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martes, 15 de febrero de 2022

LA RUEDA DE LA VIDA Y LA MUERTE

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                        ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                             

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, feroces guerreros.

Hoy repasamos otra aventura suelta de Conan el bárbaro, como la anterior que vimos. En esta ocasión nos encontramos en Khoraja, una ciudad que se alza entre montañas escarpadas y áridos desiertos.


A su llegada a la ciudad, Conan es reconocido por un grupo de rufianes locales. Inmediatamente suponen que va tras algo valioso, y muy probablemente peligroso, pues oro y muerte son los compañeros inseparables del cimmerio. No andan errados. Conan se dirige directamente al templo de Vajrath, uno de los cientos de cultos que salpican la región. Uno especialmente rico.

La sacerdotisa principal del templo de Vajrath ha hecho llamar a Conan, al que ya conocía de cuando era prostituta en Shadizar, antes de abandonar ese oficio por el mucho más descansado y lucrativo negocio de la religión. Le promete a Conan una buena recompensa (económica, no de la otra) a cambio de recuperar un objeto que les ha sido robado por los acólitos de un templo rival. Estos tienen su guarida en las montañas, en el linde del desierto.

El objeto en cuestión es una rueda de carro, hecha de oro y pedrería. En el pasado formó parte de una estatua que mostraba al dios Vajrath montado en su carro de guerra. Las otras piezas de la estatua fueron perdiéndose con el paso del tiempo, hasta que solo quedó esa rueda, que actualmente es considerada una reliquia.

Cuando Conan se dispone a partir hacia el templo de los ladrones, un muchacho del culto a Vajrath insiste en acompañarle. Conan no se fía de él, y probablemente por eso le permite seguirle. Porque cuando alguien de quien no te fías conoce tus intenciones, es mejor tenerlo cerca y vigilado que tenerlo lejos, sin saber a quién le está contando lo que sabe de ti.

Conan y el joven monje, cada uno con un caballo y un odre de agua para el viaje, llegan sin problemas hasta el templo de los ladrones. Conan lleva también con él una segunda montura que carga con un par de fardos envueltos en telas.

Entrar al templo y salir de él llevándose la rueda no supone un gran esfuerzo para Conan. Los sacerdotes son guerreros fanáticos pero poco diestros, y varios de ellos caen ante su espada. 

Cuando se alejan del lugar llevándose la rueda, Conan muestra al joven monje que los fardos con los que carga la mula son dos grandes ánforas de agua, bien selladas para evitar que esta se evapore. Su plan no es volver a Khoraja por el camino directo, más rápido y fácil, sino dando un largo rodeo por el desierto. Su razonamiento es que, como esto es algo que posibles perseguidores no habrán tenido en cuenta, los que intenten seguirles morirán de sed en el desierto mientras que ellos cuentan con una reserva de agua suficiente para el viaje.

Los temores de Conan sobre sus perseguidores se confirman cuando cinco bandidos los atacan, los mismos que le reconocieron a su llegada a la ciudad. El joven monje que le acompaña estaba conchabado con ellos desde el principio. Antes de partir de Khoraja les informó de a donde se dirigía Conan, y desde que se adentraron en el desierto ha estado haciendo todo lo posible para que los localizaran.

Uno de los bandidos se lanza espada en mano contra Conan, y este lo recibe con un golpe que casi lo parte en dos. El resto se piensa mejor lo de matarlo, y mientras los cuatro bandidos restantes mantienen al bárbaro ocupado, el monje le roba el asno con las ánforas de agua y la rueda, huyendo todos a continuación. Conan no parece especialmente preocupado con esto. Les deja alejarse y luego va en busca de su odre de agua, que había dejado oculto y bien repleto entre unas rocas.

Mientras tanto, los bandidos, tratan de salir del desierto. Sabiendo que llevan con ellos dos ánforas de agua, beben sin moderación de sus odres. Cuando estos se vacían antes de tiempo, abren las ánforas de Conan, solo para descubrir que están llenas de vino. Conan nunca tuvo intención de adentrarse mucho en el desierto, solo lo justo para que sus posibles perseguidores desistieran de seguirle o se decidieran a actuar.

Racionando cuidadosamente el agua de su odre, Conan llega hasta los bandidos. No necesita buscarlos, pues las bandadas de buitres le indican donde encontrarlos. Cuando llega hasta ellos ya han muerto debido a la falta de agua y la deshidratación provocada por el vino. No tiene más que tomar la rueda de las manos de uno de los cadáveres, y poner rumbo a Khoraja, por el camino más corto, para cobrar su recompensa. Como dice un amigo mío, “Combate evitado es combate ganado”.

Cual si de un capítulo de He-man y los Masters del Universo de Filmation se tratase, además de entretenernos con una buena historia, el comic nos alerta de los peligros del alcohol 🥴🍷 ¡Todo por el mismo precio!

Puedes ver otra aventura de Conan pulsando aquí.

The Wheel of Life and Death. 1988. Michael Fleisher (guion) Gary Kwapisz (dibujo) Conan el bárbaro nº 161. Publicado en 1990 por comics Forum.

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