EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Bienhallados, nobles caballeros y damas.
Con esta novena mini-saga entramos en la etapa final (y peor) de la colección. Como adelantábamos en nuestra anterior reseña dedicada a El Aguilucho, a partir de aquí el dibujo tiende a hacerse aún más sencillo, las viñetas más grandes, y nos encontramos con cierta frecuencia algunas que han sido cortadas en dos y ampliadas por separado para presentarlas como dos viñetas diferentes. También se entra en una repetición constante de temas ya vistos en las mini sagas anteriores.
Y se da el curioso caso de los continuos cambios de estatura de Pimienta. Este siempre ha sido ligeramente más bajo que Marcel, pero a partir de ahora su altura variará mucho incluso de una viñeta a otra, y la tendencia será hacerlo más pequeño. Hay ocasiones en que se refieren a él con expresiones como “pequeño cocinero” o “pequeño gordinflón”, cosa que nunca se había hecho antes, y hay una viñeta en que se le muestra apenas un poco más alto que un niño de diez años. Lo peor en relación a este personaje es que pasa a carecer de relevancia y de todo lo que le caracteriza, como ser el sensato del grupo o los efectos “mágicos” de sus platos, de los que ya no volvemos a saber nada.
Los fantasmas de las dunas (nº 32). Habiendo cumplido sus objetivos en Tierra Santa (liberar a sir Arthur y participar en las Cruzadas) Marcel y Pimienta se disponen a regresar a su patria. Sir Arthur el batallador los acompaña, puesto que ya ha batallado suficiente por el momento. Habiendo sido nombrado caballero, Marcel tiene al fin reputación y honores suficientes para pedir la mano de Gisela, y además sigue teniendo esas extrañas premoniciones en las que la ve siendo acosada por una especie de Mickey Mouse deforme. A estas se suman otras en las que Brazos, su leal amigo con el que él contaba para proteger a su amada en su ausencia, se encuentra también en peligro, encadenado en una mazmorra.
Marcel y sus compañeros emprenden su viaje a caballo a través del desierto. Una tormenta de arena les engulle, y cuando esta se disipa se ven rodeados por un grupo de pigmeos que les disparan una lluvia de flechas. Estas flechas, sin embargo, se desvanecen tan pronto se clavan en ellos.
A continuación son atacados por una especie de lagarto gigante que igualmente se desvanece cuando Marcel lo golpea con su espada. La siguiente visión que tienen es la de una larga procesión de encapuchados que transporta dos ataúdes de cristal, dentro de los cuales yacen inertes Gisela y la esposa de sir Arthur. Y no se trata de espejismos, ya que todos ven lo mismo al mismo tiempo, y las imágenes están acompañadas por sonidos claramente identificables. Docenas de serpientes surgen de la arena obligándoles a seguir adelante, y estos ya dudan de si se trata de serpientes ilusorias o reales.
Finalmente el desierto aparece repentinamente cortado por un profundo precipicio, en el fondo del cual discurre un caudaloso rio. Dando por sentado que debe tratarse de otra visión, Marcel insta a los demás a no creer lo que están viendo y cruzar el precipicio simplemente andando sobre él… con lo cual los tres caen a plomo hundiéndose en el rio, que al igual que el precipicio es completamente real. El impacto contra el agua los separa y aturde, y pone en movimiento a un montón de cocodrilos que aguardaban algo que hacer en las estrechas orillas del rio.
Los enanos de la jungla (nº 33). Sir Arthur es el que ha quedado más dañado por la caída. Marcel y Pimienta luchan contra los cocodrilos para mantenerlos alejados mientras llevan a su compañero hasta tierra firme. Ya no hay ni rastro de los altos acantilados que rodeaban el rio, y lo que se encuentran es una frondosa jungla. Deambulando por ella observan una serie de animales, como jirafas, monos y leones especialmente mal dibujados, y escuchan un grito de socorro. Un anciano con aspecto de gurú esta siendo acechado por un grupo de hienas. Marcel y Pimienta se lanzan a ayudarle. Sir Arthur lo intenta, pero en su estado de debilidad más que ayudar se convierte en un riesgo adicional para sus compañeros. Tras salvar al anciano gurú, este se presenta como Magus el vidente.
Magus le informa que las visiones que padecieron anteriormente en el desierto, provocadas por una misteriosas criaturas a las que llama duendes de las dunas, son presagios que estos les han enviado de lo que les aguarda en el futuro. Un futuro al que solo podrán enfrentarse con posibilidades de triunfar si bañan los filos de sus espadas en la sangre de Bagoa, el dios viviente de los pigmeos caníbales de la jungla. ¡Esto promete! Promete... pero no cumple, como veremos más adelante.
