EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, nobles caballeros y damas.
Hoy solo comentaremos un par de números porque la amenaza principal, que eran Nasika y Máscara de Hierro han cedido su lugar al impostor, y nos bastarán estos dos comics para despacharlo.
La jugada del impostor (nº 9). Nasika ha muerto, Máscara de Hierro se ha hundido en el mar, y sus piratas samuráis y los piratas musulmanes de Ben Jaffiar se están matando mutuamente. El Guerrero y Li Chin, atrapados en medio de ambos bandos, se refugian en la sentina a la espera de que las cosas se calmen. Cuando el combate cesa solo han sobrevivido dos de los samuráis y un marinero de la tripulación asiática, y entre el Guerrero y su nueva amiga acaban con ellos. Pero son los únicos que quedan a bordo y el barco está destrozado, por lo que sus perspectivas no son muy halagüeñas.
Dos días después, el barco del capitán Garcilaso llega a costas españolas. Don Luis y Fernando llevan al impostor hasta el castillo de Roca, creyendo aún que se trata del verdadero Guerrero. Durante esos dos días el impostar ha tenido la oportunidad de ir empapándose de la suficiente información, por sus conversaciones con los otros dos, para desenvolverse con cierta soltura en el entorno del castillo que nunca ha visto. Los amigos, soldados y sirvientes del Guerrero encuentran extraña su actitud altanera, pero lo achacan a la matanza que provocaron los samuráis en el condado y a su cautiverio en la isla. Esto, unido a que Ana María sigue amnésica por el trauma sufrido, provoca una situación tensa y desagradable muy diferente a lo que todos esperaban.
Además, durante la ausencia del Guerrero, ha sido el escudero Ramiro quien más se ha volcado en cuidar a Ana María. Y esta, que no guarda recuerdos de su marido, le ha tomado a Ramiro un intimo afecto. Cuando quien para ella es un completo desconocido se presenta inesperadamente reclamando el castillo como suyo y a ella como su esposa, el instinto lleva a Ana María a refugiarse en Ramiro. Esto es visto como inadecuado por toda la corte, y enfada especialmente al impostor, que creyendo estar representando el papel que corresponde a un noble actúa de forma cada vez menos acorde a como lo haría el Guerrero.
Ante esta situación es poco lo que los demás pueden hacer. La costumbre de la época es dejar que los matrimonios arreglen sus problemas solos. Don Luis y Fernando regresan a sus respectivos hogares y los soldados y sirvientes miran hacia otro lado cuando el impostor que ellos creen su señor comienza a maltratar a Ana María y su hijo.
Ante los incómodos avances del impostor, que le reclama a Ana María sus derechos conyugales, esta opta por encerrarse en su dormitorio. Esto enfurece aún más al impostor, que derriba la puerta y echa de la habitación al pequeño Adolfo de una patada.
El niño corre a avisar a Ramiro, ya que este es la única persona en la que su madre parece tener confianza. Al enterarse de lo ocurrido, Ramiro corre a los aposentos de Ana María y encuentra al impostor rasgándole la ropa para tomarla por la fuerza. Cuando intenta detenerlo este desenvaina la espada dispuesto a matarlo, y Ramiro no tiene más opción que derribarlo a golpes.
El fin de un malvado (nº 10). El impostor prosigue su lucha con Ramiro mientras Adolfo corre por el castillo alertando a todos con los que se encuentra. Un grupo de soldados acude para interrumpir la pelea y reducen a Ramiro. A pesar que el escudero portaba una daga al cinto, en ningún momento la ha empuñado contra sus supuesto señor, y probablemente es eso lo que le salva de ser ejecutado en el acto. Ana María insiste en que ella siente que ese Guerrero no es su marido, pero nadie la toma en serio debido a su amnesia. Mientras Ramiro es encadenado en una mazmorra, el impostor se encierra con Ana María en su dormitorio, y corremos un tupido velo sobre lo que ocurre a continuación.
Al día siguiente Nicasio y el físico (médico), dos de los sirvientes más veteranos del castillo, deciden sacar de la mazmorra a Ramiro. Están preocupados por la salud de Ana María. El impostor le impide a ella salir de sus aposentos a la vez que niega todo el mundo, incluido a su hijo, la posibilidad de verla.
Arto de la situación y cada vez más convencido que el supuesto Guerrero del Antifaz no es quien dice ser, Ramiro va a su encuentro, esta vez espada en mano y sin importarle lo que pueda ocurrirle a él a continuación. Aunque como escudero tiene entrenamiento con armas, Ramiro no es tan experimentado con estas como el impostor. Ramiro da un mal golpe que impacta en el suelo y su espada se parte. Sin amilanarse, sigue peleando a manos limpias hasta que logra atenazar el cuello del impostor con su brazo. Unos músculos que se tensan, unas vertebras que crujen, y el cuello del impostor se rompe.
Con el impostor muerto, Ana María y su hijo están a salvo por el momento, así que volvemos con el autentico Guerrero. En teoría han pasado cuatro días desde lo último que supimos de ellos, pero en estos comics el paso del tiempo siempre es algo confuso y adaptable. Lo que se nos muestra parece conectar directamente con la último que vimos de ellos, puesto que de entre los restos flotantes de los barcos que se fueron a pique en el combate entre piratas aparecen dos esclavos chinos que nadan hacia el barco en el que están el Guerrero y Li Chin.
Uno de ellos es el antiguo criado de ella, y el otro un amigo del primero, por lo que ambos se ponen a su servicio. A bordo del propio barco se deja ver entonces un pirata musulmán que sobrevivió a la batalla y, dada la situación, le promete lealtad al Guerrero. Entre los cinco logran gobernar precariamente la nave, lo suficiente para ponerla rumbo a cualquier punto al que puedan llegar de la costa española.
Desgraciadamente, eso no va a ocurrir. Otro barco de piratas musulmanes se cruza con ellos, y notando la escasa tripulación con la que cuentan, los abordan. Los dos sirvientes chinos son asesinados, del musulmán no se vuelve a saber nada (quizá vuelve a cambiar de bando y se une a los otros piratas) y el Guerrero y Li Chin son capturados. Estos nuevos piratas son los de Garfio Chamul, que pretende vender a ambos como esclavos al sultán Bayaceto. Quedaos con ese nombre porque será importante más adelante.
El Guerrero es encadenado en la bodega junto a un cargamento de esclavos, y Garfio Chamul mantiene a Li Chin en la relativa comodidad de su camarote, como criada y cocinera. Parece que el regreso del Guerrero a su hogar va a aplazarse de nuevo, pero confío en que pronto… un momento… ¿Qué es eso que flota agarrado a un madero?
¡El jefe de los samuráis sigue vivo! Es duro, el tiparraco. Tiene suerte de que en este comic el peso de las armaduras sea tan abstracto como el paso del tiempo.
Y hablando de tiempo, puesto que el del impostor ya se ha terminado y la amenaza principal vuelve a trasladarse a otro adversario, dejamos la historia por aquí, de momento. Hasta que volvamos a ella podéis repasarla desde el inicio pulsando aquí o repasar El Aguilucho (otra obra del mismo autor) pulsando aquí.
Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz. 1978. Manuel Gago (guion y dibujo). Publicado por Editorial Valenciana S.A.
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