EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Bienhallados, nobles caballeros y damas.
Terminamos aquí con las
aventuras de El Aguilucho. No sabía si dividir los siete números que quedan en dos
tandas o dejarlo en una. Aunque se pueden considerar dos tramas más o menos
diferenciadas están también demasiado interconectadas para separarlas de forma
clara. Al final los presentamos bajo una sola entrada y aprovechamos para
despedirnos de los personajes.
Nos habíamos quedado con
Marcel, Pimienta y sir Arthur embarcando en un buque de Cruzados, supuestamente
rumbo a España. En realidad el barco se dirige a Palestina, desde donde podrán
hacer trasbordo a otro que regrese a Europa. Esto no es realmente muy
importante, puesto que no van a llegar a su destino.
El ataque de los turcos (nº
36).
Apenas acaban de pisar la cubierta cuando son atacados por otros dos
barcos de piratas turcos. Es un comic de aventuras, y las batallas siempre son
bien recibidas, pero ya vimos combates navales antes contra piratas turcos, y
este no es muy diferente. Los protagonistas machacan a los turcos de forma un
tanto rutinaria, entre bromas y chascarrillos, haciendo que los supervivientes
regresen a trompicones a sus propios barcos y se marchen por donde han venido.
Pero tras este primer combate les aguarda el verdadero desafío; una monumental
tormenta que zarandea al barco y destroza los aparejos. Una ola barre la
cubierta arrastrando a Marcel y sus compañeros al mar, donde se quedan agarrados
a unos maderos mientras ven como el barco se aleja.
La corriente los arrastra
lentamente a costa, mientras una docena de tiburones les acosa. Se defienden de
ellos a espadazos como buenamente pueden hasta que logran herir de gravedad a
uno de ellos, con lo que el resto pierde el interés por los humanos y se dedica
a comerse a su camarada moribundo.
Entretanto, en tierra firme,
Gisela está fantaseando con el regreso a casa de Marcel mientras recoge flores
en las inmediaciones del castillo, y Brazos la acompaña en calidad de escolta.
Un grupo de musulmanes dirigidos por un fantoche disfrazado les acecha. Este
individuo se hace llamar El Murciélago, y es sin duda el villano menos
interesante de la colección, a pesar de lo cual ostentará el raro honor de ser
el enemigo final de la misma.
El Murciélago y sus hombres se
lanzan en manada contra Gisela para llevársela con ellos. Brazos no tarda en
empezar a repartir golpes derribando a varios, pero se deja capturar cuando ve
que una espada presiona el cuello de su protegida. Los musulmanes los atan a
ambos y se los llevan. A lo largo de los números anteriores, desde el momento
en que Marcel es nombrado caballero, éste había estado teniendo visiones en las
que Gisela y Brazos eran perseguidos o capturados por un monstruo con forma de
murciélago u oso con grandes orejas, y esto era lo que estaba presintiendo.
El castigo (nº 37). La corriente arrastra a costa
a los náufragos, cerca de donde una patrulla de musulmanes se ha detenido a
descansar. Tras acabar con ellos se apoderan de sus provisiones y caballos, y
llegan hasta una fortaleza que ondea banderas cristianas. Allí los recibe el
conde Pelagio. En realidad no nos dicen su título, pero… ya sabéis, tiene cara de conde.
Pelagio acoge a los viajeros, más en realidad se ha vendido al enemigo. Espera
a que sus huéspedes se confíen, y durante el banquete que da en su honor envía a un grupo de
soldados musulmanes contra ellos.
Pimienta lanza asado de cerdo a la cara de un musulmán. Otra viñeta que sería totalmente impublicable a día de hoy en España.
El combate no se desarrolla
como el anfitrión esperaba, y los árabes son derrotados. Pelagio huye y Marcel lo persigue,
enfrentándose a él en un combate individual en el que termina capturándolo
vivo. Realmente le perdona la vida para nada, ya que cuando denuncia su
traición a los caballeros Cruzados apostados en otras fortalezas cercanas,
estos toman la decisión de ejecutarlo.
Resuelto este asunto, Marcel,
Pimienta y sir Artur siguen su camino hasta el siguiente puerto, en el que
esperan poder embarcar al fin rumbo a Europa. Durante una parada que hacen para
comer y descansar, son atacados por tres corpulentos musulmanes que se presentan
como los hermanos Malif. Generalmente, en este tipo de historias los héroes se
enfrentaban a, al menos, el doble de enemigos. No quedaba bien que los protagonistas
fueran derrotados por adversarios que los superaran en habilidad o fuerza, así
que la norma era que si los héroes perdían, se debiera a que estaban en una
abrumadora inferioridad numérica o bien porque su rival jugara sucio. Esto no
es exclusivo del comic español, claro. En los comics de Conan, por ejemplo,
casi siempre que el musculoso bárbaro es derrotado, es debido a que le atacan
por la espalda o que sus enemigos lo aplastan bajo su enorme número. El caso es
que a los tres personajes les atacan un número igual de enemigos, que ahora sí los
superan ampliamente en fuerza y habilidad. Los hermanos Malif derriban sin
demasiado esfuerzo a sir Arthur y Pimienta, y Marcel se ve lidiando solo contra
ellos a los pocos segundo de haber comenzado el combate.
