EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
Cuando llevas mucho tiempo muy centrado en algo, es fácil perder la perspectiva. Para recuperarla y tener más claro lo que estás haciendo, conviene desconectar de tanto en tanto. Así que hoy dejé estar aquello en lo que he estado trabajando últimamente, que me tiene apartado del blog, para hacer otra cosa totalmente diferente. Algo ligero y divertido, precisamente para desconectar de lo que estoy haciendo y volver a ello luego viéndolo desde una nueva perspectiva.
Me sonaba tener por ahí uno de esos libros de literatura infantil y juvenil de terror titulado El aullido del fantasma…o El fantasma aullador… O algo así. Al ir a buscarlo, he descubierto que en realidad tengo tanto un libro titulado El aullido del fantasma como otro titulado El fantasma aullador. Ante la duda de decidirme por uno u otro, teniendo en cuenta que el título es casi el mismo y que no sabía de qué trataba cada uno, seguí el procedimiento habitual en estos casos: guiarme por la portada. Y no sé si será porque estamos en verano o por deformación profesional, pero de estas dos portadas, la que me llamó más la atención fue la de la costa y el faro. Así pues, hoy reseñaremos El aullido del fantasma y dejaremos El fantasma aullador para otra ocasión.
El aullido del fantasma es el segundo libro de la colección FantasVille, de la cual ya he comentado otros posteriores a este. Como siempre hacemos aquí en los casos de ir comentando una colección a medida que la vamos completando, he reorganizado los enlaces entre las diferentes entradas para que estas puedan ser leídas en orden cronológico y no en el orden en que las publicamos originalmente. La explicación general sobre la colección, que publiqué en el número dieciocho de la misma (el primero que reseñé), la traslado aquí para que aquel que lea las entradas sobre esta colección en orden por primera vez pueda hacerlo de forma más coherente.
FantasVille es una de tantas colecciones que surgieron a la estela de Pesadillas (Goosebumps) de R. L Stine. Ya hemos comentado algunas de ellas, como Colegio Calavera y Escalofríos. Todas estas colecciones las tenemos agrupadas en la etiqueta de “stine” junto a los libros de Pesadillas, para poder repasarlos y compararlos más cómodamente.
Esta se compuso de veinticuatro títulos, veintiuno de los cuales se publicaron en España. El autor es Christopher Pike. Todas las historias tienen lugar en un pueblecito costero estadounidense llamado Springville. Los lugareños lo llaman FantasVille, porque allí los sucesos sobrenaturales son frecuentes, hasta el punto que los policías se niegan a patrullar más allá de la puerta de la comisaría y que la gente ya da por sentado que “desaparecido” y “muerto” son sinónimos.
Los protagonistas son fijos, dos niños y una niña preadolescentes que están siempre metidos en todo y a los que a lo largo de la serie se irían uniendo otros. El protagonista principal es Adam, cuya familia acaba de trasladarse al pueblo. Hace de voz de la razón siendo el encargado de decir cosas como “¡Huyamos!” o “¡Avisemos a alguien!” cuando empiezan a pasar cosas raras. Adam lleva solo dos semanas en FantasVille. Quiero decir que siempre, en todos los números de la colección, lleva solo dos semanas en FantasVille sin importar el tiempo que pase entre una aventura y otra, lo que me induce a pensar que el motivo por el que los habitantes del pueblecito no lo abandonan, pese a su alto índice de letalidad, es porque simplemente no pueden: todo el lugar es una especie de burbuja estática de la que ni siquiera el tiempo parece ser capaz de escapar.
Pero dejemos eso por el momento; lo importante es que Adam lleva dos semanas en el pueblo… como siempre… y eso hace que su mente no sea como las de los otros habitantes del lugar. Él quiere saber por qué ocurren las cosas. Él quiere tratar de solucionarlas. No se conforma con un “¿Ha desaparecido? Bueno, pues ya aparecerá, o no aparecerá...”, que vendría a ser la respuesta habitual de cualquier habitante de FantasVille. Las respuestas de Adam ante un “Ha desaparecido” son del tipo “¿Por qué ha desaparecido?”, “¿Quién lo hizo desaparecer?” o “¿A dónde se lo llevó?”.
