EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Este
es el primer número del que quizá sea el comic más conocido de Serpieri. Es una
recopilación de lo que en un principio se publicó por entregas en varias
revistas europeas y americanas, entre ellas Metal Hurlant y Heavy Metal.
Es probable que la historia de Morbus Gravis se planeara en principio como la totalidad de lo que Serpieri pensaba hacer sobre Druuna, ya que termina de un modo que no da mucho pie a continuación, y la trama del siguiente numero parece un tanto forzada. Sin embargo, la serie cuenta por el momento con nueve comics (de los cuales solo tenemos los siete primeros) y unas cuantas historias cortas aparecidas en varias revistas de comics italianas.
Druuna
se ha convertido en uno de los personajes más icónicos del comic italiano, del
cual se llegó a hacer un videojuego (aunque bastante malo, al parecer). Esto no tendría nada de raro si estos
comics fueran típicas historias de superhéroes, dramas, policiales, o de terror,
pero el estilo y argumento de Druuna tiene una carga sexual muy elevada,
y en sus páginas es relativamente normal encontrarnos escenas de la
protagonista siendo torturada o violada por hombres, mujeres, robots, mutantes, y lo
que se ponga por en medio.
Los comics de Druuna han sido calificados en
ocasiones como pornográficos, pero eso es simplificar la historia hasta dejarla
solo en lo más llamativo. Es la imagen que se formaría de ellos cualquiera que
simplemente ojeara uno de estos comics sin llegar a leerlo con atención. Sería como decir que Ben-Hur trata únicamente sobre un hombre que participa en una carrera
de carros, o que El Señor de los Anillos trata sobre un anillo que hace
invisible a quien se lo pone. Es reducirlo a lo mínimo.
La
historia tiene lugar en una ciudad llamada simplemente La Ciudad, que parece
carecer de límites y en la que el cielo nunca es visible. Una ciudad que más
parece un bunker, sin flores ni árboles, donde todo es artificial. Un laberinto
de túneles oscuros, tuberías goteantes, maquinaria oxidada, compuertas medio
atascadas, y cables que brotan de un muro para hundirse en el siguiente. Todo
parece muy viejo, degradado por el abandono. Es una ciudad en
ruinas, habitada por una población desesperada y empobrecida.
Este
lugar está gobernado por una casta sacerdotal de seres encapuchados cuya
palabra es la ley. A su servicio tienen una fuerza armada degenerada y brutal,
que más que guardianes del orden, son una mera panda de matones uniformados.
Una
misteriosa enfermedad conocida como El Mal está
extendiéndose entre la población. Es una especie de lepra, que también provoca
locura y mutaciones aberrantes. Todos aquellos sospechosos de haber contraído El
Mal son eliminados inmediatamente, o arrojados a los niveles inferiores, de
los que los mutantes se han apoderado.
Lo único que mantiene a raya El Mal es
un suero que se reparte a la población. Pero el suero es escaso, y la gente,
Druuna incluida, está dispuesta a hacer lo que sea por conseguir la siguiente
dosis. Y, sin embargo, Druuna es la única persona de este lugar que no tiene
aspecto de estar enferma. En un mundo de seres degenerados tanto moral como
físicamente, las formas de Druuna son generosas, macizas, casi rubenescas, el ideal de la morena belleza mediterránea. Es
la viva imagen de la salud, como si por algún capricho del destino o de la
genética, solo ella fuera naturalmente inmune a la plaga.
Periódicamente,
algunos pocos afortunados, los considerados más sanos, son elegidos para ir a
los niveles superiores donde la vida es más fácil y segura. Pero Druuna no trata de optar a esto. Su
hombre, Schastar, ha contraído El Mal, y Druuna ha elegido quedarse en
La Ciudad para cuidar de él. La enfermedad ha progresado tanto en Schastar que
ya ha perdido su forma humana. El suero solo evita el contagio, no lo cura,
pero inyectándole todo el que consigue, Druuna ha logrado que Schastar conserve
al menos una parte de su mente y recuerdos. Schastar le habla a Druuna de ir más allá de la ciudad, de ser libres. Y ella, que ha leído libros prohibidos en los que se describen cosas como ríos o montañas, fantasea con conocer algún día todo aquello.
En
su deambular por La Ciudad buscando la forma de conseguir más suero, Druuna
termina trabando amistad con un extraño personaje sin nombre, enano y envuelto
en trapos, gracias al cual descubre que los niveles inferiores son
cada vez más calurosos. Algo hace que la temperatura se incremente sin cesar en
ellos. Los mutantes, huyendo del calor, están buscando la forma de ascender a La
Ciudad, al volverse el subsuelo inhabitable. Varias zonas de La Ciudad son
clausuradas cuando las autoridades encuentran mutantes en ellas, y las personas
que no pueden abandonarlas a tiempo son dejadas a su suerte.
Entretanto,
por medio de su pequeño y zarrapastroso nuevo amigo y por lo que le revela
también Schastar en sus cada vez más escasos momento de lucidez, Druuna logra acceder
a los niveles superiores. Allí encuentra una versión de La Ciudad limpia,
iluminada, aséptica y perfecta, pero deshabitada. Lo único que vive allí es Lewis,
una cabeza humana conectada a un gran ordenador, que le revela la última parte
de la historia.
La
Ciudad es en realidad una nave espacial, que partió de la moribunda Tierra hace
siglos. La nave perdió el rumbo, y desde entonces flota a la deriva por el cosmos. No hay lugar al que ir, ni esperanza para nadie. La ola de calor que
impulsa a los mutantes a invadir La Ciudad está provocada por un fallo
catastrófico de los motores, que con el tiempo acabará destruyendo toda la
nave. La gente a la que se permite subir a los niveles superiores, son
procesados como alimento para mantener con vida el cerebro de Lewis.
Y si
Druuna ha logrado llegar hasta Lewis, ha sido simplemente porque este,
sintiéndose solo, ha estado moviendo hilos y ayudándola para poder hablar con alguien.
Mientras Lewis continúa con una explicación que Druuna ya apenas oye, la joven contempla
por primera vez en su vida las estrellas del universo infinito que la rodea, dándose cuenta que jamás tuvo la más mínima
posibilidad de abandonar La Ciudad y a su población cruel y enferma.
La historia continúa en Druuna.
Morbus
Gravis. 1985. Paolo Eleuteri Serpieri (guion y dibujo). Druuna nº 1. Toutain Editor.
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