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jueves, 30 de mayo de 2024

EL AGUILUCHO (10) El Murciélago

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Bienhallados, nobles caballeros y damas.

Terminamos aquí con las aventuras de El Aguilucho. No sabía si dividir los siete números que quedan en dos tandas o dejarlo en una. Aunque se pueden considerar dos tramas más o menos diferenciadas están también demasiado interconectadas para separarlas de forma clara. Al final los presentamos bajo una sola entrada y aprovechamos para despedirnos de los personajes.

Nos habíamos quedado con Marcel, Pimienta y sir Arthur embarcando en un buque de Cruzados, supuestamente rumbo a España. En realidad el barco se dirige a Palestina, desde donde podrán hacer trasbordo a otro que regrese a Europa. Esto no es realmente muy importante, puesto que no van a llegar a su destino.

El ataque de los turcos (nº 36). Apenas acaban de pisar la cubierta cuando son atacados por otros dos barcos de piratas turcos. Es un comic de aventuras, y las batallas siempre son bien recibidas, pero ya vimos combates navales antes contra piratas turcos, y este no es muy diferente. Los protagonistas machacan a los turcos de forma un tanto rutinaria, entre bromas y chascarrillos, haciendo que los supervivientes regresen a trompicones a sus propios barcos y se marchen por donde han venido. Pero tras este primer combate les aguarda el verdadero desafío; una monumental tormenta que zarandea al barco y destroza los aparejos. Una ola barre la cubierta arrastrando a Marcel y sus compañeros al mar, donde se quedan agarrados a unos maderos mientras ven como el barco se aleja.

La corriente los arrastra lentamente a costa, mientras una docena de tiburones les acosa. Se defienden de ellos a espadazos como buenamente pueden hasta que logran herir de gravedad a uno de ellos, con lo que el resto pierde el interés por los humanos y se dedica a comerse a su camarada moribundo.

Entretanto, en tierra firme, Gisela está fantaseando con el regreso a casa de Marcel mientras recoge flores en las inmediaciones del castillo, y Brazos la acompaña en calidad de escolta. Un grupo de musulmanes dirigidos por un fantoche disfrazado les acecha. Este individuo se hace llamar El Murciélago, y es sin duda el villano menos interesante de la colección, a pesar de lo cual ostentará el raro honor de ser el enemigo final de la misma.

El Murciélago y sus hombres se lanzan en manada contra Gisela para llevársela con ellos. Brazos no tarda en empezar a repartir golpes derribando a varios, pero se deja capturar cuando ve que una espada presiona el cuello de su protegida. Los musulmanes los atan a ambos y se los llevan. A lo largo de los números anteriores, desde el momento en que Marcel es nombrado caballero, éste había estado teniendo visiones en las que Gisela y Brazos eran perseguidos o capturados por un monstruo con forma de murciélago u oso con grandes orejas, y esto era lo que estaba presintiendo.

El castigo (nº 37). La corriente arrastra a costa a los náufragos, cerca de donde una patrulla de musulmanes se ha detenido a descansar. Tras acabar con ellos se apoderan de sus provisiones y caballos, y llegan hasta una fortaleza que ondea banderas cristianas. Allí los recibe el conde Pelagio. En realidad no nos dicen su título, pero… ya sabéis, tiene cara de conde. Pelagio acoge a los viajeros, más en realidad se ha vendido al enemigo. Espera a que sus huéspedes se confíen, y durante el banquete que da en su honor envía a un grupo de soldados musulmanes contra ellos.

Pimienta lanza asado de cerdo a la cara de un musulmán. Otra viñeta que sería totalmente impublicable a día de hoy en España.


El combate no se desarrolla como el anfitrión esperaba, y los árabes son derrotados. Pelagio huye y Marcel lo persigue, enfrentándose a él en un combate individual en el que termina capturándolo vivo. Realmente le perdona la vida para nada, ya que cuando denuncia su traición a los caballeros Cruzados apostados en otras fortalezas cercanas, estos toman la decisión de ejecutarlo.

