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lunes, 25 de noviembre de 2024

LA FLAUTA DE LOS PITUFOS

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

La flauta de los pitufos, Los pitufos y la flauta mágica, o La flauta de los seis agujeros, según las diferentes ediciones en español, fue la novena aventura de Johan y Pirluit, y sin duda la más importante de la colección. Es en esta aventura en la que vieron la luz los pitufos, pequeñas criaturas mágicas que enamoraron de tal modo al público que eclipsaron a los verdaderos protagonistas de la colección, hasta el punto que terminaron por hacerse más populares que ellos.

La historia comienza en el castillo del rey, donde una maldición parece haber caído sobre sus habitantes, puesto que vemos a todos enfurruñados, los niños pequeños lloran desconsolados, y el mal humor es algo general. Esta maldición no es otra que la afición de Pirluit por la música y el canto, que combinadas con su absoluta falta de talento en estos campos se ha convertido en una tortura constante para el resto.

Una mañana llega al castillo un buhonero con su carga de artículos, entre los que predominan los instrumentos musicales. Al verlos, el rey y Johan se horrorizan, pensando en los nuevos niveles de tormento a los que los someterá Pirluit si compra algún instrumento musical nuevo y se entusiasma con él. El rey conmina al buhonero a marcharse bajo amenaza de ahorcarle si vuelve a verlo aparecer por el castillo, y éste se larga antes de que Pirluit pueda verlo, dejando olvidada en el suelo una peculiar flauta que parece estar mal tallada, teniendo solo seis agujeros. Aunque existen flautas con seis agujeros, como la quena de los Andes, lo tradicional en la Europa medieval eran siete.

El rey recoge la flauta y la arroja a la chimenea de sus aposentos para que arda y Pirluit no pueda hacerse con ella. Sin embargo, en lugar de quemarse la flauta produce una enorme cantidad de espeso humo verde, tanto que en el castillo se da la voz de alarma creyendo que se ha producido un gran incendio. Pirluit, uno de los primeros en acudir, apaga el fuego de la chimenea con una jarra de vino (después de darle un buen tiento) mientras el resto de la gente todavía estaba formando una cadena de cubos de agua. 

Entre las brasas y cenizas Pirluit encuentra la flauta, sucia de hollín pero por lo demás intacta. En cuanto la limpia y empieza a practicar con ella, se da cuenta que todo aquel que escucha el sonido de la flauta, ya sea joven o anciano, siente el impulso irresistible de ponerse a bailar frenéticamente aunque para ello deba dejar caer lo que tenga en las manos. Este baile cansa rápidamente a quien lo sufre, hasta el punto de hacer que se derrumbe agotado tras escuchar la música unos pocos segundos. Únicamente las personas sordas o aquel que sopla la flauta son inmunes a este efecto. Dado el carácter travieso de Pirluit, él emplea la flauta para gastar bromas, sin darse cuenta del verdadero peligro que un objeto así implica. 

Esa misma noche, en una aldea cercana, el buhonero presenta sus mercancías en una posada y hecha en falta la flauta que perdió en el castillo. Al mencionar que solo tenía seis agujeros, uno de los clientes de la posada muestra un desmedido interés por ella, que a duras penas puede disimular. Le sonsaca al buhonero el lugar en que perdió la flauta, y al amanecer parte hacia el castillo.

Este hombre es Matías Torchesac, un bandido que ha oído hablar del poder de la flauta de seis agujeros y pretende hacerse con ella. Se presenta en el castillo como un viajero y es acogido por unos días, en el que aprovecha cada oportunidad que tiene para tratar de robarle la flauta a Pirluit. Pero no es el único interesado en este peculiar instrumento. En varias ocasiones vemos unos ojos diminutos asomando por unos arbustos, o un minúsculo bracito salir de debajo de algún objeto, tratando de agarrar la flauta también. Se trata de los pitufos, claro, pero como fueron creados específicamente para esta historia, los lectores todavía no sabían nada de ellos. Finalmente es Torchesac quien se hace con la flauta y huye del castillo con ella.

Johan y Pirluit montan sobre su caballo y cabra (respectivamente) y van su búsqueda. Torchesac está empleando la flauta para robar. Le basta con hacerla sonar durante unos segundos en presencia de alguien adinerado para que todos aquellos lo suficientemente cerca como para oírla se desmayen agotados, y luego llevarse su dinero. Así amasa en poco tiempo una fortuna considerable, saqueando a los comerciantes, nobles, prestamistas, joyeros y orfebres de cada pueblo por el que pasa sin que nadie pueda detenerlo. Montado en su carro tirado por un caballo sordo como una tapia (porque los animales también son afectados por la flauta) le basta con soplar unas notas para poner a bailar a todo el mundo y abrirse paso entre ellos.

Y que el efecto de la flauta sea provocar el baile en lugar de parálisis, trance, sueño o pérdida de memoria, es un detalle interesante, debido a que en 1518, en Francia, se produjo un extraño suceso conocido a día de hoy como La epidemia del baile. Una mujer comenzó a bailar desaforadamente en la plaza del pueblo, y bailó sin pausa durante tres días con sus noches hasta caer muerta de sed y agotamiento, mientras lloraba y suplicaba a la gente a su alrededor que la detuviera. En lugar de detenerla, más gente cercana se puso a bailar también contra su voluntad. El numero de bailarines fue creciendo sin parar a pesar que también iban muriendo de ataques al corazón o puro cansancio.