El grupo de Adam está formado también por Watch, un chico del pueblo con una mente despierta e inquisitiva, que debe su apodo (watch significa “reloj”) a que lleva dos relojes en cada muñeca. Cada uno de sus relojes indica la hora de una ciudad diferente, porque tiene familiares (o quizá contactos, quién sabe) dispersos por todo el país, y necesita tener claro en todo momento en qué franja horaria se encuentra cada uno de ellos respecto a la suya. También está Sally, otra nativa del lugar, que parece haberse encaprichado de Adam al primer golpe de vista y ha decidido (unilateralmente) que Adam es su novio.
La historia comienza con Cindy y su hermano Neil jugando junto al viejo faro abandonado de FantasVille. Hace poco que tuvieron que trasladarse a ese pueblo debido a la muerte accidental de su padre, Frederick. Este suceso lamentable dejó también a la familia sin una fuente de ingresos fija, obligándolos a abandonar su casa de alquiler en la ciudad y trasladarse aquí, donde cuentan con una casita que Frederick heredó de su madre.
Mientras juegan y pasean por el espigón en el que se alza el viejo faro, la luz de este se enciende repentinamente e incide sobre Neil al mismo tiempo que un extraño aullido parece brotar del mar. De la luz que ilumina a Neil surgen unas garras grandes, arrugadas, como propias de una anciana, que atrapan al muchacho y se lo llevan con él. La luz del faro se apaga y todo queda a oscuras, mientras la joven Cindy corre desesperada en busca de ayuda.
Algo como esto puede resultar sorprendente para el lector y para Cindy y su familia, que son recién llegados a FantasVille, pero es lo más normal del mundo para los habitantes del pueblo. Cindy cuenta su historia a todo aquel que se muestre interesado en oírla; y el caso es que, más que no creerla, lo que ocurre es que no le dan importancia. Las desapariciones por culpa de fantasmas, monstruos, extraterrestres o lo que se os pueda ocurrir son el pan de cada día allí, hasta el punto de que la policía ya no se molesta en investigarlas.
Afortunadamente, tenemos a nuestro grupito protagonista. Los tres están en una cafetería discutiendo sobre lo seguro que puede ser comer donuts rellenos en FantasVille, teniendo en cuenta que hay tantas posibilidades de que el relleno sea mermelada de arándanos como de que sea cerebro humano triturado. Entre bocados de donuts y conversaciones raras surge la noticia de lo ocurrido con los niños y el faro y, puesto que saben que nadie más lo va a hacer, toman la decisión de ser ellos quienes investiguen el asunto.
Su primer paso es ir a visitar a Cindy para obtener de ella información de primera mano. Esta les habla del fantasma que se llevó a su hermano y lo describe como una mujer anciana que parecía furiosa. Cuando la pandilla manifiesta su deseo de ir hasta el faro a buscar a Neil, Sally inmediatamente se une a ellos.
Están inspeccionando los alrededores cuando Adam cae al mar, un mar bajo cuya turbia superficie se medio ven y medio se adivinan extrañas formas moviéndose. ¿Tiburones, o quizá algo menos natural? Adam logra llegar al faro a pesar de todo y entra en este tras forzar la puerta. Entonces se hace evidente que el lugar está y ha estado abandonado desde hace mucho tiempo. La instalación eléctrica, además, está hecha polvo, por lo que la luz que brotó del faro cuando desapareció Neil tampoco debía ser algo convencional. De hecho, están volviendo a descender del faro, tras no encontrar nada sospechoso ni relevante en él, cuando el reflector se enciende súbitamente esparciendo su luz hacia el interior del faro, no hacia el exterior. Sorprendidos y cegados, mientras bajaban, Cindy pierde el equilibrio y está a punto de precipitarse rodando escaleras abajo. Esto, y un extraño y prolongado gemido que en ese momento brota del mar, les hace huir precipitadamente. Huir sí, pero no abandonar.
