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domingo, 14 de enero de 2024

CHARLIE Y EL GRAN ASCENSOR DE CRISTAL

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Aprovechando que hace poco leímos Charlie y la fábrica de Chocolate y teníamos la historia todavía fresca en la memoria, hemos leído también su continuación directa. Empieza más o menos donde acaba el anterior, con Charlie, sus padres, y sus cuatro abuelos (tres de ellos postrados en cama) metiéndose en el ascensor de cristal de la fábrica, que es capaz de salir de esta y desplazarse libremente por el aire como una pequeña nave espacial. 

Ya me habían avisado que era mucho peor que su antecesor, pero no esperaba que lo fuera tanto. No tiene casi nada que ver con el primero. La historia se podría haber escrito con otros personajes, cambiando el ascensor por un cohete espacial casero.

El sr. Wonka recoge a Charlie y los otros personajes de la casa de estos, en el ascensor de cristal de su fábrica. El ascensor es en realidad un vehículo autónomo que puede volar por el aire y el espacio. Aunque en teoría se dirigen a la fábrica para que Charlie y su familia se instalen a vivir en ella, suben demasiado y llegan hasta el espacio. Allí se encuentran con una gigantesca estación orbital norteamericana, diseñada como un hotel con cientos de habitaciones, un sistema de gravedad artificial, piscina, y todas las comodidades posibles. Y esto ya rompe totalmente con la imaginería propia del relato. 

En el libro anterior se nos presentaba la fábrica del sr. Wonka como un lugar maravilloso, sin dejarnos claro si era fruto de alguna clase de magia o de una tecnología muy avanzada, como el aparato teleportador o el propio ascensor de cristal. Y sin embargo, aquí nos dicen que simultáneamente a esas inexplicables maravillas, hay una estación espacial en la que pueden residir permanentemente y rodeadas de grandes lujos varios miles de personas. Si existe tecnología para hacer eso, a su lado ni la fábrica de chocolate ni el laureado gran ascensor de cristal parecen gran cosa. 

El presidente de los Estados Unidos establece comunicación con el sr. Wonka. Es una conversación demasiado larga, absurda y carente de gracia, en la que el presidente cree que ellos son marcianos y venusianos, y Wonka se dedica a contarle chistes de tipo Toc-toc ¿Quién es? Tras esta los personajes acoplan el ascensor de cristal al hotel y entran en él, descubriendo que todavía no ha sido inaugurado, pero tampoco está vacío. El hotel ha sido tomado por una raza alienígena llamada Knidos Vermiciosos, seres gelatinosos con afición por la carne humana. Confieso que de esta parte no me enteré mucho, porque cuanto más leía más me aburria. Y no es porque esto sea un cuento infantil. Leo libros infantiles a menudo y hay algunos que me encantan. Simplemente es malo. Fue escrito sin ni un gramo de inspiración, o quizá con una terrible desgana, no lo se. 

Una capsula con ciento treinta y seis astronautas queda atrapada por estos alienígenas. El sr. Wonka y los otros ocupantes del ascensor de cristal los rescatan, además de quemar vivos a mil de los alienígenas hasta hacerlos estallar. A su regreso a la Tierra se estrellan en la fábrica de chocolate y entran en ésta atravesando el techo, que de todos modos era su plan original cuando partieron de la casa de Charlie. Allí el sr. Wonka administra a los abuelos unos caramelos de su invención, los VitaWonka, cada uno de los cuales les hace rejuvenecer veinte años. A una de las abuelas se le va la mano con los caramelos y pasa a números negativos, reduciendo su edad a menos dos años, con lo que desaparece. El sr. Wonka y Charlie deben entonces ir a buscar a la desaparecida abuela a Menoslandia, la tierra subterránea de las restas y las divisiones. Y esta es con diferencia la mejor parte del libro, la descripción de este viaje al subsuelo y lo que van encontrando allí, como los Gnoolis; seres que habitan en grutas a gran profundidad y que tienen la particularidad de que, aunque los tengas delante, solo eres consciente de su presencia en el momento en que te pican y comienzas a transformarte en uno de ellos. 

Cuando encuentran a la abuela, ésta es una especie de fantasma, ya que ha rejuvenecido hasta un punto anterior a su nacimiento. Para devolverla a su edad la rocían con otra fórmula de Wonka, pero este ni se molesta en dosificarla y la abuela termina convertida en algo que se nos describe como “el fósil de una rana”. Tras esto sigue experimentando con ella y otros dos abuelos que se habían convertido en bebés, hasta devolverlos a todos a las edades que tenían antes de probar el VitaWonka, con lo que todo lo anterior carece de razón de ser. Para rematar de algún modo el libro, el Presidente de los Estados Unidos los invita a todos a la Casa Blanca para agradecerles el haber salvado a los astronautas. 

El sr. Wonka, en el primer libro, parecía tenerlo todo bajo control en todo momento, pero en este parece tonto, además de mostrársenos como alguien que no siente ningún respeto por la seguridad de los demás. Se nos dice de él que estuvo haciendo experimentos con más de cien Oompa-Loompas para perfeccionar la fórmula de su VitalWonka, rejuveneciéndolos hasta hacerlos desaparecer para luego revertir el efecto convirtiéndolos en decrépitos ancianos, independientemente de sus edades originales. Charlie hace poco más que estar ahí para poder añadirlo al título. Sus padres no intervienen para nada. Los únicos personajes de importancia son los abuelos, que a base de quejarse por todo consiguen que Wonka, para no oírlos, les haga caso y la historia se vaya moviendo. Realmente considero que es un libro que no vale la pena leer, y menos aún si os gustó el primero, porque lo único que va a conseguir es afear el recuerdo que tenéis de este. 

Respecto a las ilustraciones de esta edición son de una calidad muy baja, estilo “chiste de periódico”. Algunas, como la de la portada, mejor definida y coloreada, no están tan mal. Otras son poco más que garabatos que pienso que no deben resultar ni atractivos ni agradables para los niños pequeños a los que supuestamente está dirigido el libro. 

Podéis ver otro libro de este autor pulsando aquí

Charlie and the great glass elevator. 1982. Roald Dahl (texto) Quentin Blake (portada e ilustraciones). Publicado en 2004 por Santillana Ediciones Generales S.L.

2 comentarios:

  1. Me ha servido para refrescar la historia que la tenía olvidada, a pesar de haberla leído hace unos dos anos más menos. Es cierto que es muy malo el libro, desmerece al libro original.
    Saludos,
    Juan

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    Respuestas
    1. Pues sí. Pero que le vamos hacer, nadie rinde al mismo nivel en todo lo que hace. El que choque tanto la diferencia entre este y el primero, es otro indicativo de lo bueno que era el primero.

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