LA DESPENSA
Presentado por… el sr. Peppin.

¡Saludos, hambrientos y hambrientas!
¡Mirad qué tronco de Navidad más rico nos hemos comprado para zamparnos dentro de unos días!
En un blog dedicado básicamente a la cultura friki puede parecer que algo como un dulce navideño, así de entrada, no tenga mucha razón de ser. Pero la Navidad moderna es el resultado de la mezcla y asimilación de montones de creencias y rituales de diferentes culturas, muy influidas por sus respectivas religiones y mitologías. Y creo que no hay nada más friki que las leyendas y las mitologías.
El Tronco de Navidad, por ejemplo, tiene un origen mucho más antiguo de lo que pueda parecer. Su historia comienza en los rituales paganos europeos del solsticio de invierno, cuando diversos pueblos, sin contacto entre ellos pero con rituales muy similares, encendían un gran tronco de madera para celebrar el renacimiento del sol, dar la bienvenida a los días más largos y solicitar protección y buena fortuna para el hogar. En la antigüedad, la oscuridad era algo terrorífico, traía consigo el frío y los depredadores y provocaba un miedo que a día de hoy, donde incluso las calles de las ciudades están iluminadas, no podemos ni concebir. El regreso a los días largos y las noches cortas era algo a celebrar por el simple hecho de que incrementaba notablemente las posibilidades de sobrevivir.
En algunos pueblos se pensaba que el tronco debía provenir de un árbol concreto según los objetivos que la familia persiguiera para el siguiente año, como un roble, un fresno o algún tipo de frutal, porque según la tradición druídica cada especie aportaba un tipo distinto de bendición. El roble, asociado a los dioses del trueno y la fuerza, protegía contra los enemigos, los rayos que destruían casas y las tormentas que arruinaban sembrados o dispersaban el ganado. El fresno, vinculado a la sabiduría y la continuidad, aseguraba la estabilidad del hogar y prosperidad en los negocios. Los frutales simbolizaban fertilidad y abundancia, y eran los escogidos por aquellas familias que esperaban más descendencia. Encender el tronco era casi un pacto con la naturaleza y con los dioses o fuerzas que permitían la existencia de la humanidad. En algunas tradiciones, las familias guardaban un pedazo del tronco quemado del año anterior para encender el nuevo al año siguiente, creando así una cadena ininterrumpida de protección a lo largo de décadas que llegaba a pasar de una generación a otra.
Cuando las casas europeas empezaron a abandonar las grandes chimeneas en favor de la iluminación eléctrica y las cocinas de gas, la práctica de quemar un tronco comenzó a desaparecer. Fue entonces cuando los pasteleros reinterpretaron la tradición en forma de postre. A día de hoy se come en Navidad precisamente por mantener esa idea de protección, renovación y esperanza asociada al solsticio, solo que en lugar de dejar que el fuego consuma el tronco, lo consumimos nosotros mismos 😋🪵
Si te interesa el tema del origen simbólico que tienen algunos alimentos, puedes ver el de los croissants pulsando aquí.

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