EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, nobles caballeros y damas.
El libro de Leyendas de Castilla que nos estamos leyendo últimamente nos ha dado ganas de continuar con las aventuras del Guerrero del Antifaz. Aunque nuestra etapa preferida es la segunda, la primera (al menos la parte en la que estamos ahora) está más centrada en la Reconquista y tiene (dentro de lo que cabe) una ambientación histórica más realista.
Así pues retomamos las aventuras originales del Guerrero con unos pocos números más, en los que sigue lidiando contra los invasores del otro lado del Estrecho de Gibraltar. Como siempre, y puesto que hace algún tiempo desde que publicamos algo sobre esta colección, al final del artículo hay un enlace para ver los números anteriores.
Tras Alí Kan (nº 13). Durante la emboscada de Alí Kan, Don Luis se enfrenta precariamente a sus hombres mientras el Guerrero se recupera de la lanza que ha golpeado su casco. Pero cuando este lo hace, sus rivales salen huyendo. La fama de invencible que se ha ganado el Guerrero está empezando a hacer que aquellos adversarios que le reconozcan huyan de él cuando no son muchos, algo que se ha visto también en números anteriores. Tras esto, el Guerrero y don Luís prosiguen su camino, valiéndose del salvoconducto que les dio Motamid para cruzar sin peligro entre los hombres leales a este.
Así es como llegan hasta el campamento de Alhamar, que aunque un tanto confuso por el cambio de situación acepta detener los combates.
A continuación el grupo continúa hasta la antigua fortaleza de Ali Kan, recientemente conquistada, donde se reúnen con el resto de tropas cristianas. Hixem se reencuentra con Zoraida y se amarga aún más al enterarse que el motivo de su desaparición fue ir en busca del Guerrero. Por su parte, el Guerrero y su padre solo se toman un día de descanso antes de partir de nuevo en busca de Ali Kan, que se ha quedado por la zona reuniendo tropas dispersas y formando con ellas una banda de ladrones y saqueadores. Hixem reúne a algunos amigos para ir tras el Guerrero buscando el momento de asesinarlo lejos de los ojos de Zoraida.
Mientras el Guerrero y su padre cabalgan buscando a Ali Kan, un muchacho rubio, casi todavía un niño, llega hasta ellos y les pide ayuda. Les dice que unos bandidos están atacando la hacienda de su padre y matando a todos. Los guía hasta ella y el Guerrero y el conde de Roca comprueban que efectivamente el lugar ha sido saqueado y ya solo quedan cadáveres.
El Guerrero parte a seguir su rastro mientras su padre y el niño se quedan entre las ruinas. Aunque aún no nos dicen su nombre, este niño es Fernando, que terminará por convertirse en otro de los personajes fijos del elenco.
El Guerrero alcanza a los bandidos, que resultan ser el grupo de Alí Kan, tal como este esperaba. En el combate el Guerrero mata a los bandidos pero Ali Kan, como es ya costumbre en él, sale huyendo. Hixem aprovecha el momento para atacar también al Guerrero, pero este se deshace de él con facilidad y le endosa un buen espadazo en el pecho. Sus amigos prefieren recogerlo y retirarse con él antes que seguir combatiendo.
El conde de Roca y Fernando, que fueron en su busca tan pronto como el muchacho se calmó un poco, se reúnen con él y todos prosiguen la búsqueda de Ali Kan. Este se ha internado en las tierras ocupadas por otro caudillo árabe, Harúm, cuyos hombres caen en masa sobre el grupo y los capturan. Como el Guerrero tiene ya cierta fama, los caudillos árabes quieren ser partícipes de esa fama siendo reconocidos por haber acabado con él en un duelo igualado. De esta forma, el autor, que ya había abusado mucho de eso de que sus enemigos lo capturaran en lugar de matarlo sin motivo aparente, justificaba este comportamiento anómalo de ahora en adelante.
El Guerrero y Harúm llevan a cabo una especie de regateo de condiciones al final de las cuales acuerdan que el primero se batirá con uno de los oficiales de Harúm a cambio de la libertad de sus amigos, y a continuación con el propio Harúm a cambio del derecho a enfrentarse por fin a Alí Kan. Como es costumbre en estos casos, se invita al caudillo más poderoso de los alrededores, que en este caso es Motamid, a presenciar el torneo. Esa misma noche Aixa, la hija de Harúm, va a visitar al Guerrero en su celda y le pide que no mate a su padre. Este le promete que buscará el modo de derrotarle sin dañarle.
Los combates serán en esta ocasión sin armas. El Guerrero se enfrenta primero a Kaid, el oficial de Harúm, y lo derriba con unos pocos golpes. Tras presenciar esto la confianza de Harúm en vencer al Guerrero se tambalea, puesto que consideraba a Kaid su mejor soldado. Motamid le pide entonces luchar en su lugar porque aún tiene un combate pendiente con el Guerrero, y Aixa anima a su padre a que acepte la propuesta. Harúm accede a que el corpulento Motamid luche en su lugar y este salta a la arena, solo para ser vencido a golpes también.
A pesar de haber cedido su puesto a Motamid, Harúm se anima luchar después de todo, y da a elegir al Guerrero entre un combate armados ambos con espadas o llevando uno un pequeño cuchillo y el otro solo un escudo. El Guerrero acepta empuñar el escudo mientras el cuchillo queda en manos de Harúm, puesto que esto le facilita el cumplir la promesa que dio a Aixa de no matar a su padre.
