Un psicópata
ridículo y endiosado pero no por ello menos peligroso. Un reino de horror
propio en el que juzga, tortura y ejecuta a los que le desagradan, de modos tan
aberrantes que dejan muy atrás a cualquier cosa que podamos ver en películas
como SAW. Un plan (tan ridículo como su propio creador) para dominar el
mundo. Y sobre todo, una apoteósica lucha final en la que los
protagonistas se enfrentan a docenas de hombres y mujeres desnudos, torturados,
mutilados y famélicos, como almas en pena escapadas del purgatorio, en su
intento de huir de un infierno nada bíblico y si muy real. Esos son los
elementos que conforman El reino de los infiernos.
En esta
historia, lo menos interesante de todo es precisamente la parejita
protagonista: él es un periodista prepotente cuyo primer pensamiento al
conocer a la que será su compañera de aventuras es que, con tal de violarla
antes, no le importaría acabar en prisión. Y ella es una niñata bobalicona y
provocadora que ha llegado a columnista en un periódico gracias únicamente a la
inmensa fortuna de sus padres.
Ambos viajan en un yate hasta la isla privada de un excéntrico millonario que ha creado su propio canal de radio, desde el cual se dedica a sermonear a la gente sobre la inminencia del apocalipsis. Su intención es hacerle una entrevista, pero lo que encuentran son unas enormes instalaciones llenas de sicarios, al estilo de las películas antiguas de James Bond. El "Señor de los Infiernos", como se autodenomina el dueño de la isla, emplea sus enormes recursos para hacer raptar y llevar a su presencia a todos los que él, según su propio criterio, merecen ser castigados. Una vez allí los juzga e invariablemente los condena a morir bajo imaginativas y humillantes torturas.
Afortunadamente el autor no nos machaca demasiado con los devaneos de la parejita protagonista y va al grano casi de inmediato, sumergiéndolos de lleno en el demencial infierno personal del loco de turno. Naturalmente, ya que se han presentado en sus dominios de forma voluntaria, los periodistas pasan a formar parte de la reserva de víctimas de su purgatorio particular.
La lectura en general se hace muy amena a pesar de algunas pequeñas
incongruencias, como que toda la planta eléctrica de la isla en la que tiene
lugar la mayor parte de la historia (llena de maquinaria, instalaciones y
laboratorios) se colapse y se venga abajo porque alguien desenchufa de un
tirón una lamparita de mesa en lugar de apagarla del botón. O que el plan del villano para dominar el mundo consista en hacer que todos los volcanes de la Tierra erupcionen a la vez.
Tras el cuerpo
principal de la trama, amenizada por los continuos y crecientes desvaríos del
autoproclamado Señor de los Infiernos, ésta desemboca en un súbito caos casi
apocalíptico en el que no faltan tiros, explosiones, persecuciones, y montones
de humanos actuando como zombis (y no en mucho mejor estado físico que estos).
Al final, la pareja protagonista se casa, no sin que antes el periodista conozca a la que será su suegra... y piense de la madre poco más o menos lo que pensó al conocer a la hija.
En ocasiones
ocurría que ninguno de los autores de bolsilibro que trabajaban para una misma
editorial podía entregar su trabajo a tiempo, y entonces se reeditaba algún
número antiguo, cambiándole la portada. Este es el caso del nº 554 (que es el
que se muestra aquí), y cuya portada resulta mínimamente adecuada, por los
tipos con túnicas que podrían representar a los componentes de la secta en
cuyas manos caen los protagonista. El reino de los infiernos ya
había sido publicado anteriormente en el nº 16 de la colección. La portada que
acompañaba al relato en esa ocasión mostraba una chica siendo perseguida por
una momia egipcia (¿?) a través de un pantano (¿?).
Puedes repasar otro libro de este autor pulsando aquí.
El reino de los infiernos. 1983. Lou Carrigan [Antonio Miguel de los Ángeles Custodios Vera Ramirez]. Selección Terror nº 554. Editorial Bruguera S.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario