EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Espero que os gusten los comics, porque debido a una serie de circunstancias logísticas y estructurales, a ellos vamos a dedicar casi en exclusiva nuestras próximas entradas durante una temporada. Iremos alternando varias colecciones que tenemos empezadas para darle algo más de variedad al asunto. Hoy repasaremos las historias contenidas en el segundo de los cinco tomos de Genzo el marionetista.
Cuarto relato del marionetista, donde el marionetista maneja a un señor: Genzo es contratado por dos personas diferentes para que fabrique un mismo títere y haga un mismo trabajo. Por un lado, un señor feudal le encarga hacer una marioneta idéntica a él para que le sustituya en palacio. Quiere verse libre de sus responsabilidades familiares y administrativas. Él mismo reconoce que no es más que un títere político, y pretende que Genzo se deje ver en público de tanto en tanto, haciendo pasar a un verdadero títere por él, mientras él pasa largas temporadas lejos de sus obligaciones.
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
Por otro lado, cuando el señor feudal volvía de la casa de Genzo tras hacerle este encargo, resbaló por un terraplén y terminó muriendo en una aparatosa caída. Ignorando que ha muerto, uno de sus consejeros encarga a Genzo una marioneta del señor para que el pueblo no eche en falta su presencia en los actos oficiales, hasta que aparezca.
Cuanto Genzo lleva a su marioneta del señor al palacio, aparece por allí Osato, una ingenua chiquilla, hija de campesinos, que deambulando por el bosque ha encontrado el cadáver del señor. Osato ha corrido al palacio a informar de esto, pensando que se lo agradecerán dándole comida o un trabajo, pero al oír su declaración el consejero del señor decide matarla. Si el señor ha muerto y él dispone de una marioneta idéntica a él y el arte del marionetista para manejarla, realmente tiene el control del feudo a efectos prácticos. Para salvar la vida de Osato, Genzo pide quedársela como pago por sus servicios.
En la siguiente aparición programada del señor, en la que debe hablar a sus súbditos sobre el tributo del próximo año, lo que hace Genzo a través de la marioneta que maneja es eximirles de este. El pueblo lo celebra, pero el consejero rabia ya que ahora el control del feudo lo tiene Genzo en realidad, valiéndose de la imagen y voz del señor. Y puesto que nadie más puede manejar la marioneta con su misma pericia, al consejero no le queda más remedio que admitir la muerte del señor, con lo que el feudo pasará a su familiar más próximo.
Una vez están lejos del palacio y sus intrigas y trapicheos, Genzo renuncia a Osato como pago para que esta vuelva con sus padres.
Quinto relato del marionetista, donde el marionetista está absorto: la princesa Kiku va a buscar a Genzo para tratar de despertar su interés por ella. Mientras están pasando el día juntos aparece un matrimonio solicitando su ayuda, y justo tras estos llega un sacerdote bonzo a caballo que destroza la cabeza del marido con una maza, y a continuación se dispone a matar también a la esposa. Kiku sale en su defensa, pero la destreza y experiencia del sacerdote la superan en mucho. Genzo activa un sistema de seguridad que tiene preparado en torno a la casa para alejar a los curiosos (un montón de esqueletos humanos que se alzan de entre la maleza, sujetos por hilos invisibles y poleas ocultas) y el sacerdote huye creyendo que se trata de brujería.
La afligida y reciente viuda informa entonces a Kiku sobre el porqué de lo ocurrido. El violento bonzo es Kyokai, un coleccionista de espadas famosas. Esto merece una explicación. En Japón, los soldados eran equipados con katanas genéricas que se fabricaban por millares, y eran de muy mala calidad. Pero había otras, fabricadas por maestros espaderos, que tenían un estatus legendario. Estas eran fabricadas a medida, con la longitud, curvatura de la hoja y peso ajustadas al milímetro para resultar lo más manejables posible a una persona concreta, casi siempre un señor de la guerra o un samurái o médico de renombre. Estas katanas tenían un nombre propio, se les suponía una personalidad concreta, y eran consideradas tanto armas como obras de arte invaluables. Esto hizo aparecer a los “coleccionistas de espadas” que competían entre ellos por ver quien acumulaba más de estas “espadas con nombre”. La forma en que las obtenían era comprándolas a los familiares del dueño si estos se arruinaban, o directamente pagando a ladrones y asesinos para que las obtuvieran por ellos. El bonzo Kyokay es uno de esos coleccionistas.
