EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, nobles caballeros y damas.
Cogollos de Guadix es un pequeño y recóndito pueblecito de España en la comarca de Guadix (Granada), comunidad autónoma de Andalucía. Situado entre un rio, un pantano y un barranco que limitan su desarrollo urbano, su población en 2024 no llegaba a los seiscientos cincuenta habitantes. Su difícil ubicación se debe a que al parecer se fundó originalmente como un refugio para mineros, puesto que en la zona había grandes yacimientos de hierro y cobre.
Pese a que entre todos sus habitantes suman menos gente que la que llega a desfilar en las fiestas de moros y cristianos de otras localidades, aquí también se celebra esta fiesta, a un nivel mucho más modesto. Limitados en personal, espacio y presupuesto, la fiesta se ha adaptado al terreno y recursos. En lugar de largas filas de tropas uniformadas y acorazadas, aquí se conmemora la victoria sobre los moros con obras teatrales que incluyen escenificaciones y diálogos, no solo proclamas y lectura de bandos. Esto la hace una de las representaciones más humildes y menos espectaculares de esta fiesta, pero a la vez una de las más originales.
No he encontrado ninguna foto de buena calidad de las representaciones para incluirla aquí, pero sí una más o menos clara del trono de La Virgen de la Cabeza, que es paseada por las calles en los moros y cristianos además (o en lugar) de en Semana Santa, quizá por la proximidad de fechas.
Las fiestas también incluyen una paellada gigante a cielo abierto😋🥘
Y hablando de fechas, coincidiendo con los Moros y Cristianos de Cogollos de Guadix, proseguimos con un par de capítulos más de El Guerrero del Antifaz, a ver si conseguimos deshacernos de una vez de ese pesado de Olián.
El pozo de la muerte (nº 24). En la fortaleza de Olián, Don Luis aprovecha un descuido de los guardias para golpear a un par de ellos y hacerse con una espada. No trata de fugarse, sino que busca el harén de Olián en donde espera encontrar cautiva a Ana María. Pero como quizá recordaréis de números anteriores, esta fortaleza está llena de trampas.
Una de ellas se abre bajo los pies de Don Luis y le precipita al fondo de un profundo pozo. Durante la caída su cabeza choca contra el muro y queda inconsciente, pero recupera el sentido un segundo después al hundirse en las frías aguas del fondo. Consigue salir a la superficie, más la losa que pivotó bajo sus pies ha vuelto a su lugar. Y de todos modos los muros del foso están demasiado húmedos y resbaladizos para trepar por ellos.
El motivo por el que el foso tiene agua en el fondo es precisamente para evitar que quien caiga en él muera de inmediato al estrellarse contra un suelo de roca. Así su fin será mucho más lento y angustioso, aferrado a un muro por el que no puede trepar mientras el frío del agua le roba las fuerzas. Pero esta vez son sus propios enemigos quienes le salvan. Uno de los soldados moros llamado Muleh ha oído hablar de Don Luis y de sus grandes dotes de luchador, y quiere medirse con él. Un grupo de guardias le sacan del foso y Muleh le desafía a un combate sin armas. En realidad Muleh cuenta con que las fuerzas de Don Luis estén muy mermadas por su cautiverio y su caída al foso, y así es. Pese a los esfuerzos de Don Luis, Muleh le da una paliza, tras la cual es devuelto una celda, poniendo fin así a su intento de fuga.
El Guerrero, Osmín y Fernando ya están muy cerca del peñón de Olián. Son atacados por un pequeño ejército. Esta vez los enemigos son demasiados para plantarles cara, y optan por huir. Se inicia una larga persecución y llega un punto en el que se ven forzados a separarse, el Guerrero por un lado y Osmín y Fernando por otro. Estos dos son reducidos y capturados, y los atan a un par de árboles.
Un poco después, un grupo de soldados encuentra el cadáver del Guerrero, y suponiendo que ha sucumbido a la acumulación de heridas recibidas en los combates previos, caen sobre él cosiéndolo a lanzazos para apuntarse ellos el mérito. Regresan junto a los demás y arrojan el cadáver a los pies de sus compañeros. Los soldados se llevan a sus prisioneros y al cadáver del Guerrero a la fortaleza de Olián.
Mientras tanto, Hixem logra abandonar el barranco al que cayó en el número anterior, trepando precariamente por su muro de roca cuando el fuego de los matojos se apaga. Está agotado, herido y hambriento, pero su obsesión por Zoraida lo mantiene en pie. Ali Kan y sus hombres se han llevado a Zoraida al sistema de cuevas que emplean como escondrijo en las montañas. A Zoraida no le han hecho daño de momento, pero está en fondo de una cueva a la espera que Ali Kan se recupere de sus heridas lo suficiente para castigarla él personalmente.
Uno de los bandidos a los que se ha asignado la tarea de vigilar la entrada de esa cueva es Mozhafi, que ha quedado prendado de la joven y toma la decisión de liberarla antes de que Alí Kan le ponga las manos encima.
