EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ! RETOS LITERARIOS 2022
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Para el punto “un libro en el que tenga algún protagonismo la lluvia” de nuestro Reto Literario 2022 he escogido Tormenta y Eco, de Frederic Prokosch. No ha sido una buena elección, por algo que explicaré más adelante.
Esta es una de esas "historias sin historia", sacada adelante únicamente a base de descripciones. No hay tramas cruzadas, ni giros argumentales, ni enigmas por resolver ni misterios que aclarar. El protagonista es Samuel, un norteamericano que llega a África para buscar a un amigo. Ha recibido una carta de este, enviada desde un poblado, en la que le solicita ayuda sin especificar ningún tipo de problema. A pesar que el vínculo que le une a su amigo es más bien tenue, algo le impulsa a ir en su búsqueda. Sin embargo, cuando se traslada a Brazza, el poblado desde el que se remitió la carta, su amigo ya no está allí. Encuentra indicios de que pueda haberse dirigido a Nagala, una lejana montaña que los mismos nativos rehúyen, y toma la decisión de llegar hasta ella.
En otro poblado, Louladongo, conoce a un europeo que le habla de la montaña. El ir hacia ella ya es de por sí un viaje peligroso, y el hecho de llegar a Nagala, es la muerte segura. A pesar de ello, Samuel está decidido a encontrar a su amigo. Se une a un pequeño grupo de expedicionarios y porteadores que también pretende llegar hasta Nagala, según le dicen, por interés científico. Todo el libro es el viaje del grupo hacia la lejana y aparentemente letal Nagala.
Llama la atención que los capítulos son muy cortos, y la mayoría de ellos podrían intercambiarse de orden sin que la historia apenas se alterase. Cada capítulo lleva el nombre de algún animal, y está relacionado con este. En ocasiones el encuentro con el animal es el elemento central del capítulo, y lo que Samuel siente al verlo, lo que le cuentan sobre este los porteadores nativos, y las leyendas, costumbres o intereses creados en torno a este. Así pues, los capítulos llevan por título Las ranas, Los mosquitos, El búfalo, El gorila, Las abejas… también hay capítulos en los que la intervención del animal es mínima o su aparición simbólica.
A lo largo del mes que tardan en llegar a su destino, las enfermedades y los parásitos van minando continuamente las fuerzas y la cordura del grupo. Pasan por varios poblados, que invariablemente son conjuntos de chozas putrefactas donde se acumulan todo tipo de desperdicios. Los habitantes de la región, descritos como “fétidos bultos cubiertos de llagas”, parecen condenados a una lenta pero inevitable desaparición debido al aislamiento, las enfermedades que combaten únicamente a base de rezos y rituales, la endogamia, y la degeneración genética que esta conlleva. Son lugares horribles que toda persona sensata debería rehuir, pero hacia los que la expedición se siente atraída, por la búsqueda instintiva del contacto humano cuando se está en un territorio hostil.
La frondosidad de la selva resulta agobiante, y aun estando en exteriores y a cielo abierto, la sensación de opresión y claustrofobia es continua. Lo que se nos describe es un Infierno en la Tierra, pero un infierno fascinante a su modo, salpicado de desconcertantes perlas de delicadeza y belleza ocultas entre la brutalidad y salvajismo que lo gobierna todo.
A medida que los protagonistas se acercan más y más hacia Nagala, van intercambiando roles con las bestias de la jungla. Las súplicas de los nativos, que les reclaman comida y medicinas les importan cada vez menos. Uno de los científicos mata a una monita que habían adoptado días antes, sin ningún motivo, simplemente porque está en un lugar en el que nadie le va a reprochar que lo haga. Y cuando lanza el cadáver del pequeño primate al suelo, un grupo de monos baja de los árboles y entona un murmullo en torno a ella, como si rezaran por su alma, antes de volver a la seguridad de las ramas. Hacia el final del viaje hay algunos asesinatos dentro del grupo, y nadie parece tener el menor interés en averiguar quién es el responsable. Siguen adelante a pesar de no recordar siquiera el motivo por el que emprendieron el viaje, puesto que han avanzado tanto que retroceder es ya imposible.
A su llegada a Nagala son capturados por la tribu que habita la falda de la montaña, que les acusan de todos los males que padecen. Uno tras otro son sacrificados en terribles ceremonias, hasta que, sin un motivo aparente, Samuel y uno de sus porteadores son liberados y se les deja marchar. La historia termina con ambos enfermos de tisis y disentería, cubiertos de llagas, febriles y más muertos que vivos, escalando Nagala en lugar de alejarse de ella. Logran llegar hasta la cima, donde se tumban a esperar la muerte, recreándose en la ilusión de haber cumplido con su objetivo. El texto, sin embargo, está redactado en primera persona por Samuel, a modo de crónica de un viaje ya completado, por lo que si eso nos tranquiliza podemos interpretarlo como que el protagonista se salva de algún modo milagroso.
Se hace bastante denso de leer. Abrirnos paso entre sus páginas es un avance lento y penoso, como el de los protagonistas entre la vegetación. He tenido que dedicar a leerlo muchas más horas de las que había calculado, solo para descubrir al final que no me vale para el reto. El texto de la contraportada indica que la lluvia torrencial es uno más de los protagonistas. Y eso unido al propio título me hicieron pensar que valdría como “un libro en el que tenga algún protagonismo la lluvia”.
No ha sido así, porque el único capitulo en el que llueve esto se resuelve con dos frases, una al inicio de un párrafo para decirnos que empieza a llover, y otra al final del párrafo para decirnos que deja de hacerlo. La lluvia no se describe ni tiene influencia ninguna en la historia. Dado el tiempo invertido en leerlo y que en nuestro planeta tenemos muchos otros asuntos que atender, he preferido publicar el comentario del libro después de todo, antes que buscar y leer otro más adecuado. Dejamos por tanto este punto como no cumplido y trataremos de cubrirlo más adelante, para que no se nos descuadren todos los siguientes.
El tono general y que el tema sea la búsqueda de una persona me ha recordado mucho a El corazón de las tinieblas, escrito unos sesenta años antes. Es la misma y desconcertante mezcla de amor, repulsión, lástima y fascinación por África, sus gentes y costumbres que nos mostraba la obra de Conrrad.
Nuestra próxima lectura será algo más sosegada y esperanzadora, a pesar de estar llena de fantasmas. Aprovechando que las fechas lo ameritan, releeremos y analizaremos Canción de Navidad, de Charles Dickens, uno de mis libros preferidos.
Editado 30-11-2022: al final seguimos el consejo que nos dejó Manor abajo en los comentarios y reseñamos La larga lluvia para cubrir este punto.
Storm and Echo. 1948. Frederic Prokosch (texto) Chacopino (portada). Publicado en 1956 por Ediciones G. P.
No se si te sirve por tratarse de un relato pero puedes leer “La larga lluvia” o también llamada “Muerte por lluvia” escrito por Ray Bradbury. Cuatro astronautas acaban en un planeta donde llueve sin parar, es un relato terrorífico y Bradbury siempre es una apuesta segura. El relato está incluido en el libro “El hombre ilustrado”.
ResponderEliminarGracias, me lo apunto. Tengo ese libro. Lo releeré para comentarlo. Aunque sea solo un relato corto y no una novela completa, es mucho más adecuado para este punto del reto que el de Tormenta y Eco.
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