Un grupo de estos pigmeos está cazando con saña inusitada a un elefante. Marcel y sus amigos cargan contra ellos para salvar al animal y lo consiguen, pero Pimienta, sir Arthur y Magus son capturados. A lomos del agradecido animal, Marcel se retira para curar al elefante malherido antes de ir en busca del poblado de los pigmeos. Está en ello cuando oye otro grito de socorro. Esta vez es una joven africana que está siendo acechada por un grupo de leones. Marcel y el elefante se lanzan a ayudarla…
El terrible Bagoa (nº 34). …logrando rescatar a la muchacha. Esta le cuenta a Marcel que es la hija del jefe de su tribu (como de costumbre) y que estaba huyendo de los pigmeos porque estos quieren casarla con su dios viviente, el terrible Bagoa, la misma criatura que Magus les ha instado a matar. Marcel deja a la muchacha al cuidado del elefante y sigue el sonido de los tam-tam hacia el campamento de los pigmeos caníbales.
En el campamento, estos arrojan a sir Arthur al foso de Bagoa, que no es otra cosa que un gorila de unos cuatro metros de alto. Pimienta salta por sí mismo tras sir Arthur para enfrentarse los dos a la vez al simio, pero poco es lo que pueden hacer contra él estando desarmados. Marcel aparece entonces cayendo entre los pigmeos desde una rama. Ha estado avanzando por la jungla usando las lianas para pasar de árbol en árbol tal como le enseñó Dardo en el nº 2, como una forma de viaje mucho más rápida que el elefante. Recupera la espada de sir Arthur que tenían los pigmeos y, con esta en una mano y la suya propia en la otra, se lanza también al foso. Entre los dos consiguen matar al enorme animal.
Esto enfurece a los pigmeos, que arrojan sobre ellos una nube de lanzas de las que se resguardan en los recovecos del fondo del foso. Al no ser capaces de acabar con ellos de esta forma, los pigmeos descienden al foso para matarlos cuerpo a cuerpo.
Fuga accidentada (nº 35). Este es de los números menos originales de la colección. Es simplemente una sucesión de combates y casualidades forzadas. Empieza con los personajes descubriendo un túnel en el fondo del foso por el que pueden escapar, en el que no se habían fijado antes. Corren a lo largo del mismo y este los lleva al exterior. Tan pronto como salen, un leopardo que parecía estar esperándoles salta sobre ellos y tras una pelea de un par de páginas logran deshacerse de él.
Fijaos en la imagen de abajo. La segunda viñeta de la primera fila y la primera viñeta de la segunda fila son una de esas viñetas cortadas en dos y separadas para crear dos viñetas de las que hablaba al principio.
Es algo a lo que ya se había recurrido ocasionalmente antes, probablemente para terminar de acomodar viñetas largas concebidas originalmente para una publicación en formato apaisado a un formato vertical, pero a partir de estos números se vuelve demasiado común como para ser solo eso. Parece más bien una forma de estirar el material disponible para alargar la colección un par de números más.
Tras acabar con el leopardo, de nuevo se abalanzan contra ellos los pigmeos caníbales. Huyendo de estos, Marcel y sus amigos se topan de frente con otra tribu de nativos que parecen cerrarles el paso, pero estos se lanzan a atacar a los pigmeos. Entre los miembros de esta otra tribu está la muchacha a la que Marcel rescató en el número anterior, que ahora se nos revela que se llama Malua. Una vez derrotados los pigmeos, Malua se abraza a Marcel para dejarle claro que han venido ayudarlos, pero esto desata las iras de Bolokua, uno de los guerreros que han venido con Malua y que la pretende como pareja. Al ver la actitud cariñosa de Malua hacia Marcel, Bolokua lo considera un rival y lo desafía a un combate. Es una nueva versión del duelo de sir Alexis con Marcel debido a Irene. Este combate a puñetazos y patadas se extiende a lo largo de otras siete páginas.
En cuanto se alejan de esta otra tribu, un elefante carga contra ellos sin motivo aparente (dos páginas más de combate) hasta que aparece un segundo elefante para ayudarles. Este es el elefante que rescató Marcel justo antes de rescatar a Malua, y la situación es exactamente la misma. Con lo grande que es la jungla, y les encuentra en el momento preciso para salvarle de una amenaza igual a la que él mismo representa.
El elefante hace entonces de montura llevándolos hasta un asentamiento árabe, donde alquilan camellos y guías que los lleven hasta una costa donde puedan embarcar de regreso a España. Tan pronto como un barco de Cruzados los recoge y se aleja un poco de la costa, un barco de piratas turcos se les echa encima… y aquí lo dejamos, con los personajes abandonando África para tratar de volver a sus hogares.
¿Y qué pasa con las visiones que tuvieron en el desierto, en las que eran atacados por pigmeos, una lagartija gigante, serpientes, y se encontraban con la procesión de encapuchados? Con los pigmeos se han encontrado, vale, pero de los demás peligros ya no sabremos nada. De Magus, que se quedó maniatado y en poder de los pigmeos, nos olvidamos también. El asunto de que Marcel y sir Arthur debían bañar las hojas de sus espadas en la sangre de Bagoa como requisito para salvar a sus amadas tampoco tendrá continuidad. Todo esto son señales de que la serie ya estaba agotada, a pesar de lo cual se alargó siete números más.
Puedes ver el final de la historia pulsando aquí.
El Aguilucho. 1959. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1981 por Editorial Valenciana S.A.
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