Tras esta primera toma de contacto, el grupo busca a Bum, el misterioso mendigo que lo sabe todo, para que les cuente lo que sepa sobre el faro. No lo encuentran por ningún lado, así que se resignan a buscar información a la antigua usanza: en la biblioteca. Tras lidiar con el extraño bibliotecario, obsesionado con el calcio y los esqueletos, se enteran de algunas cosas interesantes. El último farero de FantasVille, antes de que incluso los barcos evitaran acercarse al pueblo, fue una mujer llamada Evelyn. Debido a un error de ella o a un fallo mecánico, nunca quedó claro, el faro se apagó en un momento crítico y un mercante chocó con un banco de arrecifes, hundiéndose en minutos cerca de la costa y ahogando, entre otros, a su capitán. Al día siguiente, Rick, el hijo de la señora Evelyn, fue arrastrado mar adentro por una ola cuando jugaba cerca del faro. La conclusión a la que llega el grupo (porque así es como suelen funcionar las cosas en FantasVille) es que el vengativo fantasma del capitán del barco hundido se llevó al niño como represalia por la pérdida de su barco y su propia vida.
Cindy insiste en que el fantasma que ella vio cuando desapareció su hermano parecía el de una anciana, no el de un hombre, pero Watch y Adam parecen convencidos de que la mejor opción es ir a buscar al fantasma del capitán y tratar directamente con él, porque, de nuevo, así es como funcionan las cosas en FantasVille. Equipados con trajes de buzo, botellas de oxígeno y máscaras de respiración, los dos chicos se sumergen hasta los restos del barco. Accidentalmente quedan separados y, cuando se les agota el oxígeno, Watch ha vuelto a la superficie y Adam está atrapado en un camarote en el que se ha formado una burbuja de aire rancio. A la luz de la linterna que lleva, advierte en el camarote lo que parece ser el esqueleto del capitán… pero no su fantasma ni nada que sugiera que alguna vez lo hubo.
Watch consigue más oxígeno y baja a buscar a Adam. Una vez en la superficie, y habiendo descartado el fantasma del capitán como principal sospechoso, su atención vuelve a centrarse en el faro. Esta vez, tras una inspección más atenta del mismo, encuentran lo que parece ser un pequeño habitáculo, como un ático improvisado sin ventanas ni ventilación, justo encima de la cámara de la lente. Allí encuentran otro esqueleto, sentado en una mecedora. Por los restos de ropas y cabellos comprenden que se trata del esqueleto de la señora Evelyn, la última farera, a la que se daba por desaparecida. Debió encerrarse ella misma allí y dejarse morir, amargada por la desaparición de su hijo.
La luz del reflector se enciende de pronto por sí sola, cegándolos momentáneamente a todos, y, como las veces anteriores, a la luz la acompaña un espectral aullido. El fantasma de Evelyn se manifiesta y Cindy lo reconoce como el que se llevó a Neil. Sobre sus cabezas alguien empieza a gritar y Cindy reconoce también la voz de su hermano. Al parecer, está encerrado en una buhardilla secreta situada sobre la buhardilla secreta en la que ya se encuentran. Mientras los demás hacen cosas poco productivas, como gritar, manotear y asustarse, Watch pone a trabajar su mente analítica.
