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lunes, 12 de junio de 2023

DIOSES DE MARTE

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                     RETOS LITERARIOS 2023

Presentado por... el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores. 

Para el punto "un libro pendiente de un autor que ya hayas leido" de nuestro Reto Literario 2023, hemos escogido Dioses de Marte, de Edgard Rice Burroughs, continuación directa del ya comentado (como parte de este mismo reto) Una princesa de Marte

Entiendo que el enunciado del reto probablemente se refiera a “pendiente de leer”. La saga marciana de Burroughs ya la hemos leído entera, pero la tenemos pendiente de comentar, así que creo que la podemos encajar igualmente en este apartado. 

La historia comienza, de nuevo, con el propio Edgar Rice Burroughs en el papel de recopilador en lugar de autor. Han pasado doce años desde la extraña muerte y sepelio del capitán John Carter, cuando Edgard recibe un telegrama de este que le cita en un hotel. Cuando se encuentran, Edgard comprueba que efectivamente es él, y que no parece haber envejecido un solo día. Carter le explica que su “muerte” diez años atrás se debió a que estuvo desarrollando una forma de proyectar su mente a Marte, donde al igual que la vez anterior, una copia de su cuerpo es recreada en el punto en el que aparece. También ha aprendido a devolver su mente al cuerpo que le aguarda incorrupto en la Tierra, que siempre es el mismo y al parecer debe conservarse intacto. 

Al proyectar su mente de vuelta a la Tierra, Carter despierta dentro de su cuerpo original, en la cripta blindada en la que lleva doce años enterrado. Es ese cuerpo el que Edgard tiene delante en ese momento, y es con el que está hablando. El motivo de su regreso ha sido simplemente porque le apetecía ver a Edgard, su sobrino preferido, y dejar constancia de sus vivencias en Marte por si algún día resultan de utilidad a los terrícolas. El resto del libro es el relato de Carter, antes de regresar a su cripta y proyectar de nuevo su mente a Marte. 

Según este relato, cuando Carter logra proyectarse voluntariamente a Marte por primera vez, aparece en una región que no llegó a conocer en su anterior estancia en el planeta. Es un lugar muy diferente a lo visto anteriormente, presentándonos un paraje muy fértil, un hermoso y amplio valle cubierto de hierba y plantas. Carter, de nuevo desnudo y desarmado al habérsele generado un nuevo cuerpo para contener su mente (ya que al parecer, el primer cuerpo que se replicó para él se desvaneció en cuanto su mente lo abandonó) comienza a deambular por ese extrañamente bucólico paisaje, hasta que se topa con un rebaño de hombres planta

Las enormes criaturas semi vegetales están pastando la hierba del valle. Cuando Carter, que lo desconoce todo sobre ellas, se dispone a aproximárseles para comprobar si son amistosas, estas detectan algo y se marchan en tromba. Carter las sigue y las ve precipitarse sobre un grupo de marcianos verdes. A pesar de ser magníficos guerreros natos, los hombres verdes son rápidamente masacrados por los hombres planta, hasta que solo uno de ellos queda en pie. Carter no puede evitar lanzarse al combate guiado por su instinto de luchador, apoderarse de la larga espada de uno de los caídos, y ponerse del lado del hombre verde superviviente, que no es otro que Tars Tarkas. 

Mientras los dos se defienden espalda contra espalda, Carter ve como en un balcón tallado en la pared de un precipicio, una figura humanoide les observa luchar con los hombres planta. La figura emite un extraño sonido que retumba por el valle. Respondiendo a este, aparece una horda de los temibles simios blancos. Los simios cargan hacia la batalla y se ponen de parte de los hombres planta, reforzando a estos a pesar de tratarse de seres por completo diferentes y que en circunstancias normales se enfrentarían unos a otros. Carter y Tars Tarkas logran huir del batiburrillo de monstruos tras dejar tendidas a varias toneladas de cadáveres.