La derrota del reyezuelo (nº 25). Olián ya se ha cansado de dar vueltas infructuosamente por las montañas y regresa su fortaleza. Siguiendo con sus costumbres, abofetea a una de las mujeres de su harén porque esta le dirige la palabra sin permiso. Su atención está puesta en su nueva esclava, Ana María, y no quiere ser molestado por ninguna otra. Sin embargo alguien viene a aguarle la fiesta. Se trata del (en teoría) muerto Guerrero del antifaz, que aparece a las mismas puertas del harén y acaba con los guardias que las protegen. Echa abajo las puertas con un improvisado ariete (una columnita de piedra que sostenía un jarrón) que luego parte al golpear a Omar, el corpulento eunuco que le esperaba tras estas.
La escena no está muy bien resuelta. La reaparición del Guerrero se debe a que, estando fuera de la fortaleza en el numero anterior, tomó las ropas de uno de sus enemigos muertos y vistió a este a su vez con las suyas. El casco, la máscara y el hecho de que ninguno de sus enemigos hubiese visto su cara, hizo que estos, al encontrar su cuerpo tirado en el suelo, pensaran que se trataba del auténtico Guerrero y dejaran de buscarle. El verdadero Guerrero, vestido con las ropas del moro, entro en la fortaleza de Olián uniéndose a la cola de una patrulla que cruzaba las puertas en ese momento, pasando de este modo desapercibido. La aparición milagrosa del Guerrero frente a las puertas del harén tras hacernos creer que había muerto es un buen golpe de efecto, y tendría sentido si todavía estuviese disfrazado, pero lo vemos con su uniforme cristiano habitual y con su antifaz. Esto carece de sentido a no ser que llevara con él una muda de repuesto con la que cambiarse… lo cual también es de por sí un sinsentido.
Pero bueno, dejemos eso y vamos a lo que importa. El Guerrero ataca a Olián dentro de su propio harén, lugar al que los guardias de la fortaleza tienen prohibido entrar so pena de muerte. Olián cuenta únicamente con la ayuda de Omar, el eunuco. Cuando este se recupera del golpe con el que el Guerrero lo derribó, se une al combate. Pesa a ello, ni entre Olián y Omar son capaces de derrotar al Guerrero. Tras varias páginas de combate a lo largo del cual las espadas dan paso a los puños, el Guerrero se deshace primero del eunuco y luego de Olián, al que termina golpeando aun tras derribarlo, en un estallido de furia impropio de él.
Zaida, la esclava de harén a la que Olián abofeteó en el numero anterior, interviene para detener al Guerrero porque, en lo que parece ser un caso de Síndrome de Estocolmo (o de simple masoquismo) está enamorada de su maltratador. La muchacha promete al Guerrero mostrarle una puerta secreta por la que podrán salir del harén evitando la puerta, ahora vigilada por la guardia del peñón. El Guerrero acepta perdonar la vida a Olián, pensando en la seguridad de Ana María. Zaida le muestra la puerta secreta y a continuación corre a la puerta del harén y autoriza a los soldados a entrar para atender al malherido Olián. La puerta secreta lleva directamente a una de las torres. Estas son una sucesión de pequeñas estancias cilíndricas atravesadas de arriba abajo por tramos de escaleras que llevan casi hasta la base de la fortaleza. El Guerrero ya las conoce, y desciende por ellas llevando a Ana María.
Zaida había prometido al Guerrero no delatarle, pero cuando el médico de la fortaleza atiende a Olián, descubre que este ha sufrido daños de los que no se podrá recuperar. Podrían ser daños en la columna o el cuello, esto no se especifica, pero sí parece que Olián va a quedar postrado por mucho tiempo, sino para siempre. Esto hace que Zaida cambie de opinión e indique a los guardias en qué torre se encuentran los fugitivos. El Guerrero se ve obligado a enfrentarse primero con un grupo de guardias que corren a cortarle el paso, y luego contra el fortachón Muleh.
Pese a que vence en todas las ocasiones, esto da tiempo al resto de la guardia a cerrar y vigilar las puertas de la torre. El Guerrero recurre entonces a arrancar uno de los largos tramos de la escalera de mano metálica que une las diferentes plantas de la torre, y emplearla como puente para pasar desde una ventana al borde de uno de los barrancos que circundan el peñón. Gracias a esta estratagema logra salir llevándose a Ana María con él, aunque las tropas de la fortaleza no tardan en salir en su persecución.
Aparte, en este número también vemos como el verdugo Kadul lleva a la prisionera Aixa a presencia de su señor. Y que Fernando y Osmín, que están siendo llevados hacia el peñón, dudan cada vez más de que el cadáver que los soldados transportan con ellos sea el del Guerrero. Aprovechando que ha logrado soltarse parcialmente de sus ligaduras y que están cruzando sobre un puente de un caudaloso río, Fernando aprovecha la oportunidad y salta a las aguas logrando de este modo dar esquinazo a los guardias. Tras un fútil intento de perseguirle estos continúan camino al peñón llevándose únicamente con ellos a Olián y el cadáver del falso Guerrero.
Habiendo despachado a Olián como una de las amenazas principales de momento, este parece un buen punto para dejarlo. Continuaremos con más aventuras del Guerrero del antifaz haciéndolas coincidir con alguna de las próximas fiestas de moros y cristianos que salpican el calendario. Podéis repasar los números anteriores en orden desde el primero pulsando aquí.
Otras colecciones de Manuel Gago
Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz
El Guerrero del Antifaz. 1944. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1972 por Editorial Valenciana S.A.
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