EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Hola, amigos cinéfagos!
Aprovechamos La Tomatina de este año para reseñar la segunda película de la saga de los Tomates Asesinos. Aquí se abandona el tono semidocumental y el humor totalmente absurdo que tenía la primera y se pasa a una historia y un humor más convencional. La película sigue estando llena de nonsense, situaciones disparatadas y rotura de la cuarta pared, pero no al nivel de la primera.
A la vez, resulta más graciosa en términos generales porque los chistes son más evidentes. En la primera había muchos que si parpadeabas te los perdías porque estaban “escondidos”, mientras que en esta, si bien son más simples, te los plantan en la cara y es más difícil no verlos. También se nota que tiene más presupuesto que la anterior.
La película es diez años posterior a su antecesora, y se supone que han pasado también unos diez años en la trama, desde que se produjo la Gran Guerra del Tomate. Para evitar que algo parecido vuelva a ocurrir, el gobierno ha prohibido la venta y consumo de tomates. Estos y todos sus derivados, como la salsa de tomate y el kétchup, se consideran ahora productos ilegales. Y como siempre ocurre cuando algo se prohíbe, hay un mercado negro de trafico de tomates.
El protagonista principal de la película anterior, el paracaidista Finletter, se ha retirado y abierto una pizzería donde, naturalmente, las pizzas no llevan salsa de tomate. Esta es sustituida por diversos elementos como crema de cacahuete, ositos de goma, sardinas en aceite, coco rallado, o mermelada de arándanos.
En la pizzería trabaja su sobrino Chad, en el cual recae el protagonismo de esta película (¡una saga familiar!) y Matt, interpretado por un casi irreconocible (por lo joven) George Clooney. Al parecer Clooney también tenía un brevísimo papel en la primera, como un stunt sin acreditar (esos tipos anónimos que hacen cosas de relleno al fondo de la pantalla), pero nunca he llegado a distinguir en que escena se le ve.
La pizzería Finletter recibe regularmente encargos a domicilio para entregar en una casa situada en una apartada colina, a las afueras de la ciudad. La casa pertenece a un famoso científico conocido como profesor Gangreen, y está vigilada por un montón de Rambos. Las pizzas las entrega Chad y siempre sale a recogerlas una atractiva joven de la que este se encuentra perdidamente enamorado.
Esta joven es Tara, un tomate común al que el profesor Gangreen ha mutado a una forma humana para que sea su sirviente personal. Los Rambos que protegen la casa son igualmente tomates mutados. En realidad, la invasión de los tomates que tuvo lugar en la película anterior fue también algo provocado por el profesor Gangreen, aunque no se hiciera ninguna referencia a ello. Con esto nos dan un líder identificable para la amenaza de los tomates, que se mantendrá en las siguientes películas. En esta ocasión, además de dar mente a los tomates, también les da formas humanas para que se infiltren en la sociedad y llegado el momento propicio tomen el control de ésta.
Uno de los experimentos del profesor Gangreen sale mal y da como resultado un tomate mutante cubierto de pelo y con dos pequeñas patitas. Gangreen ordena a su ayudante Igor que se deshaga de él. Igor, contraviniendo todos los tópicos de los científicos locos y sus sirvientes, es un tipo alto, rubio, guapo y simpaticón. Lo único que tiene “de Igor”, es que es totalmente leal al profesor. Igor lanza el tomate mutante a la basura, pero Tara decide rescatarlo y huir con él de la casa, pues siente una especial afinidad hacia ese tomate en particular. ¡Quizá los dos brotaron de la misma tomatera, quien sabe! Tara llama a este ser TP, siglas de Tomate Peludo, y se marcha en busca de Chad, simplemente porque al ser quien les llevaba las pizzas a casa, es el único humano que conoce aparte del profesor e Igor.
Así es como Tara y TP llegan hasta la Pizzería Finletter (la dirección debía venir impresa en las cajas de las pizzas, o algo así) y le pide quedarse con él. Chad la lleva al apartamento que comparte con Matt. Naturalmente, puesto que los tomates están prohibidos, Tara mantiene oculto al pequeño TP y no les dice nada a los chicos sobre su verdadera naturaleza de tomate con forma humana.