Cuando logran algo de calma, Tars Tarkas informa a Carter que están en el Valle de Dor. Algo en el aire y la tierra de Marte hace que el promedio de la vida sea de unos mil años, lo cual afecta también a Carter puesto que ocupa un cuerpo generado en ese mundo. Nadie sabe cuanto tiempo se puede vivir realmente en Marte, porque nadie ha muerto de viejo hasta ahora. Es una costumbre muy arraigada entre todos los pueblos civilizados de Marte efectuar una peregrinación al Valle de Dor, conocido también como El Valle del Amor, cuando se han cumplido esos mil años o cuando alguien considera que no merece la pena seguir viviendo. Esta peregrinación conduce teóricamente a una especie de paraíso de felicidad eterna, pero es simplemente un suicidio ritualizado. El Valle de Dor está poblado por espantosas criaturas como los hombres planta y los simios blancos, amén de otros peligros desconocidos que se encargan de matar a todo el que se adentra en él. En el caso de Tars Tarkas y el grupo de hombres verdes, estaban en el Valle de Dor buscando a Carter, porque ya le habían buscado por todo Marte a instancias de Dejah Thoris, y no les quedaba más que buscar en este lugar. 

Explorando una cueva en la que se han refugiado, Carter y Tarkas encuentran unos túneles trabajados y salas decoradas que se adentran más y más en la montaña. En esta salas les atacan nuevos y variados monstruos que son lanzados contra ellos a través de puertas secretas y muros pivotantes, en un combate aparentemente interminable. Finalmente Carter y Tarkas quedan separados y el primero llega hasta unos hombres blancos, idénticos en aspecto y estatura a los terrestres de piel blanca, que demuestran tener un poder considerable. Tras haberse librado de docenas de monstruos gigantescos, Carter solo es capaz de acabar con dos de estos misteriosos hombres blancos antes de ser derrotado por ellos. Se trata de los sagrados thenrs, una especie de orden religiosa que se mantiene oculta a ojos del resto del mundo pero influye en el devenir de casi todos sus pueblos. Estos individuos eran los antagonistas principales de la película John Carter de Marte, del 2012.   

Como prisionero de los sagrados therns, Carter se reencuentra con Tarkas, que también ha sido capturado, y conoce a Thuvia, una esclava de la raza roja. Los therns la han conservado con vida durante mucho tiempo debido a que la muchacha tiene una extraña capacidad telepática que le permite un cierto control sobre algunos monstruos, pero ya se han decidido a darle otro uso. Se la van a comer, puesto que los therns se consideran a sí mismos demasiado elevados para nutrirse con alimentos comunes, y solo consumen carne de la raza roja. 

Carter, Tarkas y Thuvia organizan una pequeña fuga, que resulta más sencilla de lo que habían previsto en un principio debido a la habilidad de Thuvia para apaciguar a los monstruos que van encontrándose. La muchacha roja incluso llega a reunir a un numeroso grupo de bestias para que los acompañen a modo de inusual escolta. 

En su deambular por el interminable laberinto que constituye el reino de los sagrados therns, terminan adentrándose en sus pozos de tortura, las terribles prisiones donde estos acinan a sus esclavos. Allí encuentran lo impensable; entre la amalgama de esclavos verdes y rojos en una forzada convivencia, se mueven deformes híbridos. La disparidad genética de ambas razas ha dado lugar a una tercera formada por seres casi ciegos y dotados de una mínima inteligencia, prácticamente bestias. Dejando atrás a estas desgraciadas criaturas, logran llegar hasta una compuerta que se abre al fresco aire nocturno del exterior. 