El crimen de Harúm (nº 14). Aun estando armado, esta modalidad de duelo obliga Harúm a ponerse al alcance de los puños del Guerrero. Cuando el caudillo musulmán le acomete con el cuchillo, éste bloquea la hoja con el escudo y a continuación lo tumba de un solo derechazo que lo deja inconsciente. El Guerrero y sus acompañantes son devueltos a su celda por los guardias, puesto que Harún nunca tuvo la intención de dejarles marchar. En cuanto se recupera del golpe le dice a Ali Kan (que está muerto de miedo ante la perspectiva de tener que enfrentarse con el Guerrero) que se marche, y se dirige a la celda espada en mano con intención de matarlos personalmente a todos.
Una vez en la celda se lo piensa mejor y decide torturarlos hasta la muerte. En cuanto los guardias los liberan de sus grilletes para trasladarlos a la cámara de tortura, los tres se lanzan contra ellos a la desesperada y tras una confusa y multitudinaria pelea en las estrecheces de la celda consiguen hacerse con algunas armas y escapar.
Suben escaleras, corren por pasillos y cruzan habitaciones luchando con todos cuantos se van encontrando. Desde una ventana saltan al jardín donde uno tras otro son capturados, abrumados al fin por la enorme superioridad numérica del enemigo. Solo el Guerrero logra escapar porque le ayuda un anciano sirviente que le muestra un pasaje oculto en el muro que da al exterior de la fortaleza. En adelante el texto y los personajes se referirán todo el tiempo a este anciano como “viejo”, porque Gago no llegó a ponerle nombre.
Una vez fuera de la fortaleza, el viejo le explica al Guerrero que lo ayuda porque Harúm convirtió a su hija en una de las mujeres de su harén, y terminó provocando su muerte tras año y medio de cautiverio. Al ver como el Guerrero se enfrentaba a los hombres de Harúm se le presentó la oportunidad de perjudicar al odiado caudillo moro ayudando a un tercero. Gracias a los conocimientos de el viejo sobre los pasadizos secretos de la fortaleza, ambos vuelven a entrar esquivando a la mayoría de los guardias. Sin embargo, al aproximarse a las mazmorras el Guerrero oye los gritos de dolor de su padre siendo torturado y pierde toda precaución. Avanza corriendo por un pasillo en pos de esos gritos sin fijarse en donde pisa y termina cayendo a una clásica trampa de losa basculante con foso.
Atrapado de nuevo, el Guerrero y el viejo son llevados ante Harúm, que en presencia de estos endiña un espadazo al cráneo del conde de Roca, que está amarrado a un poste. Esto vuelve loco de rabia al Guerrero, que en un estallido de furia se libera de sus captores y se lanza contra Harúm. Los guardias y torturadores de Harúm logran entretener al Guerrero mientras su amo huye. El Guerrero apenas tarda unos segundos en apoderase de una espada y matar a todos sus rivales, pero este tiempo precioso le basta a Harúm para escapar y cerrar la puerta de hierro de la celda tras él. El conde de Roca, padre del Guerrero, termina por morir en brazos de este.
Sin perder más tiempo que el necesario en clamar venganza, el Guerrero libera a Fernando y al viejo. Los amigos se equipan con las armas de los guardias caídos, y abren todas las celdas de los otros prisioneros que habían sido llevados allí para torturarlos o ejecutarlos. Forman con ellos un pequeño ejército de hombres sin nada que perder con el que se enfrentan a las tropas de Harúm. Este, por su parte, está temblando de miedo y rabia mientras los soldados le van informando del avance de los fugados por la fortaleza. El Guerrero, sin embargo, no los guía hacia Harúm, sino hacia la puerta secreta del muro por la que entró, para ponerlos a salvo. Sabe que a la larga no van a sobrevivir a un combate prolongado contra los soldados de Harúm, bien entrenados y protegidos con armaduras de malla y cascos.
Tras hacerlos salir a todos junto con Fernando y el viejo, el Guerrero se queda dentro de la fortaleza para tratar de llegar él solo hasta Harúm. Aquí le vemos armado con una maza de púas en lugar de su habitual espada, y soltando más palabrotas de lo habitual en él, de carácter comedido. Varios de los soldados con los que se topa prefieren darse la vuelta y echar a correr, espantados por lo que ven en sus ojos. Cuando el Guerrero pasa junto a la habitación de Aixa, ésta le abre la puerta desde dentro y lo conmina a entrar, para esconderlo de las patrullas que se han organizado a toda prisa para buscarle. El harén de Harúm y la habitación de la hija son lugares que los guardias nunca se atreverían a registrar, por lo que Aixa cuenta con que se limiten a llamar a su puerta y hablar con ella a través de esta, sin hacer intento de abrirla.
Sin embargo, es el propio Harúm el que entra en la habitación de su hija. Con la excusa de querer protegerla pero claramente buscando esconderse ahí, quizá incluso escudarse tras ella, insiste en quedarse a su lado hasta que los guardias capturen al Guerrero... que está escondido bajo unos almohadones a solo un metro de él.
¡Bueno! ¿A quien no le ha pasado alguna vez eso de estar oculto bajo unas almohadas en el dormitorio de la hija adolescente del hombre al que está buscando para matar?
Este me parece un buen punto para dejarlo de momento, un cliffhanger como se dice ahora (un gancho de toda la vida). Hasta que volvamos a colarnos en la habitación de Aixa para ver como termina esto podéis repasar los números anteriores pulsando aquí.
Otras colecciones de Manuel Gago
Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz
El Guerrero del Antifaz. 1944. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1972 por Editorial Valenciana S.A.
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