EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Esta es la última novela de Stephen King que se ha añadido a nuestra biblioteca. Por eso de la novedad, y porque leer una novela por primera vez atrae más que releer una ya conocida, hemos dado preferencia al comentario de esta sobre alguna de las que tenemos esperando su turno.
Revival es una historia que se extiende a lo largo
de más de cincuenta años. El protagonista es Jamie. Al inicio de la trama es un
niño de seis añitos que juega inocentemente con sus soldaditos de plástico en
un montón de tierra. Es allí donde conoce a Jacobs, un joven de apenas
veinticinco que acaba de llegar al pueblo, para ocupar la plaza de párroco de
la iglesia.
El padre Jacobs es rápidamente aceptado en
el pueblo. Sus sermones son animados, su ilusión y entusiasmo son contagiosos,
y su familia (una esposa y un bebé de dos años) son encantadores. El padre Jacobs
da además clases de catequesis para los más jóvenes, y las ameniza con pequeños
“milagros” relacionados con la electricidad estática, y juguetes movidos con
pilas o líneas de tensión. La electricidad es su gran afición. La considera una
prueba irrefutable de la existencia de Dios, pues el rayo, la mayor carga
eléctrica natural, proviene directamente del cielo.
Es además muy mañoso con todo lo relacionado
con la electricidad: King le atribuye la invención de las pilas-botón (la historia
comienza en 1962) y se encarga personalmente de hacer la instalación eléctrica
de unos focos en el campo de baseball improvisado donde entrenan los chavales. Toda
esta parte es muy agradable de leer, y me recordó al relato corto de Ray
Bradbury El
regalo del Señor Eléctrico.
La afición del reverendo por la electricidad
le lleva a desarrollar sus propias máquinas para buscar nuevas formas de
aprovecharla. Por esa misma época uno de los hermanos de Jamie pierde la voz en un accidente en el
que se le dañan las cuerdas vocales. Los médicos no logran devolverle el habla,
pero Jacobs lo hace con una de sus máquinas, aplicándole descargas eléctricas
en el cuello.
Debido a esto su popularidad en el pueblo, y
especialmente a ojos de Jamie, aumenta hasta rozar la adoración. Todo esto
cambia cuando la mujer e hijo de Jacobs mueren en un accidente de tráfico. Tras
un mes de duelo, Jacobs vuelve a la iglesia a dar su sermón, pero este es muy
diferente ahora. Su discurso de “Dios es amor” que tan fervientemente
inculcaba a su congregación cuando la vida le sonreía, es ahora todo lo
contrario. Ya no cree en Dios. Lo considera un engaño, y afirma que el único
verdadero poder del universo está en la electricidad, que de ella vienen la vida y los
milagros.
Horrorizados por lo que están oyendo, los
feligreses se marchan y hacen presión para que Jacobs sea expulsado del pueblo y
sustituido por otro párroco. Casi todo el mundo da la espalda a Jacobs en ese
momento, incluso el hermano de Jamie que recuperó la voz gracias a él. Jamie es
uno de los pocos que lamentan sinceramente la partida de Jacobs, y guarda un
buen recuerdo de él cuando se marcha.
Los años pasan. Jamie entra a formar parte
de un grupo de rock, empieza a ganar su propio dinero, a acostarse con chicas y
a tontear con las drogas. Antes de darse cuenta ya es un drogadicto. Las drogas
pasan de ser una forma de mantener el ritmo y las fuerzas durante las giras del
grupo, a impedirle tocar llegado el momento. Cuando lo expulsan del grupo por estar
demasiado colgado, está hundido en la ruina física, moral y económica. Tiene veintidós
años en ese momento, y entonces se reencuentra casualmente con Jacobs.
El ex-reverendo se ha convertido en una especie de feriante ambulante. Emplea una cámara fotográfica de diseño propio para fotografiar a la gente, dotando la imagen de extraños efectos lumínicos, como una versión primitiva del Photoshop. Ambos se reconocen de inmediato, y Jamie está tan destrozado por las drogas que no puede impedir que Jacobs se haga cargo de él y le obligue a pasar por una terapia casera de desintoxicación. El punto álgido de esta terapia es un tratamiento de electroshocks con máquinas de su invención, que literalmente achicharran su dependencia de las drogas, rehabilitándolo de golpe y curándole de paso una lesión articular que tenía en la rodilla.
Tras esto, Jamie se queda una temporada como
ayudante de Jacobs, y este le habla de un nuevo tipo de
electricidad con el que está experimentando, al que llama “electricidad secreta”.
También le habla de ciertos libros antiguos y prohibidos (se nombra
específicamente al De Vermis Misteriis) en los que ha encontrado usos de
la electricidad que la gente no conoce. Al parecer, Jacobs sigue convencido que
la electricidad tiene un origen divino, pero ya no piensa que provenga del dios
cristiano.