Hace poco Kyokay robó al hombre que acaba de matar la Samoji, una espada legendaria que este, un humilde herrero, había recibido de su señor. El reclamar la Samoji de vuelta es lo que ha ocasionado el reciente ataque de Kyokay contra el matrimonio, para silenciar sus acusaciones. En realidad es un poco más complicado que eso, pero como resumen vale.
La princesa Kiku va en busca del monje y le amenaza para que entregue la Samoji a la viuda de su anterior propietario, porque (y dejemos esto claro, para entender bien la mentalidad de la época) lo grave de este asunto es que ha robado una espada con nombre, no el hecho de que haya matado a un plebeyo. Pero el bonzo se burla de ella y la derrota de nuevo. Mientras ambos peleaban, Genzo entra en la cabaña de Kyokay como si tal cosa y coge la Samoji.
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
Al verlo el bonzo se lanza contra él y le golpea con la maza, dejándolo completamente destrozado. Por suerte, lo que ha golpeado es otro de los títeres de Genzo (uno de sí mismo), que con su último aliento resorte arroja la espada a Kiku justo antes de “morir”. Con la Samoji en manos de Kiku, esta y el monje vuelven a enfrentarse, pero esta vez Kiku tumba al primer golpe a su rival. Y no porque la espada en sí mejore su técnica, sino porque el propio Kyokay, llegado el momento, no se atreve a parar el golpe de Kiku con su maza, por no dañar la Samoji. Su obsesión por su colección le ha perdido, y Kiku retorna la Samoji a la viuda de su legítimo dueño.
La Samoji, por cierto, es una espada real, forjada por Saburo Saemón (el décimo discípulo de Samamune Soshu) y actualmente se conserva en un museo, considerada uno de los tesoros nacionales de Japón.
Sexto relato del marionetista, donde el marionetista revive a un hombre mortalmente enfermo: Otsuro (la chica de cuerpo y mente mutilados que se ha convertido voluntariamente en algo a medio camino entre la guardaespaldas y la mascota de Genzo) conoce a otra joven en el bosque. Está nevando, y la mujer parece muy enferma pese a su juventud. Ambas congenian inmediatamente.
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
La joven, llamada Hina, regala a Otsuru una jaulita con un ruiseñor que lleva con ella, porque se está muriendo de tuberculosis y ya no podrá cuidar del pájaro. Viendo que Hina parece estar al borde de la muerte, Otsuru, Genzo y Kiku la llevan de vuelta con su familia.
Allí se enteran que Hina se escapó de casa para ir al Valle de la Enfermedad, un lazareto para tuberculosos. Hina pertenece a una familia rica que puede pagar un tratamiento paliativo, pero los pobres que no pueden permitirse ese lujo son enviados al Valle de la Enfermedad para que mueran allí sin contagiar a nadie más. Hina esta enamorada de uno de sus criados, un muchacho llamado Shokichi, que por cuidarla día y noche terminó contrayendo también tuberculosis. Al ser un simple plebeyo a ojos de la familia de Hina, fue enviado al Valle de la Enfermedad. El motivo por el que Hina escapó de casa fue para morir junto a él.
Otsuru, con su limitada comprensión de la realidad, promete a Hina que buscará a Shokichi y lo devolverá a su lado, convencida que al volver a verle se pondrá tan feliz que se curará. Obligada por su atolondrada promesa y acompañada por Genzo, viaja hasta el Valle de la Enfermedad, en el centro del cual se alza un viejo edificio. Su interior está lleno de esqueletos, y solo hay un cuerpo reciente, el de Shokichi. Antes de morir, este dejó escrito en un muro que él no contrajo la tuberculosis. Fue la familia de Hina, que no querían la vergüenza de que su noble hija se relacionara con un plebeyo, la que ordenó que fuera abandonado y encerrado allí para librarse de él.
Genzo y Otsuru regresan a casa. Algunos días después, acompañados de Kiku, irrumpen en la hacienda de la familia de Hina y se abren paso a la fuerza hasta su habitación. Otsuru retiene a los guardias en la puerta del dormitorio, hasta que el padre de Hina, malherido tras enfrentarse a Otsuru, logra entrar. Lo que encuentra allí es a Genzo manipulando una marioneta perfecta de Shokichi que sostiene en su brazos a Hina. Y a esta, que creyendo haberse reencontrado al fin con su amado, acaba de morir con un último suspiro de felicidad.
A pesar de los muchos heridos que han provocado a su paso, nadie trata de retener a Genzo, Kiku y Otsuro cuando estos se marchan, dejando todavía abrazados a la marioneta y el cadáver.
