EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, intrépidos reporteros.
La segunda aventura de Tintín y Milú tiene lugar en Chicago y sus alrededores. El título original es Les aventures de Tintin, reporter du Petit Vingtième en Amérique, es decir, Las aventuras de Tintín, reportero del Petit Vingtième en América. El Petit Vingtième era el suplemento semanal en el que se publicaron originalmente las historias de Tintín, con lo que se creaba una conexión adicional con el público; su héroe trabajaba para el mismo periódico que ellos tenían entre las manos en ese momento.
A pesar del gran cambio geográfico respecto a la anterior y de no ser una continuación directa de la otra como tal, la historia de ambas está estrechamente relacionada. Si en Tintín en el Congo el principal responsable de todos los peligros que acechaban al joven reportero era un sicario de Al Capone, aquí es él quien viaja a Chicago para encargarse personalmente del rey de la mafia. Resulta que las autoridades de los Estados Unidos de América son incapaces de meter en vereda a los gánsteres, por lo que solicitan concretamente a Tintín que se encargue él del asunto. ¿Verosímil? En absoluto ¿Prometedor? ¡Ya lo creo!
Nada más llegar a la estación de Chicago, ya tiene a alguien esperándole. Un gánster que se hace pasar por taxista lo rapta. Logra escapar, pero mientras persigue a un segundo delincuente, un tercero provoca un accidente de tráfico que lo deja hospitalizado varios días. ¡Empezamos bien! Y digo empezamos porque esto es solo el principio. Tan pronto como sale del hospital una trampilla se abre bajo sus pies en plena calle, haciéndole caer al sótano de una de las guaridas de los gánsteres, donde le espera Al Capone en persona.
Este ordena que lo liquiden, pero de nuevo Tintín se las apaña para escapar de los sicarios, reducirlos, y maniatarlos (incluido al propio Capone). ¡Vamos por la séptima página y ya ha capturado a Capone! Pero la historia no puede terminar todavía, así que cuando va a informar de su hazaña a un policía, éste lo tira al suelo de un golpe con la porra. Y no porque Tintín lleve una pistola en la mano en plena calle como si tal cosa, ya que el policía no parece darle ninguna importancia a eso. El motivo por el que lo golpea es porque no cree la historia que Tintín le está contando y piensa que se está burlando de él.
Tintín va por fin a su hotel, en el que ya llevan varios días esperando verle aparecer. A la mañana siguiente, un pistolero se cuela en su habitación para matarle. Tintín logra detenerlo y llama a la policía. Pero los agentes que acuden a llevarse al pistolero y a Tintín (para tomarle declaración en la comisaría) resulta que también son gánsteres que lo llevan a otra guarida. Primero le ofrecen trabajo a Tintín, y al no aceptar éste el trabajar para ellos intentan matarlo. Naturalmente vuelve a escapar, y al día siguiente lo ametrallan a través de la ventana de su hotel… Y llegados a este punto no está de más recordar que estos primeros números se publicaron originalmente por entregas, solo unas pocas páginas cada vez. Debido a esto cada dos o a lo sumo tres páginas debía haber alguna secuencia de peligro para la entrega semanal correspondiente, y la historia en general es más una sucesión de encontronazos que otra cosa.
El caso es que gracias a Tintín la policía desarticula una de las bandas aunque su jefe, Bobby Smiles, logra escapar. Tintín decide encargarse personalmente de atraparlo y se dedica a perseguirlo por territorio indio. Esta es la parte más delirante del comic. Primero una tribu india lo atrapa para sacrificarlo, porque Smiles le ha hecho creer a su jefe que el reportero es un gran peligro para su gente. Los indios lo capturan, logra escapar de ellos, y en su huida se ve obligado a esconderse en una especie de bunker subterráneo que encuentra por casualidad, pero en el que queda atrapado. Excavando con las manos hace salir a la superficie un enorme chorro de petróleo.
