EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, luchadores del espacio.
Este es el segundo título de aclamada Saga de los Aznar. Continuamos con las aventuras de Miguel Ángel Aznar de Soto, en las que este “Flash Gordon español” viaja por fin al espacio.
Ha pasado casi un año desde que la expedición del profesor Stefansson al Tíbet logró escapar de los thorbod y regresar a Norteamérica. Puesto que volvieron con las manos vacías, sin fotos, muestras ni ninguna clase de prueba sobre la presencia de alienígenas en la Tierra, nadie les creyó. El gobierno chino tapó el asunto. El profesor fue desacreditado. Carol lo negó todo por presión de su acomodada familia, que no quería verse implicada en ningún escándalo. Arthur, el amigo de Miguel Ángel, murió atropellado en las vías del metro de Nueva York, a las que cayó supuestamente por estar borracho. El propio Miguel Ángel fue expulsado de su puesto como piloto de las Fuerzas Armadas estadounidenses, y regresó a España junto a Bárbara, ya como marido y mujer. Y ahora que la gente está empezando a olvidarse de todo el asunto, el director de una compañía aeronáutica, la Tierney Corporation, contrata a Miguel Ángel como piloto de pruebas.
Eso en teoría, al menos, porque el sr. Tierney se entrevista personalmente con él, y demuestra estar especialmente interesado en oír su versión de la historia. Al parecer el sr. Tierney cree en lo que Miguel Ángel le cuenta, y a continuación le presenta a la última máquina que ha salido de sus talleres, el Lanza.
Este es un modelo extraordinariamente avanzado de avión, con capacidad tanto de vuelo atmosférico como de navegación espacial. Su aspecto se nos describe como un avión anormalmente chaparro y de alas cortas, similar en cierto modo a los trasbordadores tipo Challenger. Literalmente, es capaz de volar por sí solo hasta la estratosfera, pasar al espacio, y volver a entrar en la atmósfera del mismo modo, sin necesidad de ir descartando fases como los cohetes. El movimiento por el espacio es de hecho tan veloz que deja en ridículo a los mejores modelos de cohetes rusos y americanos. Y además, es enorme, una monstruosidad capaz de transportar muchas toneladas de carga, armada con misiles, y que cuenta con un hangar para un helicóptero y una tanqueta blindada anfibia.
El problema al que se enfrenta el sr. Tierney es precisamente ese. La tecnología que ha desarrollado es tan avanzada que dará una supremacía espacial absoluta a quien la posea. Sabe que si intenta comercializarla, o tan solo la hace pública, el gobierno la expropiará y toda potencia enemiga intentará hacerse con ella de cara a su uso militar. Tras meditarlo mucho, Tierney había tomado la decisión de destruir el prototipo y toda la información para evitar que su tecnología diera lugar a una nueva era de guerras, pero entonces llegaron hasta él las noticias sobre la expedición del profesor Stefansson. De ser cierta y haber una invasión en ciernes, sus Lanza serían el único tipo de vehículo terrícola capaz de presentar oposición a una flota alienígena. Debido a esto, pretende viajar con el prototipo Lanza personalmente hasta Venus para comprobar que hay de cierto en la historia, y dependiendo de lo que encuentre, ceder su invento al mundo o bien hacerlo desaparecer.
Tierney no solo recluta a Miguel Ángel y su mujer, Bárbara. El profesor Stefansson, además del copiloto y operador de radar de la expedición al Tíbet han sido reclutados también, como si Tierney quisiera tener a su lado a todos los que tuvieron cualquier tipo de experiencia combatiendo con los thorbod. A pesar que el Lanza puede albergar cómodamente a hasta doscientas personas, solo nueve emprenden el viaje, porque Tierney quiere arriesgar (y hacer partícipes de sus verdaderas intenciones) a los menos posibles. Durante meses se les adiestra exhaustivamente para ponerlos al nivel del resto de la tripulación, en lo que al manejo del Lanza y sus elementos se refiere, y finalmente parten hacia Venus.
Tras un viaje de veinte días relativamente tranquilos llegan hasta Venus, que se nos presenta como un mundo cubierto de océanos y junglas, donde llueve casi sin pausa y de forma torrencial. Tras un aterrizaje un tanto complicado por la falta de espacio despejado donde posar su gigantesco vehículo, la antena de radio capta emisiones en lengua thorbod, evidenciando la presencia de esas criaturas en el planeta.
