EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos,
incansables pasapáginas.
El
tercer librojuego de Elige tu propia aventura/Globo Azul cumple con uno
de los deseos más habituales de los niños de su (y también de mi) época: hacerse amigo
de un robot.
En
esta ocasión interpretaremos a una niña, hija de una pareja de científicos.
Estos han fabricado un robot. El típico robot ochentero con aspecto de electrodoméstico
con patas. Pero no consiguen hacer que funcione correctamente, y lo tiran
literalmente a la basura. Rápidamente lo recuperamos, lo llevamos al garaje, y
lo arreglamos como podemos.
A
partir de ahí, todo lo que sigue son las cosas que nos ocurren mientras
probamos las distintas funciones del robot. Debido a sus fallos de diseño, este
es incapaz de decirnos lo que puede o no puede hacer hasta el mismo momento en
que necesitamos que lo haga. Y que sea capaz de hacer algo, tampoco implica que
lo haga bien ¡por algo estaba en la basura!
Pero
el robot, al que podemos poner nombre (en varias de las paginas hay una línea
de puntos en el texto para que lo anotemos) es bastante simpático y bienintencionado.
Nos hacemos amiga de él muy rápidamente, hasta el punto de ducharnos juntos (lo
cual, leyéndolo ahora desde mi perspectiva de adulto, me llena la cabeza de extrañas
ideas).
Hay
tres finales malos entre los doce posibles. De menor a mayor, en el más suave
terminan encerrándonos en prisión por causar daños en una fábrica, hasta que
paguen nuestra fianza. Encierran al robot con nosotros y nos alimentan a pan y
agua (al robot solo le dan aceite).
En
el segundo, tras haber fracasado al intentar volar, el robot se obsesiona con
ello y decide que, si no puede volar, no desea hacer nada. Se desactiva y
terminamos desguazándolo para fabricarnos un coche con las piezas.
En el peor
final, el robot consigue volar y nos lleva con él hasta Plata, el planeta de
los robots. Allí el rey de los robots, temeroso de los humanos, nos mata y nos
da la vida de nuevo convertida en un robot.
Además
de todo esto, podemos desde nadar en helado, viajar a Venus, o quemarle los
rosales al vecino, a detener a una banda de piratas o salvar a nuestro robot de
un chatarrero secuestrador. En
resumen, las típicas aventuras que vivimos todos cuando, de pequeños, nos
hicimos amigo de un robot.
Puedes leer un comentario sobre otro librojuego de esta colección pulsando aquí.
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Your Very Own Robot. 1982. R. A. Montgomery (texto). No se indíca el ilustrador. Elige tu propia aventura/Globo azul nº 3. Edición de 1984 por Timun Mas.
¿¿¿¿De verdad el ducharse con el robot NO es uno de los finales MALOS????
ResponderEliminarDe verdad. Cuando la niña se desnuda y se mete en la ducha con el robot no pasa nada de lo que estás pensando.
EliminarPorque... naturalmente, estás pensando en que el agua de la ducha puede oxidar al robot, y cosas así… ¿no?
Estoy pensando en electrocuciones,chispas por todos lados y apagón en todo el barrio.
EliminarClaro ^_^ en eso pensaba yo también.
EliminarEs lo primero que he pensado yo también. Si el robot está hecho de algún tipo de metal, como es frecuente en los robots, el agua no es precisamente su elemento. ¿O nadie se acuerda de cómo el hombre de hojalata necesitaba desesperadamente una aceitera? Lo que nos lleva a otra cuestión interesante: ¿la niña es capaz de reparar un robot, pero no sabe que el agua puede estropearlo?
ResponderEliminarPara un niño de entre cinco y ocho años, que era el público al que estaba dirigido este libro, esos detalles carecen de importancia. Como dice el refrán "A robot regalado, no le mires el cableado" (o algo así).
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