Esto nos ofrece la que considero la mejor escena del comic; tan pronto como el pozo de petróleo es descubierto, una jauría de empresarios aparece salida de la nada en cuestión de segundos (recordemos que Tintín se encontraba perdido en medio del todavía vasto y aislado territorio indio) y empiezan a hacerle ofertas astronómicas por la propiedad del pozo. Tan pronto como Tintín les dice que las tierras en las que se encuentra el pozo no son suyas, sino que pertenecen a la tribu india, el primero de los empresarios que llegó echa del lugar a la tribu y se queda las tierras.
A la mañana siguiente una nueva ciudad ha sido edificada, con calles asfaltadas atestadas de vehículos y edificios con docenas de pisos llenos de gente. Es muy exagerado, claro, pero es una forma interesante y quizá involuntariamente irónica de representar la vertiginosa y mareante velocidad a la que la civilización occidental se impuso en Norteamérica, a base de desplazar a los nativos en lugar de convivir con ellos.
A esto sigue otra serie de sucesos típicos “del oeste”: el tren de vapor en que va Tintín descarrila al chocar con un carro lleno de dinamita cruzado en la vía, Tintín y Milú son ahorcados (varias veces) porque los confunden con un bandido mexicano, deben huir de un incendio en la pradera que el viento empuja hacia ellos, Tintín es atado a la vía del tren para que éste le pase por encima, etc. Tras salir indemne de todos los peligros con los que se cruza, Tintín logra detener a Smiles y lo entrega a las autoridades. Al día siguiente Milú es raptado por unos gánsteres que le piden cincuenta mil dólares de rescate. Tintín, que no tiene intención de ceder al chantaje, se dedica a investigar por su cuenta el asunto siguiendo el mismo método deductivo de Mortadelo y Filemón; salir a la calle y ponerse a seguir al primero cuyo aspecto le resulte sospechoso. Esto le granjea algún que otro problemilla con las autoridades y es detenido, pero cuando en la comisaría se enteran de quien es lo dejan en libertad deshaciéndose en disculpas. Como en el caso anterior, Tintín desarticula a toda la banda salvo al jefe, que logra huir, y le supone otra serie (esta vez mucho más breve) de peripecias extras antes de lograr capturarle.
Resumiendo, porque la cosa sigue en esta tónica hasta la penúltima página del comic, Tintín logra hacer una redada final en la que se nos dice que detiene a la vez a trescientos cincuenta y cinco gánsteres. Estos, sumados a los que le hemos visto capturar a lo largo del comic elevan fácilmente la cifra a los cuatrocientos largos. Y tras algunas fiestas y desfiles es despedido por las autoridades de Chicago con todos los honores y regresa a Europa.
Los comics de Tintín nunca pretendieron ser del todo serios o realistas, pero sí es cierto que uno tras otro fueron tendiendo hacia eso. Estos primeros son todavía muy aleatorios y rocambolescos, pero los veremos mejorar rápidamente tanto en coherencia como a nivel argumental.
Y como no, este comic también fue acusado de racista por la imagen estereotipada que se da en él de los indios nativos americanos, pero lo cierto es que son los que quedan mejor parados. Se los presenta como un pueblo engañado y oprimido al que los descendientes de los colonos ingleses, establecidos ya como nuevos pobladores de sus tierras, han despojado de todo derecho. A los blancos, en cambio, se los muestra como criminales (los gánsteres), incompetentes (la policía), ladrones (los empresarios), charlatanes (el detective del hotel donde se hospeda Tintín) y corruptos (la guardia costera). Yo he visto mucha más autocritica colonialista que racismo en este comic, pero quizá esto sea porque simplemente me puse a leerlo sin buscar (y sin querer encontrar a toda costa) nada específico.
Puedes repasar las aventuras de Tintín ya reseñadas pulsando aquí o bien aprender a hablar con propiedad pulsando aquí.
Les aventures de Tintin, reporter du Petit Vingtième en Amérique. 1931-1932. Hergé [Georges Remi]. Las aventuras de Tintín nº 2. Edición de 1981 de Editorial Juventud.
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