Miguel Ángel, Bárbara y unos pocos más salen a hacer un vuelo de inspección con el helicóptero, para tratar de localizar el origen de las transmisiones y obtener muestras del terreno. Casi tan pronto como bajan del helicóptero, a unos trescientos kilómetros de su punto de aterrizaje, son atacados por dos enormes criaturas vegetales; Se trata de una especie de gruesos árboles dotados de grandes ojos bulbosos y una maraña de lianas tentaculares, que se desplazan sobre unas rudimentarias piernas. Logran librarse de ellos a base de acribillarlos a tiros y destrozarlos a hachazos, pero no son lo más raro que el planeta tiene que ofrecerles.
Como en toda buena Space Opera, en el planeta hay dinosaurios prácticamente idénticos a los de la Tierra, incluidos pterodáctilos. Su sorpresa por este descubrimiento aumenta cuando se dan cuenta que los pterodáctilos llevan sobre ellos a otros seres humanoides que aparentemente los emplean como monturas. Suponiendo que se trata de thorbods, los terrestres ametrallan a un par de pterodáctilos cuando les pasan por encima, puesto que quieren llevar algunos thorbods vivos (o al menos, sus cadáveres) de vuelta a la Tierra, como prueba de su existencia. Los pterodáctilos malheridos por los disparos medio planean medio se estrellan, con lo que sus jinetes quedan relativamente indemnes. Pero viéndolos de cerca descubren que no son thorbod, sino unos hombres casi iguales a ellos, pero de piel azulada, cuya naturaleza está a medio camino entre los vegetales y los reptiles, pues al parecer no hay mamíferos en Venus.
Los terrestres y estos seres, que emplean la palabra saissai para referirse tanto a así mismos como a su cultura y su asentamiento, logran comunicarse de forma muy rudimentaria, combinando lenguaje corporal con palabras sueltas que van aprendiendo unos de otros. Tras algunos días de convivencia y aprendizaje mutuo, los terrestres llegan a la conclusión que los saissai son nativos de Venus, pero los thorbod no. Los thorbod simplemente llegaron al planeta igual que llegaron a la Tierra. No son colonizadores, sino saqueadores que toman de cada planeta lo que les interesa. En el caso de Venus, son minerales, por lo que han esclavizado a la mayoría de las tribus saissai para convertirlos en mineros.
Esto supone un cambio total de situación, ya que si los thorbod no habitan el planeta sino que son solo unos pocos cientos o miles, y hay una población nativa mucho mayor deseando deshacerse de ellos, sería posible acabar con todos o expulsarlos de Venus. Y puesto que probablemente la nave que visita regularmente la Tierra (como explicaron en Los hombres de Venus) emplea Venus como escala, esto podría aislar a la comunidad thorbod del Tíbet.
Tan pronto como los saissai comprenden que los terrestres también son enemigos de los thorbod, los guían hasta una ciudad de piedra que parece ser su capital. Allí, tras recibir una recepción digna de reyes y montones de discursos de los líderes saissai de los que apenas entienden unas pocas palabras, les espera otra sorpresa: una antiquísima nave espacial. Resulta que los saissai tampoco son nativos de Venus. Llegaron allí milenios atrás, quizá por accidente, y ya no pudieron partir. Con el tiempo desecharon la tecnología, la olvidaron, o fueron incapaces de mantener o replicar la que trajeron con ellos. La nave es mantenida como algo sagrado, una especie de templo que los conecta con un pasado para ellos ya mítico.
El caso es que terrícolas y saissai forman una alianza contra los thorbod de Venus. Una guerra en la que cuentan con la sorpresa y una arrolladora superioridad numérica contra la tecnología mucho más avanzada de sus adversarios. Y el primer paso de esa guerra, es destruir la mina principal de los thorbod.
Aunque se trata del segundo libro de la saga, podríamos decir que es aquí donde realmente comienza. Nos encontramos con el primer viaje a otro mundo de los protagonistas, y su encuentro con otra raza alienígena que se convertirá en sus primeros aliados contra los thorbod, además de formas de vida “típicamente extraterrestres” como árboles ambulantes y dinosaurios. En Cerebros electrónicos, el siguiente título de la saga, los protagonistas regresarán triunfantes a la Tierra… o lo intentarán.
El planeta misterioso. 1974 (reescritura del texto original de 1953). George H. White [Pascual Eguídanos]. La saga de los Aznar nº 2. Editorial Valenciana S. A.
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