Séptimo relato del marionetista, donde el marionetista dispone de la vida y la muerte (primera parte): Fuyu es la hija del dueño de unas grandes salinas. Estas producen sal que puede recogerse en grandes cantidades debido a una excepcional serie de canales que conducen el agua tierra adentro, donde queda estancada con las bajadas de la marea. Estos canales son una obra de ingeniería poco convencional, y la base de la prosperidad de todo un pueblo, que vive del comercio de sal. Una noche de tormenta Fuyu ve como su padre, de pie sobre unas rompientes, es engullido por una enorme ola. Como no se le vuelve a ver ni vivo ni muerto, pasados unos días todos dan por sentado que se ha ahogado, y la propiedad de las salinas pasa a Fuyu.
Poco después Fuyu ve a Genzo sacar un cuerpo del mar, arrastrándolo con unas cuerdas, y este resulta ser el de su padre. Creyendo que Genzo lo ha asesinado, Fuyu se oculta para que Genzo no la vea. Pero es el propio Genzo el que va hacia ella y le presenta un contrato firmado por su padre, en el que este promete a Genzo tener acceso al cuerpo de su hija Fuyu como pago por un trabajo que no se especifica. En caso que este pago no le sea entregado, recibirá como compensación la propiedad de todas las salinas.
Fuyu no sabe que el interés de Genzo por su cuerpo se limita a sus pies, que son una de las pocas piezas que le faltan por moldear de la marioneta que está haciendo de Saki, su difunta esposa. Es más, está convencida que Genzo asesinó a su padre y el documento es una patraña para robarle las salinas, así que busca ayuda para librarse de él. por desgracia, busca ayuda en la gente equivocada. Recurre a otros comerciantes de sal poco escrupulosos que cuentan además con su propio marionetista: Koshiro, el hermano mayor de Saki, y discípulo del mismo maestro titiritero que adiestró a Genzo.
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
Una noche, de regreso a su cabaña, Genzo encuentra en ella a Fuyu, que parece dispuesta a entregársele para pagar la deuda contraída con él por su padre. Pero cuando Genzo comienza a examinar sus pies, Fuyu revienta convertida en una red de zarcillos pegajosos que lo atrapan. La Fuyu que tenía delante era una muñeca tan realista y de movimientos tan fluidos que ha logrado engañar al propio marionetista, y Genzo comprende entonces a quien se enfrenta.
Séptimo relato del marionetista, donde el marionetista dispone de la vida y la muerte (segunda parte): mientras la marioneta-trampa de Fuyu retiene a Genzo, otra marioneta con forma de cuervo a través de la cual Koshiro proyecta su voz le anuncia que va a morir por no haber sabido proteger a Saki. Su cabaña se incendia y Genzo apenas puede escapar del abrazo de la marioneta-trampa, rompiendo al tacto algunas piezas concretas de su armazón. Cuando sale corriendo de su cabaña en llamas descubre que esta se halla rodeada de asesinos, uno de los cuales lo golpea con su espada…
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
...y entonces Genzo, se deforma al recibir el golpe, porque el Genzo que salió corriendo de la cabaña era otra de sus marionetas de sí mismo que éste tenía preparada para una emergencia. Sospechando que algún otro peligro le esperaría fuera, el auténtico Genzo salió de la cabaña por una oculta puerta lateral, desde donde estaba manejando a su señuelo. Sin embargo, uno de los asesinos lo ve y le arroja su katana, ensartándolo y precipitándolo a las llamas. Dándolo por muerto los asesinos se retiran. La verdadera Fuyu, que estaba con ellos, no queda contenta con el desenlace de los acontecimientos y se queda en el lugar, esperando a que el fuego se apague para buscar alguna pista que le aclare la muerte de su padre.
Lo que descubre, en cambio, es que el verdadero Genzo estaba oculto dentro de la marioneta-señuelo que salió corriendo de la cabaña por la puerta principal, y que desde allí manejaba al otro señuelo que los asesinos vieron en la puerta lateral, por medio de los hilos que parecían ir del Genzo de una puerta hasta el Genzo de la otra, cuando en realidad era al revés. Esto es una constante en Genzo, no solo el engaño, sino a veces el doble engaño o el triple engaño, hasta que el lector no sabe a que atenerse.
