Presentado por...Zag.
¡Extra! ¡Extra! ¡Acaba de salir nuestro suplemento de astronomía! ¡Una nueva estrella brilla en el firmamento! ¡Entérese de todos los detalles!
El regalo de la estrella. Kurumi sobrevuela una ciudad tratando de detectar un regalo de cumpleaños para ella que le permita seguir adelante y trascender a donde realmente le corresponda estar. Casualmente se cruza en la dirección en la que un niño está mirando al cielo a través de un telescopio doméstico. Las anteriores historias ya han establecido que Kurumi solo es visible por humanos cuando ella desea serlo, y en esta ocasión, cuando el niño la ve y pese a la enorme distancia que los separa, ella es consciente de que ha sido vista y mira sorprendida hacia el niño. Esto es un indicativo de que ese niño tiene un caso grave de relación torcida con los regalos que debe ser atendido.
El niño en cuestión es Shin, que así a ojo debe tener unos seis o siete años. El telescopio a través del cual está mirando es el de su hermano Sei, que debe tener unos quince. Sei es astrónomo aficionado. Le encanta mirar las estrellas y su sueño es descubrir una y ponerle su nombre, para que quede algo de él en el universo. Su madre murió hace algunos años y su padre trabaja en otra ciudad, por lo que solo viene a verlos muy de vez en cuando y les envía todo el dinero que puede. En la práctica, es Sei quien hace de padre y madre de Shin.
Entre los estudios, un trabajo de media jornada, las labores domésticas y cuidar de Shin, Sei no tiene tiempo para nada más. Su única afición es mirar un rato el cielo cada noche, comparando las estrellas que ve con las que están catalogadas, con la esperanza de ser el primero en ver y comunicar a la comunidad astronómica una estrella no registrada.
Sei y Shin tienen una vecina cuya hija, Miyo, disfruta burlándose de Shin. En una ocasión le dice que, si a su hermano le gustan tanto las estrellas, debería subirse al tejado de casa de noche con una pértiga para golpear una, hacerla caer al suelo y recogerla para regalársela. Shin, demasiado pequeño e inocente todavía para darse cuenta de que le están tomando el pelo, le hace caso.
Ese mismo día Sei llega más tarde de lo normal a casa, y cuando lo hace Shin lleva ya algunas horas en el tejado esperando que oscurezca lo bastante para golpear una estrella. Sei lo hace bajar inmediatamente, pero Shin ya ha cogido frío y se enferma. Todo el dinero que había estado ganando con su trabajo para comprarse un telescopio mejor se lo tiene que gastar en las medicinas para Shin.
Cuando este se recupera y comprende lo ocurrido se obsesiona con la idea de conseguir que su hermano descubra una estrella, para compensarlo por todo lo que hace por él. Kurumi se deja ver y le entrega un boleto para un sorteo de una tienda en el que el primer premio es un modelo de telescopio mucho mejor que el que ya tienen. Pero Kurumi le advierte que cuando recibes un premio en un sorteo o una rifa no es un verdadero regalo. No lo recibes a cambio de nada, sino que en realidad lo estás pagando con tu suerte.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
Shin no termina de entenderlo pero lleva el boleto a la feria y le toca el telescopio. Aunque se alegra mucho al recibirlo, ni tan solo con este modelo mejor Sei es capaz de encontrar una nueva estrella.
La lianta de Miyo vuelve a la carga con otra de sus historias y le dice a Shin que cuando una persona se muere su alma se convierte en una estrella, así que si él se muere se convertirá en una y seguramente su hermano la encontrará. Esta idea se queda dando vueltas en la mente infantil de Shin. Poco después les llega la noticia de que su padre ha tenido un accidente laboral y está malherido. Sei toma la decisión de ir a verle y deja a Shin al cuidado de su vecina, la madre de Miyo. Shin se siente responsable de lo ocurrido porque piensa que al haber “comprado” el telescopio con su suerte, ha gastado no solo la suya sino la de toda su familia, y por eso su padre ha tenido el accidente. Como Sei ya no está para observar las estrellas, se toma como un deber personal hacerlo por él y se pasa las noches en vela en el balcón, mirando por el telescopio sin saber en realidad qué estrellas pueden estar registradas y cuáles no.
La vecina, aunque cuida de Shin, tiene sus propios hijos y sus propias preocupaciones, y no se da cuenta de lo que está haciendo Shin hasta que es demasiado tarde. El niño enferma de nuevo, y esta vez muere a consecuencia de la fiebre, agravada por la enfermedad que padeció poco antes. Sei llega a tiempo de hablar con él una última vez antes de que Shin deje de respirar, y este parece feliz de morirse, porque está seguro de que su alma se convertirá en una estrella y Sei la descubrirá. Su alma, convertida en estrella, será su regalo para Sei.
Cuando entierran a Shin, su padre está todavía hospitalizado. Sei, la vecina y Miyo son los únicos que acuden a llorarle. Esa misma noche Sei observa el cielo con su telescopio intentando que su vida recupere algo de normalidad y sentido, y entonces ve formarse el brillo de una nueva estrella en un área del cielo que ya estaba cansado de rastrear, la zona en la que Shin había dejado caprichosamente orientado el telescopio mientras miraba las estrellas sin ton ni son. Comprueba la posición de la estrella en sus revistas de astronomía y esta no aparece por ningún lado. Sei es el primero en notificar su aparición, y la registra con el nombre de su hermano en lugar de con el suyo.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
Las historias de Present se van volviendo más largas y complejas a medida que la colección avanza. De esta destacaría la relación entre los hermanos, uno forzado a tener un papel que le queda grande para su edad pero que aun así afronta con responsabilidad y estoicismo. El otro, todavía muy infantil y fantasioso, empeñado en hacerle a su hermano un regalo imposible. En realidad es una reflexión sobre el amor fraternal y la combinación de belleza y peligro que conlleva la inocencia.
El comentario de Kurumi sobre que lo que ganamos en los sorteos no es gratis, sino que igualmente lo pagamos de un modo u otro (a costa de un concepto abstracto como nuestra suerte) me parece interesante.
Y está también el echo de que en ocasiones anteriores hemos visto a Kurumi intervenir en las vidas de otras personas para castigarlos o premiarlos, incluso equivocándose, como en la historia El peluche en la que ella se da cuenta que ha provocado sin quererlo una tragedia. Aquí no se sorprende ni apena por la muerte de Shin, como si desde el principio hubiese sabido que iba a producirse de un modo inevitable. Su intervención no persigue salvarle, sino darle al niño la oportunidad de dejarle un hermoso regalo de despedida a su hermano que de algún sentido a su muerte.
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Present. 1993-1998. Kanako Inuki. Publicado en 2006 por Mangaline Ediciones S.L.



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