MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

viernes, 11 de diciembre de 2020

TRECE MONEDAS DE MUERTE

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                          ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.
 

Saludos, ávidos lectores.

Al no estar relacionados unos con otros, no seguimos ningún orden en particular a la hora de releer y reseñar los bolsilibros de nuestra vetusta biblioteca. Hoy hemos escogido este porque nos lo ha recordado un anuncio de la serie Treinta monedas, que, por decirlo así, también mezcla lugares aislados, numismática y satanismo. 

Se escribió y publicó por primera vez en 1978 como el nº 259 de Selección Terror de Editorial Bruguera. La que muestro es una reedición de 1994 de Ediciones B.

En Claymore están ocurriendo cosas raras. El antaño alegre, aunque algo puritano pueblecito es ahora un lugar siniestro, donde la gente tiene miedo de hablar. Barney se da cuenta inmediatamente de esto cuando acude a Claymore buscando a su amigo Frank.

Frank, tras una sucesión de golpes de suerte, había ganado una fortuna. Quería emplear parte de ella para rehabilitar a su hermano, el borracho del pueblo de Claymore. Pero ahora él mismo parece haberse esfumado.

Barney y Ada, la secretaria de Frank, llegan al pueblo tratando de averiguar qué les ha ocurrido a este y a su díscolo hermano. Se encuentran con un muro de silencio, miradas hoscas y amenazas veladas que nadie parece estar dispuesto a romper. Únicamente una jovencita llamada Nancy Warren intenta ayudarles, aterrada por el cambio de carácter que ha ido gestándose entre los lugareños. 

En realidad, los habitantes más notables de Claymore han formado un culto satánico, y los que no pertenecen a él callan por miedo. Trece monedas malditas han sido esparcidas por las ciudades cercanas. Estas monedas aportan una gran prosperidad a quien las recibe. El dinero comienza a llegarle a espuertas y su fortuna crece sin parar. Pero en algún momento, coincidiendo siempre con un plenilunio, una de las monedas impele a su propietario a viajar al pueblo por alguna razón, donde es sacrificado y devorado por los sectarios. Ese ha sido el caso de Frank, que, repentinamente enriquecido poco después de recibir una de las monedas, sintió el impulso de ir al pueblo a buscar a su hermano.

Los habitantes de Claymore están convencidos que cuando las trece personas hayan sido sacrificadas y las trece monedas sean nuevamente reunidas, el Demonio les recompensará largamente a cambio de su devoción. Y puesto que ya han llevado a cabo la mayor parte de los sacrificios (más unos cuantos asesinatos adicionales para encubrirlos) y Barney y Ada están haciendo demasiadas preguntas, deciden que no estará de más acabar también con ellos.

El ritual no llega a completarse y el Diablo no llega a manifestarse. Y puede que en realidad nunca lo hubiera hecho, ya que al final se nos desvela que el fundador de la secta (con antecedentes de desequilibrio mental) sacó el ritual de un viejo tratado de brujería que encontró en una librería de segunda mano, y cuyo contenido creyó sin más a pies juntillas. Las monedas, al parecer, ni eran antiguas ni tenían ninguna historia detrás, si no que él mismo las mandó acuñar para llevar a cabo el ritual tal como se describía en el libro. 

Hubiese tenido gracia que lograran completar el ritual... y no pasara absolutamente nada. Sin embargo, las monedas aparentemente sí otorgaban una prosperidad temporal a su dueño y le obligaban de algún modo a viajar hasta Claymore en fechas determinadas, por lo que nos quedamos con la duda de hasta que punto el ritual era auténtico. 

Nadie nos librará de la clásica boda al final de la historia, pero esta cuenta con la original particularidad de no ser resuelta directamente por la intervención de los protagonistas. Otro hombre ha acudido al pueblo buscando a su esposa (agraciada con una de las monedas) que ya ha sido sacrificada y devorada hace mucho. La diferencia es que, más previsor que los protagonistas, este se ha traído una descomunal venganza ya preparada por si se la encontraba muerta.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Trece monedas de muerte. 1978. Clark Carrados [Luís García Lecha] (texto) Desilo (portada). Selección Terror nº 53. Publicado por Ediciones B en 1994.

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