Resuelto este asunto, Marcel, Pimienta y sir Artur siguen su camino hasta el siguiente puerto, en el que esperan poder embarcar al fin rumbo a Europa. Durante una parada que hacen para comer y descansar, son atacados por tres corpulentos musulmanes que se presentan como los hermanos Malif. Generalmente, en este tipo de historias los héroes se enfrentaban a, al menos, el doble de enemigos. No quedaba bien que los protagonistas fueran derrotados por adversarios que los superaran en habilidad o fuerza, así que la norma era que si los héroes perdían, se debiera a que estaban en una abrumadora inferioridad numérica o bien porque su rival jugara sucio. Esto no es exclusivo del comic español, claro. En los comics de Conan, por ejemplo, casi siempre que el musculoso bárbaro es derrotado, es debido a que le atacan por la espalda o que sus enemigos lo aplastan bajo su enorme número. El caso es que a los tres personajes les atacan un número igual de enemigos, que ahora sí los superan ampliamente en fuerza y habilidad. Los hermanos Malif derriban sin demasiado esfuerzo a sir Arthur y Pimienta, y Marcel se ve lidiando solo contra ellos a los pocos segundo de haber comenzado el combate. 

Entretanto, Gisela y Brazos son llevados a bordo del barco de El Murciélago, que zarpa rumbo a costas Africanas, presumiblemente para vender a la joven como esclava. Brazos aprovecha que solo tres de sus captores se encargan de bajarlo a las bodegas para hacer un último intento de escapar. Rompe sus ligaduras y se lanza sobre ellos a puño limpio.

El Murciélago derrotado (nº 38). La escapada de Brazos no dura mucho. Logra librarse de sus tres captores, se hace con una de sus espadas, y sale a cubierta en busca de Gisela. Tan pronto como lo hace El Murciélago lo derriba de una patada en la cabeza y cuando despierta vuelve a estar en las bodegas, esta vez encadenado.

Marcel, por su parte, está lidiando contra los Malif. Estos se confían y Marcel logra noquear a uno y aparentemente matar a otro. El tercero es derribado por Pimienta, que se recupera a tiempo de incorporarse al combate. 

Pensaba que, habiéndolos presentado como enemigos especialmente duros y quedando dos de ellos vivos tendrían alguna relevancia posterior, pero no volveremos a verlos. Marcel y sus compañeros siguen su camino hasta otra ciudad costera en manos de los cristianos, y allí toman uno de los barcos que regresan a Europa.

Este barco y el de El Murciélago, rumbo a Palestina, se cruzan en altamar y se lanzan uno contra el otro. Durante el combate Marcel salta a la cubierta enemiga y allí oye los gritos de Gisela. Marcel y sir Arthur se enfrentan a El Murciélago y aparentemente no pueden con él entre los dos, pero finalmente logran imponerse.

¡Vikingos! (nº 39). Este comic es de principio a fin otra sucesión de escenas de batalla. Los cristianos logran tomar el barco de El Murciélago, y encierran a este en la bodega. Marcel, Gisela y Brazos se reúnen, pero apenas tienen tiempo de ponerse al día con sus respectivas aventuras. Un nuevo barco pirata, esta vez vikingo, enfila hacia ellos. A bordo se encuentra Eruakson, el más poderoso de los jefes vikingos. Es tan enorme que le saca una cabeza al ya de por si gigantesco Brazos. Los vikingos abordan el barco cristiano y los dos titanes se enfrentan.

Uno de los vikingos encuentra a El Murciélago amarrado en las bodegas del barco cristiano y lo libera, ya que al parecer él y Eruakson son aliados. Con algo de ayuda por parte de este fantoche, Eruakson termina derrotando a Brazos. Luego se enfrenta a Marcel, al que supera ampliamente en tamaño y fuerza, pero este lo engaña y esquiva haciéndole caer por la borda. El Murciélago aprovecha la confusión de la batalla para raptar nuevamente a Gisela y llevársela al barco vikingo.

La fortaleza de Eruakson (nº 40). Los vikingos se retiran llevándose a Gisela. El barco cristiano los persigue, pero ambos barcos tienen el viento en contra. Los drakares vikingos eran peores en altamar que los barcos europeos, que contaban con una mayor obra viva y estaban mejor aparejados. Los vikingos usaban su drakares principalmente para costear y eran más vulnerables al oleaje en mar abierto. Debido a esto los drakares eran también de cubierta baja para permitir las hileras de remeros, algo que los barcos europeos habían tendido a desechar cada vez más. Valiéndose de sus remeros y su diseño más estrecho y ligero, con amplio tajamar y una mínima resistencia al agua, el drakar deja rápidamente atrás a sus perseguidores. Tras dos días siguiendo la estela y lejana silueta del drakar, el barco cristiano llega hasta la isla fortificada de Eruakson.

La isla está defendida por docenas de catapultas y arqueros con flechas incendiarias. Como acercarse a ella con el barco es un suicidio, Marcel, sir Arthur, Brazos y Pimienta desembarcan en una pequeña chalupa. 

