EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Retomamos
las aventuras y desventuras de nuestra pequeña Druuna donde las dejamos en el número anterior. Este comic llevó por título Druuna, que se convertiría
en adelante también en el título general de la colección, pero como título
secundario se le llamó Morbus Gravis 2, para aclarar que continuaba la historia
de este.
La
historia anterior terminó con Druuna sumiéndose en la desesperación, en la cámara
de control de lo que (según acababa de descubrir) era una gigantesca astronave
a la deriva.
Esta nueva historia comienza del modo más inesperado, con Druuna
saliendo del limpio y espumoso mar a una playa virgen de cálida arena dorada. Ella
misma no sabe cómo ha llegado allí, pero no le importa. Por primera vez en su
vida es absolutamente feliz, y se deja caer en la arena, simplemente disfrutando
del momento mientras dure.
Un hombre desnudo y bien formado aparece ante ella. Druuna no
lo conoce, pero le resulta familiar, y hacen el amor espontáneamente, sin
buscar una explicación a la situación. Poco a poco Druuna va siendo consciente
de lo que está ocurriendo, como si estuviera saliendo de un sueño: se encuentra
en una simulación.
Lewis, la cabeza viviente que controla parcialmente la nave,
ha establecido un contacto permanente con la mente de Druuna y está jugando con
ella. Furiosa, Druuna intenta marcharse, pero Lewis le impone una misión. Le cuenta
que la ha hecho llegar hasta él porque necesita que alguien con cuerpo se
desplace hasta un punto de la nave sobre la que él no tiene control directo.
El
aumento de temperatura que está hostigando a los mutantes es parte de un sabotaje
que está llevando a cabo el ordenador principal de la nave, que pretende
destruirla. Lewis quiere que Druuna actúe en su nombre, llegando hasta La Torre
de Poder, una conducción de energía desde donde podrá sabotear a su vez al ordenador principal, salvando así
La Ciudad.
A
desgana, Druuna acepta y Lewis le permite salir de su cámara. Druuna intenta
volver a su casa, pero descubre que el camino ha cambiado. Los muros, las
calles, todos los alrededores son diferentes. La nave está reconfigurándose para
romper sus propias conexiones de energía o crear otras nuevas a conveniencia
del ordenador principal.
El
calor esta ya presente en este nivel. Desorientada, vaga al azar encontrándose con
otros personajes en la misma situación que ella.
Tras una serie de encuentros
desafortunados, termina siendo capturada por los guardias de La Ciudad. Acusada
de colaborar con los mutantes, es entregada a los interrogadores. Mientras espera
que le llegue el turno de ser torturada hasta morir, Lewis entra en contacto
mental con ella y Druuna se ve denuevo transportada a la playa. Aunque sabe que
no es más que una ilusión generada en su mente, Druuna intenta aferrarse a ella,
porque su situación es tan horrible comparada con esa ilusión, que parece
imposible creer que la realidad esté ocurriendo de verdad. En la playa onírica, Lewis le pide que resista,
que va a mandar a alguien en su ayuda. Pero la ilusión se rompe cuando sus torturadores vienen a
buscarla.
Amarrada e indefensa, no le queda más remedio que rezar por una
muerte rápida que sabe que no llegará. Pero la ayuda prometida por Lewis se presenta
de la forma más insospechada. El enano zarrapastroso que conoció en el número
anterior surge súbitamente de una trampilla usada para eliminar lo que queda de los prisioneros tras los interrogatorios. Blandiendo
un cuchillo de cocina, el enano empieza a repartir tajos entre los torturadores,
permitiendo a Druuna escapar al subsuelo.
Más
segura entre los inhumanos mutantes deformados que entre sus semejantes, Druuna
continúa su camino hacia la Torre del Poder, situada en las entrañas de la
nave, en plena zona de mutantes. Guiada
por el enano, Druuna llega hasta la torre, y siguiendo las
instrucciones de Lewis, le provoca un cortocircuito. Pero a consecuencia de este, se activa una
secuencia de autodestrucción de sesenta segundos. Druuna, que creía estar
salvando la nave y sus habitantes, comienza a dudar de Lewis, y cuando le pide
explicaciones, este emplea la conexión mental que tiene con ella para
provocarle un dolor incapacitante.
El verdadero plan de Lewis era provocar la destrucción
de la nave, porque al estar conectado a ella está condenado a una vida eterna,
de la que está desesperadamente cansado tras siglos de existencia sin sentido. Las
modificaciones que el ordenador principal provocaba a la nave tenían
precisamente el fin contrario, tratar de conservarla en el mejor estado posible
para preservar la vida humana a bordo.
Sintiéndose una vez más engañada y manipulada,
Druuna intenta desactivar la cuenta atrás. Logra hacerlo a falta de unos
pocos segundos, al cesar Lewis repentinamente su ataque mental. Este le explica
que ha terminado enamorándose de ella, y por eso le ha permitido detener la
autodestrucción de la nave, porque no quiere que ella muera. Pero Druuna, más jodida que nunca, no
está ya para tonterías, y se aleja del lugar, sin ningún objetivo más allá de
encontrar a su Schastar e intentar olvidarse de todo.
Esta historia continúa en Creatura.
Druuna.
1987. Paolo Eleuteri Serpieri (guion y dibujo). Druuna nº 2. Toutain Editor.
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