La cantidad de bailarines compulsivos simultáneos llegó a rondar las cuatrocientas personas, y a esto se unió el detalle grotesco de que mucha gente se puso a tocar música junto a ellos, en la creencia que para detener La epidemia del baile había que animarlos a bailar más para que se les pasaran antes las ganas de hacerlo. Llegó un momento en el que los que quedaban vivos fueron dejando de bailar hasta detenerse, y se derrumbaron agotados. Aunque probablemente nunca se sepa a ciencia cierta lo que provocó esta extraña epidemia, actualmente se cree que pudieron ser espasmos y convulsiones febriles incontrolables debido a una intoxicación alimentaria (por hongos en la harina) que afectó a gran parte del pueblo.

No hay manera de saberlo, claro, pero pienso que Peyo pudo haberse inspirado en este incidente para crear el efecto de la flauta mágica, dando de este modo su propia explicación al asunto.

Viéndose incapaces de detener a Torchesac, Johan y Pirluit van a consultarle al brujo Omnibus, por si hubiese algún modo de desencantar la flauta. El brujo conoce ese tipo de flautas (al parecer hay más de una en circulación, aunque son muy escasas) pero no puede hacer nada al respecto. Es Omnibus el primero en hablarnos de los pitufos, puesto que son ellos los que fabrican las flautas de seis agujeros por medios que mantienen en secreto. Llegar físicamente hasta su tierra, conocida como el País Maldito, es prácticamente imposible. En lugar de eso recurre a la hipnokinesia;  los hipnotiza enviando al País Maldito sus mentes, donde estas tomarán presencia como imágenes sólidas de sí mismos. Sus verdaderos cuerpos permanecerán en todo momento dormidos en la cabaña de Omnibus, pero sus mentes e imágenes en el País Maldito podrán interactuar con lo que encuentren allí.

Cuando aparecen en el País Maldito no tardan en encontrarse con los pitufos. Estos los reconocen, porque mientras la flauta estuvo en poder de Pirluit estuvieron siguiendo a ambos para recuperarla. Las viñetas de abajo son la primera aparición de esto seres, que como podéis ver son más estilizados que en su diseño actual, más regordete. 

El cambio más importante está en el propio Papá Pitufo, que esgrime un cetro de mando con forma de flauta inacabada, como si toda la existencia de los pitufos estuviese basada en la fabricación de esas flautas. Esto podría ser un indicativo de que originalmente Peyo no tenía intención de darles más papel que ese en la trama.

Johan y Pirluit ponen al corriente de lo ocurrido a Papá Pitufo. Este les informa que la flauta no puede ser desencantada, pero puede fabricarles otra a ellos para que se enfrenten a Torchesac en igualdad de condiciones. Personalmente, yo me inclinaría más por buscar un buen arquero, taponarle los oídos con cera, y hacer que atravesara Torchesac con una flecha desde bien lejos, para que la música de la flauta no le afectara, pero entiendo que esa solución no es algo adecuado para un comic de este estilo.

El proceso de fabricar una nueva flauta dura tres días de intenso trabajo. Debe talarse entero uno de los inmensos árboles del País Maldito, pues la madera a emplear debe obtenerse precisamente de su corazón, no sirviendo ninguna otra.

Mientras tanto, Torchesac ya tiene el carro lleno de cofres y sacos de oro, y se los lleva al señor de la Mortaja, un noble arruinado que se dedica a subir los impuesto sin cesar. Ambos han sido socios en el pasado en actos criminales, y Torchesac le propone a Mortaja emplear el tesoro que ha amasado y los que seguirá obteniendo en contratar un ejército de mercenarios y apoderarse de las tierras de los condados vecinos. Papá Pitufo que tiene espías pitufos repartidos por los bosques y caminos (utilizan cigüeñas para ir y volver del País Maldito rápidamente) informa de esto a Johan y Pirluit, que van a buscarlos.

Mediante una artimaña engañan a Mortaja para que les guie hasta Torchesac, y entonces tanto éste como Pirluit empiezan a hacer sonar sus correspondientes flautas en un extraño duelo musical. Mortaja y Johan no tardan en caer al suelo, y descubrimos entonces que si bien el estar soplando una flauta inmuniza totalmente al portador de los efectos de la misma, solo lo hace parcialmente contra la música de otra flauta igual. Aunque tardan un poco en sentir sus efectos, Torchesac y Pirluit comienzan a bailar cada uno al son de la flauta del otro, mientras tratan de seguir soplando su flauta con el poco resuello que les queda. Finalmente es Pirluit quien arranca a su flauta la última nota, tumbando a su rival.

Tras amarrar a los villanos para llevarlos ante la justicia y recuperar el tesoro para devolverlo en la medida de lo posible a sus legítimos propietarios, Johan y Pirluit entregan las dos flautas mágicas a Papá Pitufo. Son objetos demasiado peligrosos para que queden en manos de los humanos. En realidad Pirluit intenta conservar una tallando una réplica en madera normal, pero en el ultimo momento se confunde, entrega la auténtica y se guarda la falsa. Habría sido interesante que este artefacto quedase en manos de Pirluit en los siguientes números… pero le habría puesto las cosas demasiado fáciles, y lo que queremos ver, son aventuras.

Una gran presentación para los pitufos, sin duda. Puedes pitufar algo más del pitufo que pitufamos pitufando aquí.

La flûte à six schtroumpfs. 1958. Peyo [Pierre Culliford] (guion y dibujo). Publicado en 1982 por Editorial Bruguera S. A. 

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