Aquí la situación se complica aún más presentándonos a una nueva facción más avanzada y terrible que los sagrados therns. Se trata de Los Primeros Nacidos, que están atacando el templo de los therns. Los Primeros Nacidos son otra raza tipo humano que se dice que habita una de las lunas de Marte, y ocasionalmente viajan en sus naves hasta el planeta para saquear y llevarse muchachas de otras razas que primero violan y después sacrifican y devoran. Son muy similares a los therns, pero su piel es negra y son descritos como asombrosamente musculosos y bellos, ejemplares de la más alta cota de la perfección física y estética humana. Algunos de estos guerreros negros se fijan en Carter y, confundiéndolo con un thern por su piel blanca, lo involucran en el combate. 

Tras otra de las salvajes batallas que caracterizan esta saga, Carter se apodera de una de las naves de los Primeros Nacidos, y mata a todos sus ocupantes excepto a uno al que captura vivo y amarra a conciencia. En la nave encuentra a Paidor, una mujer de los therns que los Primeros Nacidos han capturado. Carter se aleja entonces de la batalla a fin de poner a salvo la nave, que necesita intacta para regresar cuando la batalla termine para recoger a Tarkas y Thuvia. 

El prisionero negro, Xodar, se asombra al ver que Carter es blanco como los therns pero que al contrario de estos no es calvo, sino que una capa de cabello negro cortado a cepillo al estilo militar cubre su cráneo. Debido a esto, cuando la nave se encuentra con otra mucho mayor de los Primeros Nacidos, Xodar impide que lo maten, pues lo considera un prisionero especialmente raro y valioso. 

De nuevo prisioneros, Carter y Paidor son llevados a la fortaleza de los Primeros Nacidos, que no está en una de las lunas como afirman las leyendas sino en una zona especialmente aislada de Marte. Son llevados por Xodar ante la presencia de Issus, su reina perpetua que solo se alimenta de dulces y carne de los therns o de la raza roja. Issus es una decrepita y degenerada anciana de edad indefinible, que debe tener varios miles de años. Al saber que Carter llegó a hacer prisionero a Xodar, despoja a este de su rango y lo convierte en esclavo de Carter, así como Carter y Paidor son ahora esclavos de ella. 

En las celdas de la fortaleza de Issus, Carter se hace amigo de Xodar, caído en desgracia ante los suyos. Y se encuentra con Carthoris, un joven hombre rojo que resulta ser su hijo, al que no tuvo la oportunidad de conocer cuando nació. Todos los mamíferos de Marte son también ovíparos (salvo una especie de lobos) y en el caso de la raza roja, los hijos pasan sus primeros cinco años de vida desarrollándose dentro de un huevo que va creciendo junto con ellos. El cascarón del huevo puesto por Dejah Thoris tras quedar embarazada de Carter estaba a punto de romperse cuando la mente de Carter fue involuntariamente arrancada de su cuerpo marciano, por lo que tras sus diez años de ausencia, su hijo tiene el desarrollo normal de un niño de unos quince años. Sin embargo, en un mundo como ese, en el que el peligro y la lucha son constantes, con quince años el muchacho es ya un hombre plenamente desarrollado y un guerrero experimentado. 

Carter y su hijo, que tardan una cantidad de tiempo inconcebible en reconocerse (Carter es el único humano de piel blanca y cabello negro que ha existido nunca en el planeta, así que el chaval al menos debería haberse dado cuenta de inmediato de quien tenía delante) provocan una revuelta entre los esclavos. Se produce otra matanza de esclavos, soldados y monstruos que termina con Carter, Carthoris y Xodar escapando de la fortaleza en una nave robada, camino de las ciudades gemelas de Helium. 

Hasta aquí llega lo que considero la parte más interesante de la historia, porque es la que nos aporta nueva información sobre la geografía y las razas de Marte, pero las aventuras de Carter en este libro todavía están muy lejos de terminar. Aún tiene que rescatar a Thuvia y Tarkas, de los que quedó separado en el ataque los Primeros Nacidos a los sagrados therns. Y tiene que rescatar también a Paidor, ahora en poder de los Primeros Nacidos, que a pesar de ser una thern, a ojos del noble Carter es una dama en peligro más. Además, durante sus diez años de ausencia el equilibrio de poder entre las ciudades de Helium y sus tradicionales enemigos (la ciudad de Zodanga) ha cambiado mucho, lo cual conllevará otra serie de conflictos. Por si esto no bastara, la propia Dejah Thoris y su padre se hallan en paradero desconocido. 

