EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, pasapáginas compulsivos.
¡Ocho de agosto! ¡Feliz Dia Internacional del Gato! Hoy dejamos que los michis de la base eligieran ellos el artículo a comentar, y se decidieron por este librojuego de misterio. Debimos haber supuesto algo así, ya que los gatos son de por sí misteriosos, y tan impredecibles como el final de un librojuego.
En El misterio de Chimney Rock somos un chaval que, en un clásico arranque de bravata juvenil decide adentrarse en la mansión abandonada del pueblo, que se supone embrujada. Nuestros primos Michael y Jane nos acompañan hasta la puerta, pero dependiendo de lo que hagamos puede que sea Jane quien acabe entrando en Chimney Rock en lugar de nosotros.
Se dice que la mansión ha permanecido abandonada desde la muerte de su anciana dueña, la viuda Bigley, que la dejó en herencia a Melissa, su gata negra. Se dice también que Melissa sigue viviendo en la casa, y que el guarda que vigila la propiedad no se atreve a entrar en ella. Algunas personas del pueblo sí lo han hecho, y nunca volvieron a salir. Ni tan solo la policía hizo un gran esfuerzo por buscar a los desaparecidos, con tal de pasar el menor tiempo posible cerca de la casa. ¿Pero cuanto de esto es cierto y cuanto rumores y exageraciones?
Una vez dentro de la casa, nos daremos cuenta que no está tan abandonada como se supone. La señora Bigley sigue paseándose por ella (¿no estaba muerta?), e incluso tiene una joven criada llamada Lena que igual se nos muestra solícita y amable que se echa a llorar o grita aterrorizada sin motivo aparente. Y está Melissa, la gata, que no nos quita los ojos de encima. Las tres parecen, además, salir de la nada y darnos esquinazo de forma instantánea, dejándonos con la duda de si realmente las hemos visto e interactuado con ellas o lo hemos imaginado todo.
Mientras exploramos la casa, que a veces se nos muestra perfectamente cuidada y otras polvorienta y desordenada, nos encontraremos a menudo con pequeños ratones. Y si no llevamos cuidado, terminaremos convirtiéndonos en uno ¿Es esto lo que le pasó a los que se adentraron antes que nosotros en la casa y no volvieron a salir?
Los finales están bastante compensados. Tenemos doce fatales en los que directamente morimos, o somos convertidos en ratones para que Melissa se entretenga cazándonos, o quedamos atrapados por siempre en Chimney Rock. Entre estos hay uno que me resulta especialmente escalofriante: rompemos por accidente una figura de porcelana verde de un gato, y empezamos a recoger los pedazos para disculparnos con la señora Bigley. El problema es que una vez empezamos a recogerlos no podemos dejar de hacerlo hasta que los reunamos todos. Y por muchos que recojamos siempre hay los mismos en el suelo, con lo que quedamos condenados a agacharnos una y otra vez para recoger los infinitos pedazos del gato de porcelana hasta el fin de los tiempos.
Hay otros dieciséis finales en los que logramos sobrevivir, pero no acabar con la maldición. En estos finales salimos de la mansión, pero heridos o lesionados en diferentes grados, o siendo responsables de la muerte o desaparición de alguno de los policías que entran en la mansión a buscarnos. También puede que sea nuestra prima Jane la que nunca vuelva a ser vista, o que Lena, la criada, muera tratando de huir de la mansión.
Y finalmente, hay diez desenlaces que podemos considerar óptimos, en los que no solo sobrevivimos y logramos salir ilesos de la mansión, sino que también acabamos con su maldición, liberamos las almas atrapadas en el lugar, y puede que incluso ganemos una pequeña fortuna (y una linda gata) en el proceso. Aunque dentro de Chimney Rock Melissa parece ser el origen del mal que lo controla todo, ella también está afectada por la maldición. Si logramos sacar a la gata de la mansión se convertirá en una ronroneante mascota normal y corriente. Bueno… todo lo normal y corriente que es capaz de ser un gato.
Una situación que me ha parecido muy interesante y que se repite con Lena y Jane, es que ninguna de las dos huye de la casa porque están convencidas de que las puertas están bloqueadas, cuando no es así. Ni tan siquiera intentarán cruzarlas si no las empujamos a ello, y es que las maldiciones son en gran parte autosugestión.
Puedes ver otro librojuego de esta colección pulsando aquí.
The Mistery of Chimney Rock. 1979. Edward Packard (texto) Paul Granger (portada e ilustraciones). Elige tu propia aventura nº 16. Publicado en 1984 por Timun Mas.
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