LA DESPENSA
Presentado por… el sr. Peppin.
¡Saludos, hambrientos y hambrientas!
El último transbordador de mercancías que llegó al planeta nos trajo esto como provisiones. Son mini-galletas rellenas de chocolate en las que la mascota de la marca es una aguerrida oficial de marina del siglo XVI o XVII. Históricamente incorrecto, pero una simpática ficción.
Captain es Capitán (o en este caso, Capitana), y el Rondo era un baile popular de la
época en el que se danzaba en circulo. Similar al Corro, pero
en el que los participantes se tomaban unos a otros de las caderas en lugar de
las manos.
Existe, además, una fuerte y casi desconocida relación entre marineros y galletas. Las galletas actuales derivan de unas que fueron originalmente concebidas, específicamente, como un alimento para marineros. Aunque las películas de piratas no suelen
reflejarlo, las galletas eran una parte básica de la alimentación a bordo de
los barcos de la época. ¡Todo el mundo se imagina a los marineros y piratas antiguos bebiendo ron, pero no comiendo
galletas!
No eran como estas, suaves y con chocolate. Al
contrario, eran secas e insípidas, pero muy nutritivas, que era lo que se
pretendía. Al no haber modo de conservar los alimentos, estas tortas de
cereales se amasaban dándoles una forma aplastada y circular. De este modo era
más fácil almacenarlas.
Se horneaban y tostaban dos veces o más, para eliminar toda
el agua posible de la masa, y que así tardaran más tiempo en enmohecerse.
Debian ser muy finas, porque el resultado era un material muy duro, difícil de
masticar y tragar, y los dientes de los marineros solían ser frágiles debido al
escorbuto.
A estos panes resecos se les llamaba galletas
(del francés galette, literalmente, guijarro o piedra, lo que da una idea de lo duras que eran) o bizcochos (del latín bis coctus, es decir, cocido dos veces) y se transportaban
en barriles, en la bodega. Muchas veces, al abrir los barriles, las galletas estaban
llenas de bichos y corcones. Los marineros se comían las galletas con los ojos
cerrados para no verlos, porque en la práctica era imposible quitarlos todos. También podía ocurrir que las ratas, inseparables compañeras de la humanidad tanto en mar como en tierra, abrieran boquetes en la parte baja de los barriles
y se zamparan grandes cantidades de la provisión de galletas sin que nadie lo
notara.
¡Ah, la alegre vida en el mar! No todo era
ron y canciones. ¡Las galletas con sabor a bicho y olor a rata no podían faltar después de
una dura jornada de navegación!
Volviendo al presente, estos paquetes contienen a su vez
seis paquetitos individuales con cinco
galletas cada uno. Pero galletas modernas, de las de sin rata ni bicho. Garantizado por la Capitana Rondo en persona. Otro envoltorio con ilustración interesante para el archivo.
Puedes buscar algo más al fondo de la bodega pulsando aquí.
Creo que a la Capitana Rondo se le ha colado un roedor 🙄
ResponderEliminarHuy, si. Que cosas ^_^
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