Tara es el personaje más gracioso de todos por su verborrea continua e inconexa. En una de sus escenas de diálogo (saltándonos las respuestas de Chad, que ella ignora por completo) dice: “¿Hacemos el amor? ¿Prefieres que limpie? ¿Quieres sexo ahora? ¡Se hablar correctamente, cocino ochocientos quince platos diferentes, hago seiscientas treinta y siete posiciones sexuales y sé utilizar los electrodomésticos! ¿Te preparo la cena? ¿Te la chupo, o te plancho los pantalones?”. Y así todo el rato. La mujer perfecta para un joven solterón como Chad, sin nada más en su vida que su trabajo. Bueno, sí que tiene algún que otro defectillo la moza, como que vuelve a su forma primitiva de tomate si oye música clásica, que se alimenta exclusivamente de carne, tostadas y abono para plantas, y su desmedida obsesión por ir de tiendas, pero… ¿Qué mujer, hombre o tomate no tiene defectos?
Chad y Tara se enamoran perdidamente uno del otro, pero ¡oh! el suyo es un amor imposible. El mundo no está preparado para aceptar una relación entre un hombre y un tomate. Ni tan solo ellos mismos lo están; Tara no se atreve a confesarle a Chad que es un tomate mutado, ni a revelar la presencia de TP, al que esconde todo el tiempo. Y Chad se muestra del todo intransigente ante la posibilidad de aceptar un tomate en su vida, ignorando que Tara lo es. ¡Ah, qué difícil es el amor, a veces!
Cuando Chad descubre que Tara le ha ocultado su naturaleza tomatera, reacciona tan mal que ésta huye de su apartamento llevándose a TP con ella. A todo esto Gangreen no tiene intención de renunciar a Tara, que después de todo es su obra maestra de la horticultura. De este modo, casi sin pretenderlo, Chad, Matt, Tara, TP, Finletter y los supervivientes de su antiguo equipo de élite, terminan todos viéndose implicados en los planes de dominación mundial del profesor Grangreen, y luchando por desbaratarlos.
La película puede ser una sucesión de disparates uno tras otro, pero no está exenta de genialidad. Hay una escena en la que sale el director quejándose de que se ha quedado sin presupuesto, y entre todo el equipo de rodaje deciden meter publicidad de marcas comerciales en el metraje para financiar el resto de la película. A partir de ese momento comienzan a mostrarse continuamente productos en pantalla de una forma absurdamente evidente. Esto se exagera tanto que, en un primer plano de dos personajes conversando, aparece sin más en el encuadre una mano enguantada sosteniendo un paquete de cereales, tan centrado en la pantalla que les tapa la cara a los actores.
Hay otros detalles como carteles y relojes de pared colgados al revés, o que Matt lance al aire una masa de pizza en el minuto nueve del metraje y que esta no vuelva a caer hasta el minuto ochenta y nueve, cuando ya nos habíamos olvidado de ella. Hay también un momento en el que, para que el espectador no se aburra, meten una escena de acción con calzador: una pelea entre cowboys y ninjas en la pizzeria. Podría pasar 🤷♂️
Y algo en particular que me encanta; cuando Chad lleva a Tara a su apartamento, tiene una discusión con su compañero de piso. Matt está tratando de convencer a Chad para que haga algo que este no quiere. La insistencia de Matt le hace sentirse incómodo e intimidado. Esta conversación tiene lugar delante del poster de una película del oeste, de forma que un revolver que se ve en el poster parece estar siendo sostenido por Matt y apuntar al cuello de Chad, como queriendo representar el hecho de que Chad se siente amenazado por Matt en ese momento.
Es lo que decía al principio; la película sigue teniendo esos detalles de humor sutil… pero dentro de su sutileza, me han parecido más evidentes y a la vez más graciosos que antes.
Volvemos a tener también los enunciados absurdos mezclados con los títulos de crédito. Entre ellos, uno nos anuncia que la historia continuará en Los Tomates Asesinos van a Francia… aunque en una escena post créditos vemos como los productores son acribillados por zanahorias gigantes con ametralladoras, así que quien sabe que incierto destino aguarda a la saga de los Tomates Asesinos.
Return of the Killer Tomatoes. 1988. Constantine Dillon, Stephen Peace, John de Bello (guion), John de Bello (director). John Astin, Anthony Starke, George Clooney (actores principales) Karen Mistal (actriz principal). Four Square Productions.
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