Saliendo del señuelo deformado del suelo, gravemente herido, Genzo revela la verdad a Fuyu. Su padre no fue siempre salinero. Antes de eso fue ingeniero real, y construyó entre otras cosas las defensas del Castillo de Tastumi. Este estaba preparado para desmoronarse de forma selectiva moviendo los pilares de los cimientos en un cierto orden secreto, de modo que si una zona del castillo era invadida por el enemigo, esa zona pudiera ser sacrificada haciendo que se derrumbase en un instante, matando a todos sus ocupantes. Sin embargo el padre de Fuyu era el único que conocía como debían moverse esos pilares. En ese castillo está por celebrarse una ceremonia de sucesión, que alguien tiene interés en arruinar por motivos políticos o económicos, y pretende hacerlo derrumbando toda la sala y matando al instante a los presentes, de modo que parezca una falla estructural. Puesto que para hacerlo necesitaba los conocimientos del padre de Fuyu fueron en busca de este, que ahora se ganaba la vida como salinero. Cuando este descubrió que le buscaban, encargó a Genzo un títere de si mismo para fingir su muerte. Este es el títere que todos “vieron ahogarse” al inicio de la historia, y que Fuyu vio a Genzo recuperar del mar, confundiéndolo con el cadáver de su padre. Su padre ha estado todo ese tiempo oculto en el palacio de Kiku.
Séptimo relato del marionetista, donde el marionetista dispone de la vida y la muerte (tercera parte): Genzo delira debido a las heridas sufridas, y tiene fugaces visiones de su pasado. Recuerda cuando conoció a Saki y aprendió del padre de ella el arte de fabricar marionetas.
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
Cuando se recupera lo suficiente para darse cuenta de donde está, junto a él está Otsuru montando guardia. Esta le informa que la princesa Kiku ha ido a interceptar al organizador de todo el asunto. Este ha enviado un grupo de ninjas a los sótanos del castillo donde se está celebrando la ceremonia contra la qie quiere atentar, y aguarda observando de lejos el momento en que el techo se venga abajo. Pero sus hombres no han conseguido obtener del padre de Fuyu la información que necesitan y son incapaces de encontrar al secuencia correcta en la que deben moverse los pilares para derrumbar el techo. Kiku mata al hombre y a su guardaespaldas de un par de golpes, pero es inmediatamente atrapada por una red de hilos de Koshiro. Estos hilos la inmovilizan y permiten a Koshiro controlar sus extremidades, convirtiéndola en la práctica en una marioneta viviente.
<==¡Atención al sentido de lectura!<==
La hermana muerta de Koshiro aparece ante este, pero él se da cuenta casi de inmediato que se trata de una marioneta, y por sus movimientos deduce el ángulo y la distancia desde la que está siendo dirigida con hilos invisibles. Mueve los hilos de Kiku haciendo que esta golpee con su katana en esa dirección, y la marioneta de Saki se desmorona. Genzo se deja ver entre los árboles, sostenido por Otsuru. Cuando su cabaña se quemó perdió todas las marionetas y armazones que tenía ya preparados, salvo la muñeca que estaba haciendo de Saki, que guardaba a parte. Al no saber luchar de ningún modo más que a través de sus marionetas, ha arriesgado la de Saki para tratar de salvar a Kiku, a la que sabe incapaz de vencer a Koshiro. Este mueve entonces los hilos de Kiku para que mate a Genzo, y la marioneta de Saki se alza para recibir el golpe... solo que esta vez no es un truco de Genzo ni de ningún otro marionetista. El espíritu de Saki ha ocupado el armazón de marioneta con su aspecto, para interceder entre Genzo y su hermano, puesto que los quiere a ambos. Tras unas pocas palabras conciliadoras en las que pide a los dos que traten de ser felices, la marioneta se prende fuego sola hasta consumirse.
Koshiro pierde todo ánimo de seguir luchando y se marcha tras liberar a Kiku de su red de hilos. Con el tiempo Genzo se recupera de sus heridas, de las físicas, al menos. El padre de Fuyu regresa con ella y retoma su vida. Fuyu insiste en que Genzo acepte el pago pactado con su padre, pero a Genzo ya no le interesan sus pies ni ninguna otra parte de su cuerpo. Finalmente ha renunciado a fabricar la marioneta de Saki que le ha tenido obsesionado hasta ahora.
Como coleccionista y restaurador aficionado de muñecos encuentro muy interesantes estas historias de Genzo, pero son realmente difíciles de resumir. Pasan muchas cosas, y son el tipo de cosas que requieren muchas explicaciones. Los combates, en cambio, que en otros mangas pueden extenderse de principio a fin de un numero casi sin interrupción (lo que permite abreviar mucho) aquí se resuelven en dos o tres viñetas. Buscar la forma de condensar todo lo que ocurre en este manga sin omitir ningún detalle importante es una ardua tarea, así que iremos viendo otras cosas más ligeras de reseñar antes de continuar con esta.
Puedes reparar la colección desde el primer tomo pulsando aquí.
Genzo hitogata kiwa. 1998. Yuzo Takada. Publicado en 2005 por Norma Editorial.
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