Entretanto, Gisela y Brazos
son llevados a bordo del barco de El Murciélago, que zarpa rumbo a costas
Africanas, presumiblemente para vender a la joven como esclava. Brazos
aprovecha que solo tres de sus captores se encargan de bajarlo a las bodegas
para hacer un último intento de escapar. Rompe sus ligaduras y se lanza sobre
ellos a puño limpio.
El Murciélago derrotado (nº
38). La
escapada de Brazos no dura mucho. Logra librarse de sus tres captores,
se hace con una de sus espadas, y sale a cubierta en busca de Gisela. Tan
pronto como lo hace El Murciélago lo derriba de una patada en la cabeza
y cuando despierta vuelve a estar en las bodegas, esta vez encadenado.
Marcel, por su parte, está
lidiando contra los Malif. Estos se confían y Marcel logra noquear a uno y
aparentemente matar a otro. El tercero es derribado por Pimienta, que se
recupera a tiempo de incorporarse al combate.
Pensaba que, habiéndolos
presentado como enemigos especialmente duros y quedando dos de ellos vivos
tendrían alguna relevancia posterior, pero no volveremos a verlos. Marcel y sus
compañeros siguen su camino hasta otra ciudad costera en manos de los
cristianos, y allí toman uno de los barcos que regresan a Europa.
Este barco y el de El Murciélago,
rumbo a Palestina, se cruzan en altamar y se lanzan uno contra el otro. Durante
el combate Marcel salta a la cubierta enemiga y allí oye los gritos de Gisela.
Marcel y sir Arthur se enfrentan a El Murciélago y aparentemente no
pueden con él entre los dos, pero finalmente logran imponerse.
¡Vikingos! (nº 39). Este comic es de principio a
fin otra sucesión de escenas de batalla. Los cristianos logran tomar el barco
de El Murciélago, y encierran a este en la bodega. Marcel, Gisela y Brazos
se reúnen, pero apenas tienen tiempo de ponerse al día con sus respectivas
aventuras. Un nuevo barco pirata, esta vez vikingo, enfila hacia ellos. A bordo
se encuentra Eruakson, el más poderoso de los jefes vikingos. Es tan enorme que
le saca una cabeza al ya de por si gigantesco Brazos. Los vikingos
abordan el barco cristiano y los dos titanes se enfrentan.
Uno de los vikingos encuentra
a El Murciélago amarrado en las bodegas del barco cristiano y lo libera,
ya que al parecer él y Eruakson son aliados. Con algo de ayuda por parte de
este fantoche, Eruakson termina derrotando a Brazos. Luego se enfrenta
a Marcel, al que supera ampliamente en tamaño y fuerza, pero este lo engaña y
esquiva haciéndole caer por la borda. El Murciélago aprovecha la
confusión de la batalla para raptar nuevamente a Gisela y llevársela al barco
vikingo.
La fortaleza de Eruakson (nº
40). Los
vikingos se retiran llevándose a Gisela. El barco cristiano los persigue, pero ambos
barcos tienen el viento en contra. Los drakares vikingos eran peores en altamar
que los barcos europeos, que contaban con una mayor obra viva y estaban mejor aparejados.
Los vikingos
usaban su drakares principalmente para costear y eran más vulnerables al oleaje
en mar abierto. Debido a esto los drakares eran también de cubierta baja para
permitir las hileras de remeros, algo que los barcos europeos habían tendido a
desechar cada vez más. Valiéndose de sus remeros y su diseño más estrecho y
ligero, con amplio tajamar y una mínima resistencia al agua, el drakar deja rápidamente
atrás a sus perseguidores. Tras dos días siguiendo la estela y lejana silueta
del drakar, el barco cristiano llega hasta la isla fortificada de Eruakson.
La isla está defendida por
docenas de catapultas y arqueros con flechas incendiarias. Como acercarse a
ella con el barco es un suicidio, Marcel, sir Arthur, Brazos y Pimienta
desembarcan en una pequeña chalupa.
El barco se mueve para atraer la atención de los vigías de las almenas y que estos presten menos atención a lo que está ocurriendo a sus propios pies. Ignorando que un pequeño grupo de enemigos ha desembarcado, el Murciélago acude a la celda donde retienen a Gisella para burlarse de ella, mostrándole por un ventanuco como el barco se aleja.
