalidad Lamont” se apaga y La Sombra toma el control.
Sin embargo, hay otra escena en la que Lamont es visitado y amenazado por un doble perfecto suyo que se presenta como La Sombra. Se da a entender entonces que las “identidades falsas” de La Sombra son personas reales a las que La Sombra suplanta cuando le conviene, a veces con la complicidad de estas y otras veces sin ella. Y no me ha llegado a quedar claro si esta segunda explicación es la real o es la forma en la que las diferentes personalidades de La Sombra intercambian puestos, dialogando, razonando e incluso amenazándose entre ellas. Tampoco se explica la extraña muerte de Jarnow al principio de la historia. Se achaca a un asesino profesional, pero la forma en la que lo matan parece más propia de La Sombra o de alguien que tuviera poderes hipnóticos similares a los suyos.
Tenemos por algún lado la película de La Sombra de 1994. La buscaremos para echarle un ojo un día de estos.
The Shadow Laughs. 1931. Maxwell Grant. La Sombra nº 3. Publicado en 1981 por Centro Autónomo de Trabajos Editoriales.
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