Se libran de algunas patrullas de vikingos y escalan los muros de la fortaleza, donde son finalmente descubiertos. Durante el combate quedan separados y Marcel cae a una trampa de foso, en el cual le aguarda un oso pardo hambriento (Trampa de foso con oso, me lo apunto para HeroQuest). Consigue matarlo, pero como no tiene forma de salir del foso se tumba junto a este, fingiéndose muerto. Cuando unos vikingos ven que alguien ha caído en la trampa, echan un vistazo. Creyendo efectivamente muerto o moribundo al intruso, colocan una escalera para bajar a por su cuerpo y lo sacan del foso.

Por su parte, Eruakson se encuentra de nuevo con Brazos. Este, de pie en medio de un montón de vikingos a los que ha derribado a golpes, se defiende de Eruakson ¡lanzándole uno de los vikingos inconscientes! y rematando la faena a puñetazos.

Zarak (nº 42). Brazos toma a Eruakson como rehén, y Marcel encuentra la celda de Gisela y la libera. Los cinco se reúnen y abandonan la fortaleza llevándose con ellos al jefe vikingo con un cuchillo al cuello. Una vez fuera de la fortaleza, tal como le prometieron, lo dejan en libertad, pero éste en cambio lanza a todos sus hombres a perseguirlos. El Murciélago, que ya llevaba mucho tiempo sin aparecer, se une a la persecución mientras Eruakson lo contempla todo en lo alto de la torre de su fortaleza, desde la que tiene una vista panorámica de la isla. Junto a él esta Zarak, su hija, que observa luchar a Marcel cada vez más impresionada por la valentía del joven.

El resto consiguen llegar hasta la playa donde les espera el bote, pero Marcel se encuentra con El Murciélago y este le deja inconsciente de un golpe. Se lo lleva de vuelta a la fortaleza para que sea torturado hasta la muerte. Apiadándose de él y valiéndose de su estatus como hija del jefe, Zarak consigue que los guardias le dejen verlo, que el torturador retenga su mano asesina, y le facilita una vía de escape, todo ello a espaldas de su padre. No es hasta que Marcel se ha alejado de la fortaleza que Zarak le revela a su padre que le ha dejado marchar. Este es el único adversario importante de Marcel del que se da una imagen en parte positiva. Eruakson es un guerrero implacable y terrible en una época ya de por si implacable y terrible, y a pesar de ello prefiere dejar escapar a un enemigo antes que ver llorar a su hija.  

Marcel, en su huida, se topa otra vez con El Murciélago. El encuentro tiene lugar en la estrecha cornisa de un acantilado y es tremendamente breve. Marcel empuña su espada para hacerle creer al Murciélago que va a parar su acometida. Lo que hace cuando este le ataca es apartarse y ponerle la zancadilla para que caiga por el precipicio (lo que nos permite comprobar que, por muy murciélago que tratara de aparentar ser, lo de volar no se le da demasiado bien). 

Tras esto Marcel se reúne con sus amigos y todos regresan al barco cristiano, que continúa dando vueltas a la isla. Un escueto cuadro de texto en la última viñeta nos anuncia que todos regresan “a su patria y hacia la felicidad”, y en lugar del clásico “Continuará” a pie de página nos encontramos con un “Fin de la colección”.

No me disgusta, pero para mi esto no es un final adecuado para una colección, sino para una aventura. Podemos suponer que no encontrarán más peligros, vivirán felices y comerán perdices (cocinadas por Pimienta, probablemente) pero se hecha en falta ver eso. Se hecha en falta unas viñetas mostrándonos el reencuentro con los otros personajes, como los padres de Marcel y Gisela, o el intrépido Dardo. Quizá que se nos muestre la boda de Marcel y Gisela, que a fin de cuentas, es el motivo por el que éste partió a Las Cruzadas en un principio. Se echa en falta, en definitiva, una verdadera conclusión, y la impresión que queda es la de un final precipitado. Aun así, se agradece que dieran algún tipo de conclusión a la colección en lugar de simplemente abandonarla, como se hace en los comics demasiado a menudo cuando las ventas decaen o los autores pierden el interés por su propia obra.   

Puedes repasar la colección desde el inicio pulsando aquí. O darle un vistazo a El Guerrero del Antifaz (otra de las colecciones de Gago) pulsando aquí.

El Aguilucho. 1959. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1981 por Editorial Valenciana S.A.

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