LA COLECCIÓN DE FIERAS
¡Hola, raros!
Si nos pusiéramos a preguntar a gente al azar cual es el vampiro más famoso que se le viene a la cabeza, la inmensa mayoría dirá Drácula, y lo dirá sin vacilar. Sin duda oiremos algún que otro Lestat por ahí, algún Blade por allá, quizá caigan en el saco también Vampirella, Ángel, Spike o Edward Cullen, pero sin duda Drácula encabezará la lista, y con una notable diferencia.
Sin embargo hay que hacer notar que, si bien Drácula es el vampiro literario más famoso, no fue el primero al que le podemos poner una fecha exacta. Mas allá de las leyendas y de los casos clínicos de criminales bebedores de sangre que creían ser vampiros, el primer vampiro literario, anterior por más de veinte años al popular conde transilvano, fue Carmilla, creada por el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu en 1872. El personaje (una vampiresa) estaba inspirado en la condesa Elizabeth Bathory, un monstruo de la vida real que se calcula que torturó y asesinó a entre seiscientas y setecientas mujeres y niñas de clase baja.
Aunque es un relato corto, Carmilla supuso en su momento una revolución del género de terror. Sin abandonar el ambiente gótico imperante en la época, el relato tocaba temas que eran tabús muy arraigados. Recordemos que estamos hablando de 1872, y cosas como el lesbianismo, o que el monstruo que acecha a la protagonista (Laura) fuera otra mujer, era algo que probablemente no se había tratado antes de forma tan directa.
Y a pesar que se lo suele considerar un relato de terror, a mí no me dio la impresión que fuera escrito con la intención de dar miedo. Carmilla es una fantasía en la que la realidad y lo onírico se mezclan continuamente, y es en los febriles sueños de Laura (que siguen a cada visita nocturna de Carmilla) en los que ésta descubre la verdad sobre la misteriosa invitada a la que su padre y ella han acogido en su hogar.
En las colecciones de cromos de los ochenta, las vampiresas solían aparecer como “Vampiresa”, “Mujer vampiro” o “Novia de Drácula”. En el catálogo de Super Monstruos, es también una vampiresa genérica y por tanto aquí nos vamos a referir a ella de igual modo, pero es de justicia aprovechar que presentamos la figura para recordar que el origen literario de los vampiros góticos no fue Drácula, sino Carmilla.
El texto que la acompaña en el mini catálogo dice así:
“Tras una apariencia angelical se oculta una feroz vampiro, que utiliza sus encantos femeninos para hacerse con la razón de los hombres, que caen subyugados”.
Puedes ver otra figura de la colección pulsando aquí.
Vampiresa. Super Monstruos. Yolanda. Presentado en blindbag. Sin puntos de articulación. 1992.
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