El gran problema de las novelas de Burroughs es que pasan tantas cosas, y tan continuamente, y son todas tan relevantes para el desenlace, y tan dependientes unas de otras, que es difícil hacer un resumen coherente sin revelar punto por punto todo lo que ocurre. Pero no voy a revelar más porque siempre hay que dejar algo jugoso en el tintero, por si conseguimos que alguien se anime a leer los libros que reseñamos, que a fin de cuentas es por lo que lo hacemos.  

Sin embargo, hay una última cosa que no puedo dejar sin contar, porque es la muestra perfecta de hasta que extremos se atrevía a llevar las cosas el autor. La fortaleza de Issus está construida exactamente sobre el eje magnético de uno de los polos del planeta, y en ella hay una celda especial excavada (atentos a la explicación que se marca aquí Burroughs) en un gigantesco cilindro de piedra encajado a su vez en un foso excavado en ese eje. Esto hace que el cilindro de piedra se mantenga perpetuamente inmóvil en el eje exacto de Marte mientras el resto del planeta gira lentamente a su alrededor, de modo que únicamente un día al año, la celda excavada en el cilindro coincide con la puerta que conduce a esta. Esto implica que cuando alguien es lanzado a la celda y el movimiento de rotación del planeta hace que esta deje de coincidir con la puerta, no se le puede volver a sacar de allí (lo quieran o no sus propios carceleros) hasta pasados los 687 días del largo año marciano. El desgraciado prisionero depende totalmente de racionar los alimentos que se le dejen en la celda, mientras en completa oscuridad arranca cada molécula de oxígeno que puede del poco aire viciado que llega hasta él por el estrecho hueco que queda alrededor del inmóvil cilindro. 

Pues bien, durante la larguísima matanza final, Carter y sus aliados se encuentran a Dejah Thoris, Thuvia y Paidor encerradas en esa celda, pero una puerta de barrotes casi indestructibles les impiden llegar hasta ellas. La llave de los barrotes no aparece, no tienen medios para cortarlos, y llega un momento en que la apertura de la celda ya es de todos modos demasiado estrecha para sacarlas. A la desesperada, saquean las despensas de la fortaleza para lanzarles entre los barrotes todas las provisiones en conserva que pueden, en un intento de dar a las tres mujeres la oportunidad de sobrevivir un año, y estar listos para sacar entonces de la celda a las supervivientes, si las hay. Y justo antes de que la abertura se cierre por completo, Carter ve a Paidor, la thern, empuñar una daga que llevaba oculta entre las ropas y lanzarse sobre las otras dos. Y hasta el siguiente libro, no sabremos nada más de ellas. 

Y sí, ya oigo a alguien por ahí al fondo diciendo “Pero profesor Plot, que la duración de un año depende del movimiento de traslación del planeta, no del de rotación”, y sí, eso es correcto, pero ese no es el punto. El punto es que Burroughs nunca pretendió ser creíble, sino dar a sus lectores la mayor aventura posible, la más apasionada y épica, incluso si eso implicaba que fuera también la más estrambótica, exagerada e inconsistente. Aquellos que se decidan a leer a Burroughs deben tener claro que lo hacen por amor a la pura aventura, no al realismo. 

Mientras el planeta gira en torno a la celda de su eje, tenéis tiempo de leer la reseña del primer libro de esta saga pulsando aquí. O bien cambiar totalmente de tema y pasar al siguiente punto de nuestro Reto Literario 2023 pulsando aquí

Gods of Mars. 1912. Edgard Rice Burroughs. Colección Omean nº 1. Publicado por PulpEdiciones en 2002.      

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