La madre de Cindy se trasladó a FantasVille tras la muerte de su marido porque este tenía una vieja casa familiar aquí, pese a que él se había criado en un orfanato. Este hombre se llamaba Frederick, cuya abreviatura habitual en Estados Unidos es Fred, tomando únicamente la primera mitad del nombre, pero que algunas personas acortan como Rick, es decir, la segunda mitad del nombre. Rick es también el nombre del hijo desaparecido de la señora Evelyn. Y tanto la desaparición de este como la entrega de Frederick al orfanato por parte de las autoridades tuvo lugar hace treinta años. Watch razona que quizá el niño arrastrado por las olas no murió, sino que la corriente lo llevó hasta otra playa, donde, casi ahogado y amnésico, fue recogido por alguien. Debido al trauma podría haber perdido gran parte de su memoria y no recordar más que su nombre completo, Frederick, que es con el que fue inscrito en el registro del orfanato. Por tanto, es posible que Rick, el hijo de la señora Evelyn, y Frederick, el padre de Cindy, sean la misma persona.
Ya de adulto, Frederick formó su propia familia teniendo junto a su mujer a Cindy y Neil. Cuando murió en un accidente, su mujer e hijos tuvieron que abandonar la ciudad y trasladarse a la casita que este había heredado en FantasVille. Esto implica que, en algún momento de su vida, Frederick debió descubrir de algún modo su verdadera identidad, pero cuando esto ocurrió Evelyn ya había muerto mucho tiempo atrás y prefirió no hablar demasiado de ello a su familia. Lo importante de todo esto es que, cuando la señora Evelyn murió auto enclaustrada en la buhardilla del faro, lo hizo sin saber que su hijo seguía vivo. Cuando Neil y Cindy se acercaron jugando al faro, el fantasma de Evelyn confundió al chico (su nieto) con su propio hijo.
La pandilla explica a toda prisa sus conclusiones al fantasma de la señora Evelyn y logran convencerla de que les permita llevarse a Neil. El grupo huye del faro mientras este es devorado por las llamas porque Watch, como plan B, ha hecho estallar el viejo generador eléctrico del edificio… Bueno, ya se sabe que la genialidad y la locura van de la mano demasiado a menudo.
Me ha gustado mucho esta historia porque es exactamente lo que esperaba de ella: una trama ligera, algo de investigación, aventuras de críos de doce años al estilo de Los Goonies, y bastantes referencias siniestras a la pasividad con la que los habitantes de FantasVille se toman las muertes y desapariciones de sus vecinos o incluso sus propios familiares, como si tuvieran asumido que ese es el destino que aguarda a todos ellos. Y un final quizá más rebuscado de lo que esperaba, con todo eso del fantasma de la señora Evelyn confundiendo a su nieto con su hijo desaparecido, al que raptó, obviamente, pensando que lo que estaba haciendo era recuperarlo y protegerlo.
Y bueno, más allá de la intriga del faro, las desapariciones y los fantasmas, la idea que subyace en todo esto es que incluso lo extraordinario puede volverse rutinario cuando se da muy a menudo. En muchos casos esto es para bien. Hoy nos parece normal el que la gente se suba en un avión y pase de un continente a otro en unas pocas horas. Pero volar fue un sueño inalcanzable durante miles de años para muchas personas que pretendieron hacerlo y en ocasiones murieron intentándolo. Lo malo de normalizar lo extraordinario, es que eso también incluye, como en el caso de este pueblecito, la normalización del peligro. Y cuando una comunidad, ya sea real o ficticia acepta como normal las muertes violentas y las desapariciones, cuando normaliza lo inaceptable, esto se instala de forma permanente en sus vidas.
El giro final (la conexión familiar entre Evelyn, Rick/Frederick y Neil) también nos muestra cómo las pérdidas y malentendidos pueden deformar las intenciones y provocar más daño del que se intenta prevenir. El fantasma de Evelyn no actuaba por pura maldad al llevase a Neil y asustar a los protagonistas, sino por esa necesidad de recuperar y proteger a un ser querido, que no resultó ser quien ella pensaba.
Puedes ver una reseña sobre otros libros de esta colección pulsando aquí, o dar un repaso general a todas las obras ya comentadas de Stine y sus imitadores autores similares pulsando aquí.
The Howling Ghost. 1995. Christopher Pike. FantasVille nº 2. Publicado en 1996 por Ediciones B.