EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.Saludos, ávidos lectores.
Vamos con algo de humor para empezar bien el 2021, que falta nos va a hacer. Esta es una de las aventuras clásicas de Mortadelo y Filemón, surgida de la mano y cerebro de un Ibáñez en su mejor época. Se publicó por primera vez por entregas en la revista Mortadelo, en 1981. La que muestro es una reedición de 1993.
El Superintendente sirve a unos amigos una de las fórmulas del profesor Bacterio, confundiéndola con vino de Madeira. A resultas de eso, el tamaño de todos ellos queda drásticamente reducido a unos veinte centímetros de altura. Mortadelo y Filemón se encargarán de reunir a los afectados y llevarlos sanos y salvos al cuartel general, para que el profesor Bacterio pueda administrarles el antídoto.
Probablemente ya habréis captado los dos grandes fallos de este, en principio, sencillo plan; ni Mortadelo
y Filemón son capaces de mantener a nadie a salvo, ni el Bacterio es capaz de
preparar un antídoto en condiciones.
Tras este planteamiento,
nos espera la búsqueda de los cuatro amigos del Súper, y de sus siempre
accidentados viajes hasta la… digamos… seguridad del cuartel general. Naturalmente, todos los gags correrán a cuenta
del reducido tamaño de los afectados y del poco cuidado que los agentes de la
TIA llevan con ellos.
Quizá lo mas
curioso de esta aventura, es una última parte en la que la historia continúa
tras haber reunido a todos los afectados y haberlos curado… mas o menos. La fórmula
reductora de tamaño, una vez perfeccionada por el Bacterio, será empleada por Mortadelo y Filemón para atrapar al “Troglodito”.
Ibáñez volvería
a recurrir al tema de la reducción de tamaño en otras de sus historias (Expediente J, o El ordenador ¡qué horror!, por ejemplo), en las que por un motivo u otro aparece un personaje que
sufre un efecto similar.
El tomo se
completa con dos aventuras cortas, Un invento singular y El reductor ultrasónico. Esta última, como puede suponerse por el título, reincide en la idea de
un invento del Bacterio para permitir a los agentes reducir su tamaño y
restaurarlo a voluntad. Y como sin duda sabréis, la eficacia de los inventos del Bacterio es equiparable a la de sus fórmulas...
Más casos de los agentes de la TIA pulsando aquí.
El caso de los señores pequeñitos. 1981. Francisco Ibáñez Talavera (guion y dibujo). Publicado en 1993 por Ediciones B.
Tronchante, como todas las aventuras de la época dorada de Ibáñez. Uno pensaría que las ideas para los accidentes al "rescatar" y "proteger" a cada uno de los señores pequeñitos se agotarían enseguida, pero no. La misma fórmula se repite seis o siete veces, y las calamidades que sufren los pobres señores son siempre distintas.
ResponderEliminarDesde pequeña me llamó la atención que las víctimas del singular envenenamiento se redujeran de tamaño por turnos (no simultáneamente, como cabría esperar, dado que todos los invitados del Súper bebieron la poción con pocos minutos de diferencia) y siempre en el momento en que Mortadelo y Filemón iban a buscar a cada una de ellas (ni antes ni después). Pero todos sabemos que cualquier líquido mezclado por Bacterio es la definición misma de "fórmula inestable", así que en el fondo tiene sentido.
Si vamos a buscarle una lógica al asunto, podríamos suponer que, como dices, la formula es inestable y tarda más o menos en afectar a cada uno. También podría ser que ingirieran diferentes cantidades de ella, y los que más bebieron se encogieron antes. Incluso podríamos justificar que la ropa que llevan puesta encoja junto con ellos por algo relacionado con la sudoración, que al estar en contacto con su piel, parte de la formula pasa a la ropa con la transpiración... pero buscarle la lógica a los tebeos de Ibañez es como traicionar ese mudo pacto secreto que siempre ha existido entre el cuentacuentos y su asombrado público ^_^
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