EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, alucinantes lectores.
Estando ya a la mismas puertas
de Halloween, vamos a recrearnos con otras cuatro historias más que encontramos
en el nº 7 del comic Alucine. La segunda de ellas es una copia casi viñeta a viñeta
de una de las publicadas por la EC en la década de 1950.
Esto tampoco es raro,
ya que muchas revistas de terror posteriores reciclaron las historias de la EC, una de las revistas pioneras del género, simplemente redibujándolas y cambiando detalles menores para ponerlas al día (o a veces, ni eso).
El féretro egipcio (dibujos de
Cabrezizo): un par de arqueólogos ingleses descubren una
tumba egipcia intacta. Abren el sarcófago, hallándolo misteriosamente vacío. El
resto de los tesoros de la tumba, incluido un gran arcón sellado, los envían
tal cual al museo de Inglaterra para el que trabajan.
Una vez todo es entregado al
museo un ladrón decide entrar colarse fuera de horario de visitas para ahorrarse pagar
la entrada y además llevarse algo valioso de recuerdo. Mientras contempla las
vitrinas llenas de objetos de oro, se topa con el director de museo, muerto en
el suelo. Está junto a un gran arcón abierto y vacío, y a su lado hay una
palanca. El ladrón cree que alguien mató al director con la palanca para robar
el contenido del arcón, y toma la palanca para defenderse por si el asesino
estuviera todavía por allí. Pero comprueba que el cuerpo no tiene ninguna
herida. En ese momento es sorprendido por los guardias del museo, que además
han avisado a la policía. Varios agentes de Scotland Yard se presentan, y para
ellos el caso es bastante evidente: un ladrón sorprendido dentro del museo,
junto al director muerto, con una palanca en la mano y el arcón que se supone
contenía un gran tesoro completamente vacío…
Pero la realidad es que el
director usó la palanca para abrir él mismo el arcón, que es el que los
arqueólogos enviaron desde Egipto. Lo que lo mató fue la impresión de ver lo
que contenía. Ladrón, guardias y policías son conscientes de esto cuando el
contenido del cofre les ataca; la momia revivida y regenerada de una especie de
hombre-murciélago.
La criatura hace una
escabechina entre los presentes hasta que solo queda vivo el ladrón. Este trama
un plan a la desesperada: toma un espejo que se encontraba entre las piezas
expuestas y lo coloca en plano dentro del arcón. La criatura, al pasar volando
sobre el arcón abierto, ve su propio reflejo en el espejo y cree que se trata de
otra criatura de su raza. El propio monstruo se mete en el arcón y el ladrón aprovecha
para encerrarlo.
Parece que el ingenioso ladrón
ha vencido al monstruo… pero entonces aparece otro par de policías que venían
en refuerzo de los anteriores y le detienen. Le achacan también las muertes de
los guardias del museo y el primer grupo de policías, y entonces el ladrón
comete el error de contarles la verdad. Naturalmente los policías no le creen y
abren el arcón para comprobar que contiene, con lo que el monstruo queda libre
de nuevo.
Prisionero de la eternidad
(dibujos de Blasquez): en los Everglades, los pantanos de Florida, un
delincuente llamado Jack huye de los guardias de la prisión de la que se acaba
de fugar. Logra dejarlos atrás y llegar hasta una vieja mansión que parece
desubicada en el lugar. En ella conoce a una bella e ingenua jovencita llamada Sara y a su
estricto padre. Ninguno de los dos parece estar muy bien de la cabeza. Sara parece vivir en su propio mundo y no ve peligro ninguno en el hecho de que un
desconocido con traje de presidiario se acerque a ella. Su padre es peor,
porque cree estar viviendo un siglo atrás, en la Guerra de Secesión de
Unionistas y Confederados.
Cuando Jack les dice que solo busca un refugio porque
le persiguen, el padre lo interpreta como que son soldados del norte quienes le
buscan, y le ofrece cobijo en su casa. ¡Ah, la famosa hospitalidad sureña! Eso
sí, le deja claro (fusil en mano) que no se le ocurra poner un dedo
encima a su casta e inocente hija.
El hombre le da de cenar y le
ofrece su buhardilla… o más bien le encierra con llave en ella. Poco después Sara viene a liberarle y le conmina a abandonar la casa cuanto antes, alegando
que su padre es peligroso. Jack le pide a Sara un arma para defenderse de
los guardias y algo de comida para el viaje. Ella lo guía hasta la armería de
su padre y a la despensa, pero ambas parecen llevar décadas vacías. Sara, que esperaba hallarlas repletas, no
entiende cómo puede estar ocurriendo eso, y entonces el padre los sorprende. A
punta de fusil los hace refugiarse en el sótano y los encierra con llave a
ambos.
Por la mañana Jack está
sentado contra la pared, con Sara dormida y recostada sobre él. Oye los
ladridos de los perros de los guardias, que se acercan a la casa, buscándole, y
se alegra. ¡Mejor en prisión que en manos de un loco! La escena pasa a
mostrarnos el exterior, donde los guardias llegan hasta la casa guiados por los
perros, que huelen el rastro de Jack. Entran en la casa, que está a todas luces
abandonada desde hace mucho. Uno de los guardias comenta que se dice que el
dueño de la casa encerró a su hija en el sótano y la dejó morir de hambre. Al
bajar al sótano, encuentran allí dos esqueletos, uno junto al otro, cubiertos con los harapos de lo que fueron el vestido de Sara y el uniforme de
presidiario de Jack. Al buscar refugio en una casa encantada cuyos fantasmas
creían estar todavía en la época en la que murieron, Jack quedó integrado en su
historia, pasando a formar parte de ella.
