ALMACÉN DE MUNDOS COMPRIMIDOS
¡Saludos, vertebrados!
Hoy os presentamos el juego preferido de todos los invertebrados de la galaxia. Pero no os sintáis mal por no ser invertebrados. Los vertebrados como vosotros también pueden jugar, creo. Se trata, como no, de la versión en tablero de Centipede.
Durante los años ochenta, cuando las videoconsolas comenzaron a popularizarse de verdad y los salones de arcade proliferaron como setas, mucha gente pensaba que los videojuegos no irían más allá del Pacman o el Space Invaders. Que la industria del videojuego había alcanzado su cima, y no se podía producir nada más complejo que un Galaga o un Donkey Kong. Y como decirlo… se equivocaron, ahora lo sabemos.
Actualmente la industria del videojuego genera más beneficios que las industrias cinematográfica y discográfica juntas. Pero hubo una estrecha franja
de tiempo en la que videojuegos, juegos de mesa y librojuegos compitieron ferozmente
por erigirse como reyes del entretenimiento doméstico.
Esto provocó que
se solaparan. Aparecieron videojuegos que se basaban en la lectura de texto y
toma de decisiones, imitando a los librojuegos (Time
Zone, La diosa de Cozumel, Jabato, Zork, etc.). Aparecieron librojuegos que, oficialmente o no, recreaban los
mundos descritos en los videojuegos o tomaban elementos de estos, (El reino de Zork, El reto de las galaxias, el simulador de guerra de tanques integrado en Espacio Asesino). Hubo juegos
de mesa que recreaban librojuegos (La leyenda de Zagore). Hubo tanto videojuegos que recreaban juegos de
tablero (HeroQuest, Trivial pursuit, ChessMaster) como juegos de tablero que recreaban videojuegos (Zaxxon, Comecocos, Frogger). Cada cual
trataba de mantener su posición demostrando que, además de lo que tenía para ofrecer
en exclusiva, podía adaptar lo mejor de los demás. Todos sabemos quien ganó. Afortunadamente,
no fue una victoria total y los juegos de mesa y librojuegos no desaparecieron.
Centipede fue uno de los resultados de esa época loca, esa feroz guerra a tres
bandas que terminó por enriquecer a todos, al obligarlos a esforzarse más y desarrollar
su producto en nuevas direcciones, que de otra manera quizá nunca hubiesen
tenido en cuenta.
Está inspirado
en el videojuego de Atari del mismo nombre. Es para dos jugadores. No hay
una historia asociada, pero por lo que dan a entender las
ilustraciones de la caja, debe tener lugar en algún planeta alienígena. Cada jugador
debe hacer que su ciempiés de batalla gigante, partiendo desde su base, alcance
la base del rival. Al mismo tiempo, debe emplear su cañón de rayos para frenar
en lo posible el ciempiés enemigo. El primer jugador que logre llevar a su propio
invertebrado de guerra hasta la base rival, vence la partida.
El tablero
representa un bosque de setas que los ciempiés no pueden destruir (quizá son
venenosas para ellos), por lo que deben serpentear entre ellas sin cesar. Los ciempiés
están compuestos de seis secciones conectadas. Unos salientes con forma de
sombrero de copa que se colocan atravesando el tablero desde abajo, antes de
comenzar, se emplean como puntos de flexión que evitan tener que estar
colocando las piezas siguiendo el camino marcado. Basta con mover la cabeza siguiendo
el camino para que estos sombreros (que representan las setas más grandes) vayan acomodando por si solas el resto de
secciones.
Los jugadores se
alternan para hacer girar una ruleta, que les indica la acción a realizar ese
turno. De obtener el símbolo del ciempiés, este se moverá. El ciempiés se mueve una casilla
por cada segmento intacto que tenga. Si está indemne, moverá seis casillas
debido a sus seis segmentos. Si el segmento que tiene herido es la cabeza, no
moverá en absoluto, pero en lugar de ello se curará de esa herida.
Si el resultado es el cañón de rayos, el jugador lo moverá usando su borde del tablero como riel. Una vez lo sitúe donde crea conveniente, el cañón disparará en línea recta, impactando contra el primer obstáculo que encuentre. Si el disparo impacta en el ciempiés enemigo, herirá el segmento correspondiente.
Un segmento herido se voltea
(están unidos por una articulación de bola) de forma que no muestre la
pegatina. Estas heridas retrasan al ciempiés. Si el disparo le da en la cabeza,
lo deja inmovilizado hasta que se le regenere. El disparo también puede usarse
para curar al propio ciempiés, impactando secciones heridas del mismo para voltearlas
nuevamente, de forma que muestren el lado con la pegatina. Igualmente pueden dársele
otros usos, como destruir setas pequeñas, o espantar las arañas y escorpiones.
Un resultado de
araña/escorpión, permite mover a uno de estos pequeños habitantes del bosque de
setas. El escorpión se dedica a sembrar nuevas setas (lo cierto es que la
ecología de este planeta es fascinante), que se representan con fichas de seta pequeña.
Estas son las únicas setas que se pueden destruir con los cañones de rayos,
siendo las piezas de plástico setas gigantes que no
pueden ser dañadas. Las setas pequeñas pueden sembrarse en medio del camino de los
ciempiés. Al encontrarse con una, el ciempiés se desviará para no tocarla, pasando
a la casilla más cercana del siguiente tramo de recorrido. De esta forma,
podemos colocar setas pequeñas donde nos convenga para que nuestro ciempiés acorte
camino y se dirija más directamente hacia su objetivo. Pero también el ciempiés
enemigo puede aprovechar este desvío, por lo que una vez nuestro ciempiés tome este atajo, trataremos de destruir la pequeña seta con el cañón de
rayos.
La araña tiene
una doble función. Se alimenta de setas (realmente curiosa la ecología de este
planeta) por lo que podemos usarla para que se zampe las setas que beneficien al
rival. También puede emplearse para atacar el cañón de rayos enemigo (debe
estar harta de que destruyan esas ricas setas antes de poder comérselas). Si la
araña salta sobre uno de los cañones, lo mantendrá inutilizado hasta que, al
ser empleada para otra función por el mismo jugador o su oponente, salte de
nuevo y lo deje libre.
La ruleta tiene también
un signo de interrogación, que nos permitirá elegir cualquiera de las opciones
anteriores.
Puesto que solo
hay un camino, es muy probable que en algún momento los dos ciempiés se
encuentren frente a frente ¿Qué ocurre entonces? Pues nada, ya que los
invertebrados somos unos caballeros. El ciempiés que estaba moviéndose se
coloca completo a continuación de la última casilla ocupada por el otro, y cada uno sigue gusaneando en su
dirección.
En este caso en particular, el juego de mesa resultó ser muy superior al videojuego en el que se basaba. Mucho
más vistoso y estratégico. El preferido de todo invertebrado.
Puedes ver otro juego de mesa basado en un videojuego pulsando aquí.
Centipede.
1983. Autores no acreditados. Dos jugadores, de siete a catorce años. MB/Atari.
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