Jamie no vuelve a sentir el impulso de
drogarse, pero sí experimenta extraños efectos secundarios debido al tratamiento
eléctrico de Jacobs: lagunas de memoria y fases de sonambulismo durante las
cuales se autolesiona. También pesadillas nocturnas y visiones diurnas en las
que familiares muertos se le aparecen para atormentarle sin motivo. Jamie y
Jacobs se separan, marchándose cada uno por su lado. Durante muchos años Jamie se
dedica a retomar su carrera musical, pero no pierde de vista las evoluciones de
Jacobs.
Con la llegada y popularización de Internet,
a Jamie le resulta fácil estar al tanto de las idas y venidas de Jacobs,
convertido en un predicador ambulante que pasea su carpa de un estado a otro haciendo festivales de reviviscencia. Su
voz sigue siendo convincente y grandilocuente, y sigue dando sermones con ese
aplomo aprendido en su época de reverendo. Sus sermones tratan ahora exclusivamente
de curaciones divinas mediante la electricidad, y tanto sus seguidores como sus
detractores se cuentan por miles. Empleando descargas eléctricas y diversas
máquinas extrañas, ha devuelto la vista a ciegos, la movilidad a paralíticos, y
ha eliminado arraigados tumores. También ha recibido sustanciosas
donaciones de sus agradecidos feligreses. Al principio Jamie busca
referencias a Jacobs porque sigue sintiéndose agradecido, por haberles curado a
su hermano y a él. Pero en Internet también encuentra páginas que hablan de varias
(muchas) personas que pocos años después de ser milagrosamente sanadas por
Jacobs, enloquecieron o se suicidaron.
Tras hacer su propia investigación y comprobar que todo eso es cierto, Jamie se decide a ir en busca de Jacobs para pedirle que deje de sanar a la gente con sus máquinas y su “electricidad secreta”. Lo que encuentra es ya un anciano, obsesionado hasta la locura y físicamente arruinado. Y es entonces cuando este le revela de que trata todo el asunto en realidad.
Las curaciones eléctricas solo
han sido una forma de financiar sus experimentos, y los enfermos o lisiados sanados
han sido sus conejillos de indias. Para él la vida de ninguno de ellos tiene el
más mínimo valor, y todas las referencias a Dios y los milagros con los que
adornaba sus sermones, solo han sido mera palabrería atrapabobos. Su objetivo
final, que ya está en sus ultimas fases, es emplear la electricidad para crear
un portal que permita acceder a la dimensión a la que van a parar las almas de
los muertos, de donde espera traer de vuelta a su esposa e hijo. Naturalmente, habida
cuenta de las referencias lovecrafnianas de las que se ha ido salpicando
lentamente la historia, un plan como ese no puede terminar bien.
Lo que más me ha gustado de este libro es la
sinceridad de King como escritor. King es cristiano creyente declarado, y nunca
ha ocultado el gran problema de drogadicción que tuvo de joven. Teniendo esto
en cuenta, una novela en la que se da a entender que todas las religiones son una gran
farsa, que no hay paraíso, que a todo el mundo le aguarda el infierno (sea
creyente o no) y en la que no se romantiza la drogadicción, sino que se la presenta
como algo degradante y repulsivo, no ha debido ser fácil de escribir. Pero es
lo que la trama demandaba, y lo ha reflejado lo mejor posible, anteponiendo la
calidad de la historia que quería contar a sus creencias y su orgullo.
Y lo que menos me ha gustado, el excesivo
texto de relleno. Esto es algo que en mi opinión siempre ha lastrado su obra. Se
obsesiona con contarnos hasta los más mínimos detalles de la vida de los
protagonistas, dedicando a veces capítulos enteros a narrarnos una extensa parte de esta que luego no influirá para nada en la trama.
En esta ocasión, todo ese relleno está más
justificado que en otras novelas. La relación entre Jamie y Jacobs no es
continua, van encontrándose y separándose varias veces a lo largo de los años,
con grandes periodos de tiempo entre un encuentro y el siguiente. Y el dedicar
docenas de páginas a contarnos como le va a Jamie con sus giras y conciertos hace
que nos olvidemos un poco de Jacobs, y por ello cuando se reencuentran, esa
sensación de ahora va a pasar algo importante se acentúa. Si bien
esto puede ser interesante de vez en cuando, y entiendo la intención con que lo
hace, dedicar a ello más de la mitad del texto de la novela, como ocurre en este
caso, me parece excesivo. A pesar de todo, una buena historia, excelentemente
narrada, y con un final escalofriante, aberrante y (si me permitís la gracia obvia) electrizante como pocos.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Revival. 2014. Stephen
King. Publicado en 2015 por Plaza & Janes.
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