EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Pasen y vean, ávidos lectores.
Ayer fue entre otras cosas el Día mundial del circo. Es una de esas conmemoraciones que cambian de fecha cada año, lo cual hace que sea más fácil despistarte respecto a ellas. Al Dia mundial del circo le corresponde el tercer sábado de abril. Esta entrada debería haberse publicado ayer pero se nos pasó, así que la publicamos hoy. ¡Mejor tarde que nunca!
Estuvimos rebuscando entre nuestro material para ver si teníamos algo adecuado, porque no somos mucho de ir al circo, y sorprendentemente encontramos algo. Tenemos un librojuego en el que nos metemos a trabajar en un circo, de aprendiz.
Ya de entrada digo que es uno de los peores que he leído, lo cual choca aún más siendo de Edward Packard. Es uno de los Globo Azul, orientados a un público más infantil, pero la mayoría de los que he leído del Globo Azul me han gustado bastante. Este en cambio no me despierta mucho interés más allá del echo de que es un librojuego porque siempre me ha gustado este tipo de entretenimiento.
En El circo somos un chaval que aprovecha sus vacaciones de verano para ir a visitar a sus tíos Harry y Alice, que trabajan en un circo. Todo el librojuego se reduce a ir probando algunos de los distintos oficios que podemos desempeñar dentro del circo hasta encontrar alguno que nos guste o darnos por vencidos: podemos probar a ser acróbata, domador de animales peligrosos, o payaso.
Cada una de estas opciones dará pie a otras que nos permitirán o bien seguir adelante con ello, o bien renunciar a ese trabajo y probar con otro. Hay un detalle gracioso que es que si llegas a renunciar a los tres trabajos propuestos, lo que harán será darte un cubo y una pala para que vayas recogiendo los excrementos de los elefantes. Está bien dejarle claro a los críos ya desde pequeños que cuanto menos especializado y difícil de alcanzar sea el trabajo al que aspiren, más van a tener que conformarse con lo que nadie quiere hacer.
Otra cosa que me gustó es que el texto aprovecha la ocasión para revelarnos algunos de los trucos de los circos, como el del caballo que resuelve sumas y restas propuestas por el público, o el del coche diminuto del que salen una docena de payasos uno tras otro. Excepto por estos detalles, el resto del libro juego no me llama mucho la atención.
Originalmente Packard desarrolló los librojuegos expresamente para sus hijos, para mantenerlos entretenidos y activar su imaginación, y no para comercializarlos. Y se sabe que varios librojuegos fueron escritos a petición explícita de alguno de sus hijos, para explorar temas que les interesaban especialmente. Pienso que este debió ser uno de ellos, ya que lo único que hacemos es eso, deambular por el circo, conocer a sus trabajadores, aprender a formar parte del espectáculo, y ese tipo de cosas.
De los doce finales posibles no hay ninguno en el que terminemos realmente mal. En el peor de los casos un osezno nos da una leve dentellada en un brazo, o algún otro animal nos da un susto, pero eso es todo. Hay uno que es el clásico final de “todo era un sueño”, que solía incluirse en estos librojuegos más que nada como una especie de tradición porque a Packard se le ocurrió la idea de los librojuegos mientras contaba cuentos convencionales a sus hijos a la hora de dormir.
Como todo juego, los librojuegos también deberían tener un componente de desafío, y uno en el que no podamos perder por muy malas decisiones que tomemos, está como cojo. Tampoco se trata de convertir la cosa en un infierno al estilo de Busca el tesoro de Hark, que tiene 76 finales, y en 75 de ellos morimos de una forma especialmente horrible o somos esclavizados de por vida. Pero algún final malo mezclado entre todos los buenos no hubiera quedado de más teniendo en cuenta que lo que hacemos en esta ocasión son cosas como meternos a una jaula con tigres o leones sin tener ninguna experiencia previa en su doma, o subirnos a lo alto de un trapecio y saltar desde allí tratando de caer en una pequeña red. Se suele asociar el circo con una imagen de diversión ligera pero lo cierto es que casi todas las actividades que se llevan a cabo en el entrañan un gran riesgo personal para los empleados.
Un par de finales malos no hubieran estado demás, para dejar claro a los niños que muchas cosas (como hacer equilibrios a gran altura) son más peligrosos de lo que los hacen parecer los especialistas que se dedican a ello. Y creo que eso es todo lo que tengo que decir sobre este librojuego. Lo considero uno de los no imprescindibles… pero tampoco me molesta tenerlo en la estantería junto a los otros.
Puedes repasar todos los librojuegos de esta colección ya reseñados pulsando aquí.
The Circus. 1981. Edward Packard (texto) Paul Granger (ilustraciones). Elige tu propia aventura. Globo Azul nº 9. Publicado en 1985 por Timun Mas.
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