El retorno de la bestia
(dibujos de Torrente): estamos ahora en Bélgica, en 1970. Un extraño
monstruo reptiliano con formas humanoides aterroriza la región de las Ardenas
devorando crudo el ganado. Tras sus fechorías desaparece sin dejar rastro, a
pesar que los soldados del anciano conde que gobierna esas tierras lo buscan incesantemente.
La salud del conde es muy
frágil. Además de su avanzada edad padece del corazón, y el que una bestia esté
diezmando sus rebaños no contribuye precisamente a su bienestar. Le reclama a
su médico algo que le rejuvenezca, y este le dice que tal sustancia no existe.
Pero tan pronto como el médico del conde abandona su alcoba, alguien aparece
repentinamente en esta. Afirma llamarse Zervix y ser un poderoso mago que puede
proporcionarle lo que desea, la juventud, pero no la de su propio cuerpo. Lo
que hará será intercambiar su mente con la de otra persona de forma que cada mente pase a ocupar el cuerpo de la otra.
El conde manda a sus guardias
a traerle un mozo joven y fuerte. Estos detienen a uno que encuentran durmiendo
a la sombra de un árbol y se lo llevan preso sin más explicaciones. Zervix
intercambia entonces la mente del conde con la del mozo.
El joven, al verse de pronto
en el cuerpo de un anciano se altera tanto que su (ahora) débil corazón sufre
otro ataque y cae al suelo, muerto. Zervix reclama el pago que acordaron al
ahora joven y vigoroso conde, pero este empieza a sentirse mal de pronto y se
transforma en la bestia, viéndose presa al instante de un hambre y una furia
incontrolables que le llevan a matar a Zervix.
Resulta que los guardias no encontraban
a la bestia porque tras saciar su hambre adoptaba forma humana para pasar
desapercibido. Y al escoger a alguien al azar, los guardias del conde se
llevaron presa sin saberlo a la bestia en su forma humana. Al final el conde
obtuvo todo lo que quería… un cuerpo nuevo y joven, y encontrar a la esquiva
bestia ¡Ahora que no se queje!
La hija del mal (dibujos sin
acreditar): el notario Gordon, de camino a Londres en su
carruaje privado, tiene un accidente cuando su caballo se desboca. El carro
vuelca, el caballo escapa, y Gordon pierde el sentido. Su cuerpo inerte es
recogido y cargado al hombro por un individuo feo y contrahecho, que lo lleva
hasta una lujosa mansión.
Cuando Gordon despierta se
sorprende al verse en un elegante salón. La delicadeza de cuanto le rodea
contrasta aún más con los rasgos bastos y deformes de sus anfitriones: el
hombre que le recogió y su hermana, a cada cual más horrible. Pese a su aspecto hinchado sus anfitriones demuestran ser personas nobles y cultas. Su
apariencia se debe a una enfermedad hereditaria que la familia lleva
arrastrando varias generaciones, desde que uno de sus antepasados regresó con
ella de Las Cruzadas. Los numerosos retratos de gente deformada que adornan los
pasillos parecen confirmar esto.
Los hermanos ofrecen su hospitalidad
a Gordon y lo conducen a la que será su habitación para pasar la noche.
Mientras van de camino a ella pasan junto a una puerta de metal tras la cual se
escuchan gritos de socorro. Los hermanos le quitan importancia al asunto e
insisten en que Gordon ignore los gritos. Pero una vez oídos es difícil
sacárselos de la cabeza.
A medianoche Gordon abandona su habitación y va hacia
la puerta de metal, temiendo que os hermanos tengan a alguien prisionero, quizá
a otro viajero como él mismo. Ve por el pasillo al hermano llevando una bandeja
con comida y se esconde. El hombre cruza la puerta de metal dejándola
entreabierta, y Gordon lo sigue sigilosamente. La puerta lleva a unas escaleras
que conducen a un sucio sótano, en donde una bellísima jovencita en camisón aguarda
resignada tras los barrotes de una celda.
Gordon ataca por sorpresa al
hermano deforme y le deja inconsciente de un golpe. Encuentra en sus ropas la
llave de la celda y la abre, pero entonces aparece tras él la hermana y lo
empuja al interior, dejándolo encerrado junto a la jovencita. A continuación
reanima a su hermano y ambos se marchan del sótano.
Cuando Gordon desiste de forzar la puerta se vuelve hacia la jovencita en busca de alguna
explicación… y la obtiene al ver asomar varios tentáculos de su camisón y darse
cuenta de lo terriblemente afilados que son sus dientes. La jovencita no es una
prisionera sino otro miembro de la familia, cuyas deformidades son más extremas pero menos
evidentes, fáciles de ocultar, y a la que mantienen encerrada por ser una loca peligrosa. ¡Otro caso de buenas intenciones truncadas por juzgar demasiado
a la ligera basándose en las apariencias!
Puedes ver los otros números comentados de este comic pulsando aquí.
Gespenter Geschichten nº 7. 1984. Varios autores. Bastei-Verlag. Publicado en 1984 por Editorial Bruguera S.A.