¡Descubiertos! (nº 41). Los tres amigos se libran de algunas patrullas de vikingos y
escalan los muros de la fortaleza, donde son finalmente descubiertos por los centinelas.
Durante el
combate quedan separados y Marcel cae a una trampa de foso, en el cual le
aguarda un oso pardo hambriento (Trampa de foso con oso, me lo apunto para HeroQuest). Consigue matarlo, pero como no tiene forma de
salir del foso se tumba junto a este, fingiéndose muerto. Cuando unos vikingos
ven que alguien ha caído en la trampa, echan un vistazo. Creyendo efectivamente
muerto o moribundo al intruso, colocan una escalera para bajar a por su cuerpo y lo sacan del foso.
Por su parte, Eruakson se
encuentra de nuevo con Brazos. Este, de pie en medio de un
montón de vikingos a los que ha derribado a golpes, se defiende de Eruakson ¡lanzándole
uno de los vikingos inconscientes! y rematando la faena a puñetazos. Este es otro de esos números que son casi de principio a fin una sucesión de escenas de pelea, por lo que no hay mucho más que contar.
Zarak (nº 41). Brazos toma a Eruakson
como rehén, y Marcel encuentra la celda de Gisela y la libera. Los cinco se reúnen
y abandonan la fortaleza llevándose con ellos al jefe vikingo con un cuchillo
al cuello. Una vez fuera de la fortaleza, tal como le prometieron, lo dejan en
libertad, pero éste en cambio lanza
a todos sus hombres a perseguirlos. El Murciélago, que ya llevaba mucho
tiempo sin aparecer, se une a la persecución mientras Eruakson lo contempla
todo en lo alto de la torre de su fortaleza, desde la que tiene una vista panorámica
de la isla. Junto a él esta Zarak, su hija, que observa luchar a Marcel cada
vez más impresionada por la valentía del joven.
El resto consiguen llegar hasta
la playa donde les espera el bote, pero Marcel se encuentra con El Murciélago
y este le deja inconsciente de un golpe. Se lo lleva de vuelta a la fortaleza
para que sea torturado hasta la muerte. Apiadándose de él y valiéndose de su
estatus como hija del jefe, Zarak consigue que los guardias le dejen verlo, que
el torturador retenga su mano asesina, y le facilita una vía de escape, todo
ello a espaldas de su padre. No es hasta que Marcel se ha alejado de la
fortaleza que Zarak le revela a su padre que le ha dejado marchar. Este es el único
adversario importante de Marcel del que se da una imagen en parte positiva.
Eruakson es un guerrero implacable y terrible en una época ya de por si implacable y terrible, y a pesar de ello prefiere dejar escapar a un enemigo antes que ver llorar a su hija.
Marcel, en su huida, se topa
otra vez con El Murciélago. El encuentro tiene lugar en la estrecha
cornisa de un acantilado y es tremendamente breve. Marcel empuña su espada para
hacerle creer al Murciélago que va a parar su acometida. Lo que
hace cuando este le ataca es apartarse y ponerle la zancadilla para que caiga
por el precipicio (lo que nos permite comprobar que, por muy murciélago que tratara de aparentar ser, lo de volar no se le da demasiado bien).
Tras esto Marcel se reúne con sus amigos y todos regresan al barco cristiano,
que continúa dando vueltas a la isla. Un escueto cuadro de texto en la última
viñeta nos anuncia que todos regresan “a su patria y hacia la felicidad”, y en
lugar del clásico “Continuará” a pie de página nos encontramos con un “Fin de
la colección”.
No me disgusta, pero para mi
esto no es un final adecuado para una colección, sino para una aventura.
Podemos suponer que no encontrarán más peligros, vivirán felices y comerán
perdices (cocinadas por Pimienta, probablemente) pero se hecha en falta
ver eso. Se hecha en falta unas viñetas mostrándonos el reencuentro con los
otros personajes, como los padres de Marcel y Gisela, o el intrépido Dardo.
Quizá que se nos muestre la boda de Marcel y Gisela, que a fin de cuentas, es
el motivo por el que éste partió a Las Cruzadas en un principio. Se echa en falta,
en definitiva, una verdadera conclusión, y la impresión que queda es la de un
final precipitado. Aun así, se agradece que dieran algún tipo de conclusión a
la colección en lugar de simplemente abandonarla, como se hace en los comics
demasiado a menudo cuando las ventas decaen o los autores pierden el interés
por su propia obra.
Puedes repasar la colección desde el inicio pulsando aquí. O darle un vistazo a El Guerrero del Antifaz (otra de las colecciones de Gago) pulsando aquí.
El Aguilucho. 1959. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1981 por Editorial Valenciana S.A.